Cuba: 20 años después
Ahora, 20 años después, los mismos síntomas se comienzan a presentar en Cuba. Igual que entonces, los comunistas piensan que estos sólo presagian unos ajustes. Pero, como hace 20 años, ellos deberían de darse cuenta de que el régimen cubano está a punto de derrumbarse y de la misma forma que en la Unión Soviética.
Para percibir la inminencia de la catástrofe es necesario recordar la esencia de la dictadura del proletariado, el régimen al que todos llamamos comunismo (que era el que existía en la Unión Soviética y que es el que existe en Cuba). En la dictadura del proletariado toda la producción está en manos del Estado, y el Estado es el que también asigna lo que cada quien debe consumir. De esta forma, la burocracia decide qué cosas y en qué cantidades se suplirán a la población, y cuáles no. El gobierno luego distribuye los bienes por medio de libretas de racionamiento, que reparte a la población con cupones que dan derecho a una unidad de cierto producto –como decir, una pasta de dientes–. Así, para comprar ésta, la gente necesita dos cosas: el dinero para pagar el precio y un cupón que le da permiso para comprarla.
Con una excepción –ciertos vegetales, que se compran y se venden en los así llamados mercados campesinos– la idea es que toda la producción y el consumo pasen por este sistema de planificación y racionamiento.
Este sistema, además de esclavizar a productores y consumidores a la voluntad de jerarcas y burócratas, que deciden todo lo que cada quien debe hacer y consumir, generó dos enfermedades endémicas: la ineficiencia estatal y la corrupción. Por la ineficiencia estatal, la producción siempre fue poca y de mala calidad de modo que lo que los ciudadanos recibían en su libreta de racionamiento era muy pobre. El problema que esto causaba se empeoró con la corrupción. Esta consistía en que los jerarcas comunistas que controlaban la producción y la distribución de los bienes y servicios producidos por el Estado se apropiaban de éstos y los vendían en el mercado negro, a precios mucho más altos. Las ganancias les permitían comprar más cosas en el mercado negro para consumo propio, cosas que no estaban o que estaban limitadas en el racionamiento. Por supuesto, al haber más mercadería en el mercado negro, había menos en el sistema de racionamiento. Stalin controlaba esta corrupción con terror. Pero al morir Stalin, el terror disminuyó porque todos los jerarcas querían evitar que uno de sus miembros adquiriera tanto poder como para matarlos a ellos, que era lo que había hecho Stalin con sus predecesores. Sin terror, la corrupción aumentó. Lentamente, esto fue destruyendo al sistema durante tres décadas.
Al llegar al gobierno, Gorbachev reaccionó soltando el control sobre cada vez más unidades productivas estatales (el equivalente a despedir millones de personas del sector público) y pasando más bienes de las libretas de racionamiento al mercado negro, reduciendo el control del Estado sobre la economía por los dos lados, la producción y el consumo.
Una vez que el gobierno comenzó este proceso, perdió el control de la economía y la caída del régimen se volvió inminente. Perdiendo el miedo de operar en el mercado negro, ahora llamado libre, la corrupción del sector público se volvió peor, las tiendas oficiales recibían menos mercadería de los productores oficiales, que robaban más y vendían más en el mercado negro o libre. Con la oferta gubernamental de bienes cayendo, el gobierno despidió más gente, sacó más productos de la libreta de racionamiento, y así, en un vórtice en el que colapsó el régimen.
Esto es lo que está pasando en Cuba. Igual que en la Unión Soviética, la ineficiencia y la corrupción estatales han minado al régimen por décadas enteras. El gobierno va a despedir a medio millón de personas del sector público y está reduciendo los bienes que provee por la libreta de racionamiento. En poco tiempo todo estará en el mercado negro. Pero, peor que en la Unión Soviética, que producía muchas cosas, Cuba casi no produce nada, de tal forma que el sector privado no tiene base de donde comenzar ni está organizado para hacerlo. El resultado será un gran desempleo y hambre. Toda la mentira quedará expuesta.
Todo esto es muy incómodo para los jerarcas del FMLN. Tendrán que explicar por qué después de una tiranía de más de cincuenta años la única herencia que Fidel Castro y los comunistas están dejando es atraso económico, miseria y desorden social. Deberían de irse preparando ya, porque cuando Cuba comience a derrumbarse lo hará muy rápidamente, y es claro que el proceso ya comenzó.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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