Chávez puede perder aún ganando
No es necesario esperar hasta el día siguiente de las elecciones legislativas de Venezuela del domingo para hacer un análisis, indicó hace unos días la columnista argentina Carolina Barros. Ya conocemos cual será el resultado: otro triunfo más para el presidente Hugo Chávez, escribió.
¿Están en lo cierto ella y otros observadores extranjeros que predicen un triunfo inevitable de Chávez, gracias a un proceso electoral fraudulento? ¿O la oposición podría sorprendernos con una victoria, como ocurrió en el referéndum constitucional del 2007, en el que Chávez estaba buscando poderes aún mayores?
La columna de Barros en The Buenos Aires Herald afirma, correctamente, que las autoridades electorales de Venezuela, controladas por Chávez, han creado distritos electorales de tal manera que a la oposición le será prácticamente imposible ganar una mayoría parlamentaria en la Asamblea Nacional, de 165 escaños, aún si gana más de la mitad de los voto.
En efecto, gracias a nuevas leyes electorales impulsadas por el gobierno, los estados chavistas gozan de una representación parlamentaria mucho mayor que los estados antichavistas.
Como señaló el encuestador venezolano Luis Vicente León en la Conferencia de las Américas organizada por The Miami Herald y el Banco Mundial la semana pasada, elegir a un solo congresista requerirá sólo 20,000 votos en el escasamente poblado estado de Amazonas, controlado por Chávez, mientras que requerirá casi 400,000 votos en el estado densamente poblado de Zulia, donde hay una mayoría opositora.
De esta manera, la oposición podría ganar el voto popular, pero Chávez seguirá teniendo mayoría en la Asamblea Nacional.
Por añadidura, Chávez controla gran parte del tiempo televisivo venezolano, gracias a la censura –incluyendo la clausura en el 2007 de la cadena televisiva independiente RCTV– la intimidación de las empresas mediáticas con acciones judiciales contra sus propietarios, y al dinero desembolsado por el Estado en publicidad oficial.
Finalmente, Chávez tiene otra ventaja importante: es probable que algunos potenciales votantes de la oposición no asistan a las urnas porque están convencidos de que la elección será fraudulenta. O tal vez se queden en casa porque creen que incluso si la oposición resultara victoriosa, Chávez no acataría el mandato de las urnas, y ordenaría al actual Congreso que se autodisuelva y cree un nuevo órgano legislativo que apoye incondicionalmente al gobierno.
Pero pese a que los dados están cargados a favor de Chávez, los encuestadores prevén un final ajustado para el domingo.
La empresa encuestadora venezolana Hinterlaces dice que el 34 por ciento de los probables votantes planean votar por candidatos de oposición, mientras que el 32 por ciento planea hacerlo a favor de candidatos chavistas, y el resto está indeciso o votará por candidatos independientes. Aún así, la oposición ganaría sólo 69 bancas en el Congreso, mientras que el gobierno obtendría 96 bancas, afirma.
Otra encuesta realizada por la empresa venezolana Datanálisis revela que el 27 por ciento de los probables votantes planea votar por candidatos chavistas, el 25 por ciento por candidatos de la oposición, y el resto está indeciso o votará por candidatos independientes. Ambas encuestas tienen un margen de error del tres por ciento, haciendo el resultado aún más imprevisible.
"Lo que se juega el domingo no es la mayoría en el Congreso, porque la mayoría la va a tener Chávez en cualquier escenario'', me dijo León, de Datanálisis, esta semana. "Lo que se juega es si la oposición puede romper la mayoría del 66 por ciento de Chávez en el Congreso, que le permite a Chávez gobernar por decreto y nombrar unilateralmente poderes públicos como el Fiscal General o el Tribunal de Justicia''.
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Tal como afirman acertadamente Barros y otros observadores del caso venezolano, las reglas están escritas como para que Chávez conserve una mayoría parlamentaria.
Pero si la oposición logra pasar de no tener prácticamente ninguna representación parlamentaria –fruto de su desastrosa decisión de boicotear las elecciones legislativas del 2005– a obtener una minoría de 58 bancas en la Asamblea Nacional, podrá bloquear algunos nombramientos presidenciales en puestos claves. Y si la oposición consigue una minoría parlamentaria de 67 bancas, hasta podría bloquear la capacidad de Chávez de gobernar por decreto, y estaría en capacidad de iniciar investigaciones parlamentarias sobre la masiva corrupción gubernamental.
En suma, si es que podemos calificar de "victoria'' al resultado de un proceso electoral fraudulento, Chávez va a ganar. Pero si a la oposición le va bien en las elecciones del domingo, su nueva presencia en la Asamblea Nacional –combinada con la economía de peor desempeño de Latinoamérica, un índice inflacionario del 30 por ciento y la creciente escasez de alimentos– podría marcar un parteaguas en la historia reciente de Venezuela.
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