Por la vuelta
Los delegados de los partidos socialistas que se reunirán en el Foro de Sao Paulo a partir de hoy viernes, deben estar teniendo una sensación de circularidad en su propia historia. Después de veinte años se vuelven a reunir mientras todo lo que han creído se está derrumbando a su alrededor.
El Foro fue fundado en 1990 para discutir la catástrofe más grande que el marxismo había sufrido jamás, el colapso que el comunismo estaba teniendo en todo el mundo, evidenciado hasta esa fecha por la caída del Muro de Berlín, el serio debilitamiento económico de la Unión Soviética, la relajación de su control sobre sus satélites, y la mutación del régimen económico de China de comunismo a capitalismo sin restricciones.
El tema fundamental era la supervivencia de los movimientos comunistas en Latinoamérica en términos económicos (era obvio que el apoyo económico que estos movimientos recibían de la Unión Soviética estaba llegando a su fin) e ideológico (el marxismo había quedado desprestigiado en el mundo entero y los partidos comunistas estaban desapareciendo a diestro y siniestro). Parte principal de las preocupaciones era la suerte de Cuba, un país que no era (y no es) viable económicamente y que por tanto dependía totalmente del subsidio de la Unión Soviética para apenas subsistir.
En los años inmediatamente siguientes las preocupaciones del Foro se volvieron realidad. El régimen comunista soviético y la Unión Soviética y sus satélites colapsaron catastróficamente. El comunismo desapareció como fuerza mundial. Sólo dos países, muy atrasados los dos, mantuvieron vivos sus regímenes marxistas: Corea del Norte y Cuba. El marxismo se mantuvo como fuerza ideológica y política sólo en Latinoamérica. Cuba logró apenas sobrevivir con un empeoramiento de la represión hasta que, una década después, el presidente Hugo Chávez de Venezuela, basado en los precios récord del petróleo, sustituyó a la Unión Soviética como fuente principal de fondos para financiar la izquierda radical en el continente.
Actualmente, como entonces, los problemas de los socialistas provienen de una combinación de desencanto electoral con serios problemas financieros. Aunque estos problemas son evidentes en toda la región, su manifestación más notable se ha dado en Venezuela. Con las elecciones de hace dos semanas, el electorado ha comenzado a restringir el enorme poder que por años ha tenido el presidente Hugo Chávez. Con la oposición controlando un porcentaje sustancial de la Asamblea, el presidente tendrá cada vez más dificultades para asignar a su antojo enormes sumas de los contribuyentes venezolanos. Añadiendo a esto los crecientes problemas económicos de ese país, la capacidad del presidente Chávez de financiar la izquierda radical en todo el continente está disminuyendo muy rápidamente.
Como consecuencia de esto, Venezuela no puede seguir sosteniendo a Cuba a sus niveles actuales de consumo, lo cual ha vuelto urgentes las reformas que el gobierno cubano ha anunciado que va a hacer: despedir a medio millón de personas del sector público y la reducción simultánea de los bienes y servicios que el gobierno distribuye a los ciudadanos a través de las libretas de racionamiento. Estas reformas, similares a las que Gorbachev introdujo hace 20 años en la difunta Unión Soviética, son los signos de una decadencia terminal del régimen comunista cubano.
Estos eventos plantean a los partidos radicales los mismos problemas que tuvieron cuando Fidel Castro fundó el Foro de Sao Paulo: la deslegitimación de su mensaje radical por el fracaso económico y social de los regímenes radicales líderes de Latinoamérica (principalmente Venezuela y Cuba) y el agotamiento de los recursos que esos regímenes dedican a financiar los movimientos radicales en los otros países de la región. Es otra vez lo mismo, sólo que a una escala mucho menor porque el poder comunista, que antes alcanzaba al mundo entero, está muy disminuido ya que ahora sólo alcanza a Latinoamérica.
Irónicamente, esto está sucediendo sólo dos años después de que estos partidos radicales pronosticaron la muerte del capitalismo, pensando que el mundo entero los culparía por la crisis global que explotó en 2008. Nunca se imaginaron que, sólo dos años después, los electorados de Europa, Estados Unidos y otros países desarrollados y en desarrollo se moverían hacia la derecha, porque han entendido que lo que fracasó no fue el mercado capitalista sino los excesos de gasto y endeudamiento gubernamentales generados por políticas populistas.
Este movimiento hacia la derecha no presagia la muerte de los partidos izquierdistas moderados, que seguramente volverán al poder en muchos países en donde ahora han perdido las elecciones. Pero sí muestra claramente que el populismo –aun el relativamente moderado, no digamos el radical– se ha vuelto una proposición perdedora en nuestros días.
El temario del Foro, pues, es tan importante para los partidos radicales como lo fue el de su fundación hace 20 años. Con una ideología desprestigiada y con sus fuentes de financiamiento agotándose, los partidos del Foro están luchando por su existencia. Todo indica que el Foro puede estar presidiendo sobre su propio ocaso.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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