La confianza, la inversión y la violencia
El presidente Mauricio Funes reaccionó con mucha molestia a los comentarios que tres personas hicimos en El Diario de Hoy de ayer, con respecto a un informe emitido por la empresa Fitch sobre la economía de El Salvador.
Fitch es una empresa que se dedica a evaluar los riesgos que presentan las deudas de gobiernos y empresas para la gente que los financia. Esto lo hacen porque para muchos ahorrantes que en el mundo entero compran bonos emitidos por gobiernos y empresas, es imposible estar al tanto sobre la capacidad de pago de cada uno de estos deudores.
Las calificadoras de riesgo como Fitch evalúan estos riesgos y los comunican a estos ahorrantes, estableciendo calificaciones que distinguen entre los mejores deudores, los que no son tan buenos Y los malos. La diferencia entre un deudor con una calificación alta y uno con una calificación baja no es que el primero recibe préstamos y el otro no, sino que el segundo tiene que pagar una tasa de interés más alta que el segundo.
En su reporte sobre El Salvador, Fitch amenaza con bajarle la calificación de riesgo a la deuda del gobierno de El Salvador, es decir, de calificar la deuda de El Salvador como más riesgosa de lo que ha sido hasta ahora, por lo que el país tendría que pagar tasas más altas de interés cuando emita nuevos bonos en los mercados privados internacionales.
En su juicio sobre El Salvador, Fitch lista ciertas fortalezas que abonan a la calidad de la deuda salvadoreña. Estas fortalezas incluyen que el país registra una inflación entre baja y moderada, la cual está soportada por la dolarización que, a su vez, disminuye la posibilidad de una crisis monetaria y un aumento de deuda causada por una devaluación. El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos también ha contribuido al aumento de las exportaciones y, por ende, a sostener la economía. El informe también dice que El Salvador compara favorablemente con sus pares en cuanto al ambiente de negocios e indicadores de competitividad, debido a su sólido récord en reformas estructurales, incluyendo el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA, por sus siglas en inglés).
Por otro lado, el informe también lista ciertas debilidades, diciendo que altos índices de criminalidad, limitaciones de capital humano, lento crecimiento y la incertidumbre política limitan una mayor inversión. Esto fue lo que dijo Fitch.
Entrevistado por El Diario de Hoy, yo expresé la opinión de que Fitch está en lo correcto al listar estas debilidades, añadiendo algo que he dicho desde hace tiempo: que los problemas económicos del país no se originan en el ámbito de las políticas económicas sino en problemas políticos, como los que lista Fitch.
El presidente contestó a estas observaciones mías y a similares hechas por dos colegas, acusándonos de inventar que hay incertidumbre en el país, y añadiendo que es claro que el país goza de gran confianza en los inversionistas locales y extranjeros porque el Banco Mundial, el BID, el BCIE y los donantes internacionales, siguen proporcionando préstamos y ayuda al país. Luego, el presidente pasó a ataques personales, atribuyendo negras intenciones a los que habíamos dicho que hay violencia e incertidumbre política en el país y que eso afecta la inversión.
En esto, el presidente olvidó que el que había dicho que el alto grado de criminalidad y la incertidumbre política reducen la inversión, y que probablemente va a bajar la calificación de la deuda del país fueron los analistas de Fitch. En su contestación el presidente también se equivocó al pensar que si el gobierno consigue financiamiento es porque hay mucha confianza. En realidad el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el BID y el BCIE, dan préstamos a países con gran riesgo, porque son instituciones de ayuda internacional que además tienen prioridad en el pago. El hecho de que El Salvador puede conseguir préstamos en los mercados internacionales, tampoco prueba que hay confianza en el país. El problema es que la tasa de interés sube al bajar la calificación.
Preocupa que el presidente no esté al tanto de la importancia de que una calificadora de riesgo esté diciendo a los inversionistas que hay riesgos de incertidumbre política y de violencia en el país. Pero lo que más preocupa en este incidente es que el presidente tome cualquier crítica, mala noticia o sugerencia como un insulto personal. Como cualquier persona con experiencia puede decir, este es el camino a la catástrofe, porque un líder que no soporta una noticia que no le gusta, y que considera que el que se la dice es un enemigo personal, tiende a rodearse de personas que sólo dicen sí, y que sólo le dicen lo bueno sin decirle lo malo
¡Esto asegura los fracasos!
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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