Venezuela: ¡Sin 26 de septiembre no habrá 2012!
El próximo 26 de septiembre es la gran cita esperada por la sociedad democrática venezolana. Si bien es una fecha electoral, su significado supera la finalidad de integrar un nuevo Poder Legislativo. De tal manera que limitar el resultado de este día a la contabilidad de los diputados obtenidos por los grupos en pugna, es una mezquindad frente al verdadero significado que encierra esta fecha, para cuya comprensión hay que pasearse por el objetivo que se persigue con este evento, así como los pasos dados y los que están por darse.
La sociedad democrática venezolana se ha trazado como objetivo el rescate de la democracia, entendida como un espacio participativo, de justicia, equidad, inclusión, pluralidad y crecimiento material y espiritual. Tales atributos, que en el pasado se fueron desdibujando paulatinamente, dieron origen al actual régimen que, en su comienzo, prometió reorientar un sistema en degradación. Once años después, el lamentable balance confirma un fracaso histórico evidenciado en la dilapidación de cuantiosos recursos económicos y el perverso uso de un inmenso capital político. Tal combinación consolido aún más el ya preocupante proceso de deterioro.
El objetivo planteado y sus atributos, representan un contexto de ejercicio democrático, para el cual la dirigencia de este régimen ni está preparada, ni tampoco se preparará. De hecho, en esta ruta se han logrado avances significativos: negar la reforma constitucional y ganar alcaldías y gobernaciones de gran significación política y numérica. Este segundo caso, con importantes lecciones aprendidas.
El próximo paso se dirige a disminuir significativamente el peso de la revolución bolivariana dentro de la AN, finalidad que no ha estado exenta de barreras. Un reacomodo de los circuitos electorales que proveen al proyecto revolucionario de una evidente ventaja en los resultados. Una campaña ventajista desde la esfera gubernamental de poder cuyo fin es la demolición del peligro que significa restablecer una verdadera democracia. Adicionalmente, en el seno de la sociedad democrática se suscitaron unas escaramuzas que dificultaron la unidad. Hubo una serie de eventos que configuraron un cierto estado de malestar, desembocando en una cuantiosa y legítima postulación de nombres para la contienda.
El resultado del 26S, suscitará una gran interrogante: ¿a quién corresponderá la victoria? Para el régimen, la ganancia estribará en perder la menor cantidad posible de diputados. Para la sociedad democrática, las opciones gananciosas son mayores que las del régimen. En primer lugar, tener una representación significativa es una apreciable ganancia producto de una clara pérdida oficial. En segundo lugar, la conciencia ciudadana expresada en su férrea voluntad de acudir a votar representa un cambio sustantivo con relación a la anterior elección legislativa. En tercer lugar, la contabilidad de los abundantes votos de oposición, será el punto de partida para enfrentar el próximo paso, las elecciones del 2012.
Entre el régimen y la sociedad democrática, se ha producido una paradójica coincidencia. Las acciones omitidas de la administración oficial, hacen de este un gobierno muy débil, logro que será reforzado constitucionalmente por la sociedad democrática, debilitando el poder omnipotente del comandante y de sus incondicionales seguidores.
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