Intervencionismo y víctimas
Robert Higgs hace en Depression, War, and Cold War. Challenging the Myths of Conflict and Prosperity un buen análisis de los cambios que la Segunda Guerra Mundial comportó y que no se integran bien en modelos y estadísticas, como fue el cambio de una economía con apreciables dosis de mercado libre a una con un amplio control estatal de precios, propiedades, contratos y producción.
Esto provocó una distorsión de la formación bruta de capital y un colapso de la inversión privada, mientras que la pública fue económicamente cuestionable. En pocos años, la economía pasó de poco a muy intervenida, y seguidamente otra vez a semi-libre, lo que explica la recuperación. Higgs analiza el electoralismo, la corrupción y el despilfarro asociados a la política de defensa.
Es notable el caso de la presión en el Congreso estadounidense para la venta de carbón nacional para abastecer a las tropas del país con bases en Europa o para comprar aviones militares que el Congreso apoyaba, pero que el Pentágono no necesitaba (caps. 7 y 8); y revelador, asimismo, el análisis de los lobbies que contratan con la Administración y que superan la rentabilidad del mercado por un margen abultado (cap. 9). La guerra, criatura o socia estatal, continuó después durante cuarenta años, en la Guerra Fría, que consagró los gastos militares sin que hubiera casi disparos, pero sí facturas. Después de la desmovilización, el gasto militar en 1947 era del 4,3% del PIB, triplicando la cuota de 1939, y desde allí no dejó de crecer. Además de la amenaza del comunismo, hubo crisis periódicas que contribuyeron a avivar el respaldo de la opinión pública al presupuesto de Defensa.
En este libro (así como en Caging the Dogs of War, The Independent Review, otoño 2008), el doctor Higgs estudia dicha opinión pública, porque los gobiernos dejan de librar una guerra no cuando la ganan o la pierden, sino cuando temen el fin de la simpatía popular, que se puede debilitar tanto por los muertos como por los impuestos. Con sarcasmo apunta que la lección ha sido aprendida… por las autoridades: “Una razón por la que el público ha tolerado que los gobernantes prosiguieran con la guerra en Irak es que el número de víctimas no ha sido grande en comparación con las de Corea o de Vietnam”.
En cambio, la factura es mucho más onerosa y ronda los 3 billones de dólares.
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