La cultura del optimismo
La hoy imperante cultura de la depresión ha calado tan hondo que hasta está inserta en algunas definiciones. Así, solemos escuchar que la economía es el estudio de la utilización de los recursos escasos. Y si los recursos son escasos, solo queda decidir cómo asignarlos, planteándose una verdadera lucha violenta entre las personas, de modo de ver quién se queda con lo poco que hay.
Esta cultura de la depresión decía, en su momento, que cuando el carbón se acabara la civilización correría el riesgo de desaparecer. Pero apareció el petróleo que, gracias al desarrollo tecnológico, se convirtió en una fuente de energía muy superior. Y el mundo progresó increíblemente. Luego vino Henry Ford y anunció que fabricaría autos para la clase media; y lo tomaron por loco. "¿Para qué quiere el mundo autos fabricados en forma masiva? Si hoy nadie los usa, no tenemos ni siquiera rutas". Unos años atrás, dijeron que las reservas de petróleo eran suficientes solo para cuarenta años más. Hoy resulta que, gracias al avance tecnológico, tenemos reservas, por lo menos, para noventa años más. Y, además, se están desarrollando nuevas fuentes de energía.
Cuántos profetizaron acerca de la superpoblación, de los problemas de hambre que significaría. Cuántos organismos estatales y paraestatales como la ONU utilizaron estos argumentos para justificar su existencia y políticas de control de la natalidad y, encubiertamente, promover la peor clase de asesinato como es el aborto. En 1850, el 65% de la población de EEUU se dedicaba al cultivo de la tierra. A medida que avanzaba la industrialización, los depresivos decían que si continuaba el éxodo de los obreros del campo hacia la ciudad, caería la producción de alimentos a la vez que aumentaría la población para alimentar en las ciudades, produciéndose una hambruna. Hoy, solo el 3% de la población de EEUU trabaja la tierra y la cantidad de alimentos no solo no disminuyó sino que aumentaron el consumo interno y la exportación. Y esto gracias al avance tecnológico que, con fertilizantes y demás innovaciones, ha conseguido que en la misma cantidad de tierra y con mucho menos mano de obra se produzca mucho más.
Está claro pues que los recursos, la riqueza, son una invención de la mente humana y, en consecuencia, nunca podrán terminarse. De hecho, la empresa del futuro, la empresa posmoderna, es la empresa virtual, cuyo capital más importante, si no el único, es el equipo de mentes humanas que la conforman, y donde los bienes materiales serán absolutamente secundarios, si es que los tienen. Así "…lo que el sistema económico produce no son cosas materiales, sino conocimiento inmaterial", asegura Frank Tipler, mientras que N. Rosenberg y E. Birdzell, Jr. afirman que "… los recursos económicos de una sociedad (son) una relación, interna a la sociedad, entre sus recursos naturales y sus habilidades organizativas y tecnológicas".
Ahora, en la medida en que los Estados sean "los aparatos político institucionales que vía monopolio de la violencia pretenden organizar a la sociedad", es decir, hagan uso de la violencia coercitiva como método, en esta medida estarán destruyendo. Y así, a pesar de pertenecer a una humanidad con potencial de recursos ilimitados, existen niños que padecen hambre.
En contraposición con lo que ocurrió en EEUU, a pesar de que Rusia cuenta con algunas de las tierras más ricas del mundo y que antes de la revolución bolchevique era el principal exportador mundial de granos, y a pesar de que utilizaba el 25% de su fuerza laboral para la agricultura, durante el comunismo no solo no llegaba ni siquiera a producir lo suficiente para el consumo interno sino que pasó a ser el principal importador mundial. Entre 1920 y 1930 murieron en Rusia entre 5 y 10 millones de personas por inanición, mientras que otra cantidad similar se salvó de la muerte gracias a las donaciones de alimentos por parte de los países occidentales. Luego la URSS llegó a autorizar la existencia de minichacras privadas y éstas, a pesar de que totalizaban solo el 3% de las tierras cultivables, producían el 27% de los alimentos nacionales.
En fin, la depresión es mentira, la violencia coercitiva es, siempre y en cualquier caso, destructiva. De modo que, no se trata de deprimirse y pelearse, sino de servir y cooperar voluntariamente para crear la abundancia, ya que la creación es infinita, no tiene ninguna clase de límites.
El autor es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute de Oakland, California
- 23 de julio, 2015
- 27 de septiembre, 2021
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