Premio Hayek 2010, orgullosamente salvadoreño
"Alejandro, mirá qué buena noticia". Esas cinco palabras bien pudieron haber sido escritas por algún amigo que hubiese asistido a la goleada de Argentina a España, en el estadio de River. El que ocupará siempre el primer lugar entre mis estadios preferidos.
Sin embargo, quien las escribió estaba mucho más cerca: era Manuel Hinds, re-enviándome un e-mail que había recibido minutos antes de Nueva York, por el cual el Manhattan Institute le informaba que había sido galardonado con el premio Hayek 2010 por la obra "Money, Markets, and Sovereignty" (Dinero, mercados, y soberanía). El libro, del cual Manuel es co-autor junto con Benn Steil, había sido publicado por la Universidad de Yale en 2009.
Sabiendo que el pensador austríaco Friedrich Hayek ocupará siempre el primer lugar entre mis economistas preferidos, Manuel quiso compartir conmigo esa excelente noticia que me alegró doblemente: por él y por mi querido El Salvador. Y lo hizo con la humildad de los realmente grandes: un simple texto de cinco palabras.
Mediante el Premio Hayek, otorgado cada dos años, el Manhattan Institute reconoce al libro publicado en los últimos 24 meses que mejor comparta los valores y la tradición de una obra insignia de Hayek, titulada "The Road to Serfdom" (traducida como Camino de servidumbre), publicada en el lejano 1944 pero que nunca perderá actualidad, dado que los totalitarios del mundo tampoco perderán oportunidad…, usen el disfraz de izquierda o de derecha.
Hayek, premio Nobel de Economía 1974 y figura clave en el resurgimiento del liberalismo clásico en el Siglo XX, tuvo influencia personal en el nacimiento del Manhattan Institute: su fundador, Sir Antony Fisher, le preguntó cómo revertir la erosión de la libertad que el mundo estaba experimentando, y Hayek le recomendó "dar batalla en el campo de las ideas", tan importante como el de la política. O más.
Hinds, cuya solidez conceptual y honestidad intelectual lo sitúan en las ligas más exclusivas de la economía mundial, cosa que puede verificarse viendo qué Universidad publica sus libros y qué premios gana, suele ser paradójicamente blanco de "severos" críticos criollos, desde algunos que dicen ser de izquierda hasta varios que dicen ser de derecha: "les cae mal" que el hombre no tenga pelos en la lengua. Curioso argumento.
Claro que esos críticos nunca refutan sus artículos, porque no pueden. Y menos aún sus libros, porque ni los leen. Es por ello oportuno reflexionar sobre algunos tramos del libro premiado, "Money, Markets, and Sovereignty", cuya traducción al español es una tarea pendiente.
Comenzando porque desenmascara mitos, como el del (supuestamente) paradisíaco pasado de la humanidad, al destacar que "los escritores anti-globalización, en contraste con sus contrapartes pro-globalización, no vinculan sus argumentos a la historia de las ideas, no defienden una filosofía, ni suscriben principios de conducta". Esas posiciones están exclusivamente basadas "en defender visiones de un 'sublime' pasado, que está siendo suplantado por lo que ellos alegan son fuerzas ilegítimas".
La realidad histórica es que siempre existió "la noción que los individuos tienen derechos naturales y universales que trascienden el deseo de los gobernantes", y da por tierra con "el mito que la autarquía es el estado natural de las cosas".
Otro pasaje que merece análisis es la reflexión sobre el reclamo que "la globalización destruye a las naciones", argumento que "no pudiera ser más bienvenido por gobernantes despóticos de naciones pobres, y menos conducente para los intereses de su población". Por alguna razón los Kirchner me vinieron a la mente al leerlo.
En lo referente a la "soberanía" monetaria, entendida como "el control creciente que los estados nacionales siempre aspiran tener sobre la moneda y su valor", el libro recuerda los fracasos de políticos, y de sus gurúes económicos, manipulando variables monetarias. La reciente crisis financiera internacional es muestra palpable.
El premio Hayek 2010 es más que merecido. Parafraseando al mensaje inicial, la reflexión final es "El Salvador, mirá qué buena noticia".
Hasta la próxima.
El autor es iIngeniero. Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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