Venezuela: Un plebiscito entre el comunismo y la democracia liberal
CARACAS.- Un rostro retocado por los artilugios de las últimas técnicas fotográficas muestra más joven al presidente Chávez.
La fresca figura convoca a sus aliados a votar masivamente en las elecciones legislativas. Su imagen exhibida en afiches y pendones cuelga alargada de los postes de luz enclavados en los interminables recovecos que dibujan las callejuelas y senderos de los cerros donde habitan los más pobres, pero también por las autopistas de la Venezuela del siglo XXI.
Hugo Chávez, obligado al juego democrático, participará hoy con sus militantes, cuyos rostros han sido borrados por su imagen avasallante, en las elecciones para elegir a los representantes para una novísima Asamblea Nacional.
Será un plebiscito entre el socialismo radical (comunismo) y la democracia liberal, de ciudadanos. La monocracia chavista ha prometido demoler los últimos vestigios de la república liberal que, con sus defectos, ha sido un modelo no sustituido de ascenso social y de incorporación al sistema educativo y profesional.
Sin embargo, este juego se despliega en unas condiciones de participación desiguales. Cartas marcadas, en otras palabras. El punto es que, para estas elecciones, el Consejo Nacional Electoral solicitó modificar los circuitos electorales a la actual Asamblea Nacional, vulnerando la proporcionalidad numérica definida en la Constitución nacional. Esto se logró gracias a la mayoría gubernamental en el Parlamento.
La consecuencia de semejante modificación estriba en que los estados de menor población electoral que siguen al presidente Chávez podrán elegir más diputados con menos votos. Los estados con más población democrática obtendrán menos diputados con más votos.
Es una "mala praxis quirúrgica" que transitó el camino de la legalidad forzosa y con la que la alternativa democrática tendrá que vérselas.
Puestos a profetizar, de ganar Chávez los dos tercios de la Asamblea Nacional, radicalizará su modelo; de no obtener la mayoría calificada de 110 diputados o más, ordenará el día siguiente a las elecciones a sus militantes en la Asamblea Nacional aprobar vertiginosamente las leyes necesarias que profundicen el socialismo comunista. Es la idea de tiempo demoledor e indetenible del que habla Antonio Negri.
Al presidente no se le escapa la importancia de este evento electoral. Sabe que éste es su peor momento, los estudios de opinión son elocuentes en señalar cifras de rechazo a su gestión. Lo acosa como una espina en la carne su reelección presidencial en el 2012. El, gran elector, está consciente de que la Asamblea Nacional es la caja de resonancia de los problemas más importantes y graves de un país.
Finalmente, una prevención: el fracaso de la gestión gubernamental de Chávez no necesariamente se convierte en voto castigo. Sin embargo, nuestra esperanza es activa, como la de Santo Tomás de Aquino
El autor es politólogo venezolano
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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