La regulación de Google
Libertad Digital, Madrid
Por ahora son sólo pequeños ataques, picaduras de mosquito que difícilmente harán daño. Pero es sólo el comienzo. IBM se vio obligado en 1969 a cambiar su política de vender conjuntamente sus ordenadores y los programas creados para ellos por la amenaza de una intervención de las autoridades antimonopolio de EEUU. Una intervención a la que sí tuvo que enfrentarse Microsoft por la inclusión de Internet Explorer en Windows. Y ahora a quien se está investigando es a Google, por destacar resultados de sus propios servicios en sus búsquedas.
Primero fue en la Unión Europea, donde siempre tienen los brazos abiertos a cualquier intervención contra la empresa privada. Ahora es en el estado norteamericano de Texas. En ambos casos, las autoridades investigan si Google está abusando de su monopolio –es decir, de su éxito– perjudicando a algunas empresas de internet. Uno de los perjudicados, Foundem, ha empleado el término "neutralidad en las búsquedas" para intentar, por ahora sin demasiado éxito, que los activistas favorables a la regulación de las redes de telecomunicaciones se apunten también a la causa por la regulación de las búsquedas.
Para los que han denunciado a Google, los buscadores deberían seguir principios imparciales que dependieran solamente de la relevancia, principios que además deberían ser públicos, por aquello de la transparencia. Además, deberían tener prohibido colocar sus propios servicios en una posición relevante, que es lo que Google ha venido haciendo desde que puso en marcha su Universal Search, el mecanismo que permite que, al buscar una dirección, te salga Google Maps; o que al buscar una película aparezcan los cines donde la echan antes que el enlace a una web donde te los digan.
Para otras páginas, no salir en los buscadores o aparecer demasiado debajo supone la muerte de su negocio, además de que Google disfruta así de una gran ventaja sobre ellos. Tienen razón, y no es la primera vez que sucede. Sabre fue el primer sistema informatizado de gestión de reservas de vuelos. Pese a que IBM lo desarrolló para American Airlines, la compañía terminó abriéndola a los competidores, convirtiendo su programa en la manera habitual en que muchos agentes de viajes realizaban las reservas. Tiempo después empezó a alterar los resultados para que en la primera pantalla no aparecieran sus principales competidores. Una pequeña aerolínea, New York Air, tuvo que eliminar una ruta que tenía ocho vuelos diarios cuando fue relegada en los resultados de Sabre.
El antecedente pinta mal para Google, dado que American Airlines fue obligado por el Gobierno norteamericano a dejar de toquetear impúdicamente los resultados de las búsquedas de vuelos en Sabre, a pesar de que el sistema tenía competencia, como la tiene Google.
El caso es que encuentro especialmente cómodo el sistema de Universal Search de Google. Y me parece claro que la publicación de los criterios que emplean los buscadores llevaría a muchas páginas infumables a los primeros puestos. Pero poco importa. Los clientes de IBM terminaron pagando más dinero con la decisión de separar programas y ordenadores. Sigo sin tener claro qué ventajas han sacado los usuarios de una década de juicios contra Microsoft. En esto los ciudadanos somos los que menos contamos.
Daniel Rodríguez Herrera es subdirector de Libertad Digital, editor de Liberalismo.org y Red Liberal y vicepresidente del Instituto Juan de Mariana.
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