¡Es la economía, bobitos!
En dos meses, Barack Obama, enfrentará elecciones de medio término que lo encuentra con la crisis financiera no resuelta y la economía en un proceso de muy lenta recuperación. El alto desempleo que no cede, la transformación de los principales bancos de Wall Street y un montaña de dólares que no alcanzan para salir del brete.
¿Hasta dónde Washington continuará mandando estímulos a la economía? Esta es la pregunta que comienzan a hacerse los catedráticos, analistas e inversores frente a los escasos resultados que arroja la política económica de Obama.
Peor aún, ¿qué pasará el día después cuando haya que esterilizar esa montaña de dólares? Pero ya se empiezan a escuchar voces que exigen al presidente Obama un poco más de ortodoxia en el manejo económico y piden bajar impuestos y reducir subsidios como estímulo a mejorar la actividad económica.
Ni la retirada de las tropas de Irak deja a salvo de una derrota en las urnas, casi segura, al hombre de Chicago. La campaña en Irak insumió casi 800.000 millones de dólares, casi tanto como el salvataje a los bancos de Wall Street. En ambos casos, los resultados son escasos.
En el aspecto militar, la situación en la Mesopotamia babilónica no redundó en mejoras. Irak padece los mismos problemas que bajo la sanguinaria batuta de Saddam Hussein. Los enfrentamientos con la mayoría shií permanecen inalterables y los riesgos de una anexión irakí por parte del régimen teocrático de Irán son altísimos. En el norte, la presión de los kurdos por reclamar su territorio se ha revitalizado. Los yacimientos petrolíferos no están a salvo y el negocio de los hidrocarburos no retribuye el monumental esfuerzo militar.
En el campo militar, resultará difícil recortar gastos debido a que aun está pendiente la campaña en Afganistán contra los Talibanes y con ello el mantenimiento de la VIIª Flota estacionada en el Golfo Pérsico.
En el aspecto financiero, los balances de los bancos mejoran a partir de la ayuda de dinero pero la mejora no llega a la gente. Las empresas rehúyen a tomar riesgos y los gastos de consumo personal, atados históricamente a la industria del crédito se amesetaron desde hace meses y no hay perspectivas de un repunte a corto plazo. La opción es bajar impuestos para reactivar la economía a riesgo de incrementar el déficit fiscal, a menos que se disminuya el gasto militar, a riesgo de una derrota en su lucha contra el terrorismo. Nuevamente, la economía en el centro del debate.
Algo similar ocurre por estas pampas donde la clase política dirigente mira a las urnas de 2011 y da la espalda a la economía que está entrando en zona de turbulencia, a pesar del buen momento internacional. De no ser por el "yuyo" y por el retraso del tipo de cambio frente al aumento de costos inflacionarios, los ingresos fiscales no muestran subas en términos reales.
Pero estos incrementos son un correlato del aumento del gasto que crece a un ritmo superior al PBI nominal, lo que incrementa y convalida la necesidad de mayores recursos, vía impuesto inflacionario. De allí que el gobierno empiece, con otra de sus bravatas, a amenazar con no sancionar presupuesto para 2011 y manejarse con las partidas de 2010, en un maniobra que busca complicar a la oposición en una eventual debacle económica.
Lo cierto es que la situación fiscal está cerca de desmoronarse porque la situación real de la economía no marcha al ritmo necesario. Los niveles de actividad industrial y económica son menores a los registrados en pleno 2008, en plena recesión y con la paralización del sector rural, luego del conflicto de la 125. El empleo no crece y el empleo en negro está dando muestras de fragilidad, lo que aumenta el descontento social.
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner aspira a llegar a las urnas con el clima en calma al igual que su colega Obama. Siguen enfrascados en las disputas electorales. Sin embargo, el trasfondo o el "batifondo" económico amenaza con desarmar sus ilusiones. Son sus propias impericias las que armaron este ambiente pero ambos lo consideran un tema menor y sólo prestan atención a la política. ¿No será la economía?
- 23 de enero, 2009
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