La fortaleza del real es un tema que preocupa en las elecciones en Brasil
SÃO PAULO—Las épocas de elecciones en Brasil solían significar preguntarse si la moneda del país, históricamente inestable, colapsaría. Esta vez, las autoridades lidian con un problema distinto: una moneda tan sólida que temen que perjudique el auge económico impulsado por las exportaciones.
Los brasileños acudirán a las urnas el domingo para la primera vuelta de las elecciones presidenciales de este mes. El ganador —que según las encuestas sería con holgura Dilma Rousseff, la candidata elegida por el popular presidente Luiz Inácio Lula da Silva— heredará una moneda que Goldman Sachs ha llamado "la más sobrevaluada del mundo".
Luego de subir más de 30% contra el dólar estadounidense desde comienzos del año pasado, el real brasileño superó un umbral simbólicamente importante de 1,7 reales por dólar esta semana, a pesar de una fuerte intervención por parte del banco central, que ahora comparte una preocupación con varios otros países: tener una moneda demasiado fuerte. El real cerró el viernes a 1,6863 por dólar.
El real sube en momentos en que los inversionistas internacionales inyectan efectivo en Brasil, con optimismo de que su expansión que lleva varios años continúe. El ejemplo más reciente: la venta del mes pasado de US$70.000 millones en acciones del gigante petrolero Petrobras.
Pero el ascenso se está convirtiendo con rapidez en un difícil tema de políticas que espera al próximo presidente. Ejecutivos quieren que el gobierno actúe. Afirman que la moneda fuerte hace que las exportaciones de commodities que impulsan el crecimiento de Brasil —soya, mineral de hierro, azúcar, carne vacuna y café— sean menos rentables en mercados internacionales, donde los precios son fijados en dólares.
La ansiedad respecto a la moneda alcanzó un nivel tal que una columna en el destacado diario brasileño O Estado hace poco advirtió sobre una "des-industrialización", lo que podría suceder si las fábricas locales ya no pueden competir con importaciones extranjeras que se vuelven más baratas por el ascenso del real contra el dólar.
"Ahora los fabricantes podrían ser los más perjudicados, pero la pérdida de competitividad y oportunidad para todos es terrible", afirma Pedro de Camargo, quien dirige la Asociación Brasileña de Productores y Exportadores de Cerdo.
Según un modelo computarizado de Goldman Sachs que compara factores como comercio, inflación y productividad, el real brasileño se cotiza a alrededor de 55% más que su valor justo de 2,65 por dólar. Ese es el mayor monto extra entre las monedas más importantes, afirma el economista de Goldman Sachs Alberto Ramos.
Pero no hace falta una computadora para ver que el boom económico ha encarecido a Brasil en términos de dólares. Un viaje en taxi desde el aeropuerto internacional de São Paulo hasta el distrito financiero cuesta US$71, comparado con los alrededor de US$60 con propina y peajes que cuesta la misma distancia desde el aeropuerto JFK de Nueva York hasta el centro de Manhattan.
São Paulo supera a Nueva York como la ciudad más costosa del continente americano, según una encuesta de 2010 de Mercer, la división de consultoría de recursos humanos de Marsh & McLennan. Rio de Janeiro ocupa el tercer lugar.
Al decir que Brasil está en medio de una "guerra de divisas", el ministro de Hacienda, Guido Mantega, hace poco culpó a países como EE.UU. y Japón por encarecer el real al permitir que sus propias monedas se debiliten.
El valor del real está en mayor medida fuera del alcance de Brasil: el país tiene una moneda de flotación libre desde 1999. Miles de millones de dólares de intervenciones por parte del banco central de Brasil en las últimas semanas no han contenido el ascenso. Pero la fortaleza del real también es causada por las políticas brasileñas que probablemente se conviertan en temas centrales de debate en el próximo gobierno.
Por ejemplo, la tasa de interés a un día, de 10,75%, que tiene Brasil está entre las más altas del mundo. Eso alienta a especuladores a pedir prestado en EE.UU. y Japón, donde el dinero es barato, depositarlo en Brasil, y quedarse con la diferencia. Esta maniobra, llamada carry trade o bicicleta financiera, impulsa el real al atraer una gran cantidad de dólares.
Los exportadores quieren que el banco central baje las tasas. Pero no es tan simple. Brasil necesita tasas altas en parte porque necesita el flujo de capital extranjero especulativo para financiar un déficit de cuenta corriente de US$46.000 millones, que según pronósticos alcanzaría los US$60.000 millones el año próximo. Las altas tasas también evitan que la inflación aumente en medio de una rápida expansión del gasto gubernamental.
Muchos analistas afirman que el banco central de Brasil continuará fijando tasas altas en el gobierno de Rousseff. Se prevé que la economista de 62 años nombre un presidente del banco central del ala dura del actual director, Henrique Meirelles. De hecho, Meirelles podría conservar su empleo, afirman observadores.
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