¿Oligarcas guayaquileños o personas de éxito? (II)
(Puede verse también la Parte I de este trabajo)
¿Quién ha sido la mal llamada oligarquía guayaquileña? Nada menos que la fuente del progreso ecuatoriano desde que nos constituimos en república. Su contribución ha sido a través de diferentes formas. Una de ellas, por medio de préstamos a los gobiernos para cumplir con sus proyectos. Un ejemplo fue el préstamo del Banco de Ecuador a García Moreno para financiar los primeros trabajos de la construcción del ferrocarril de Guayaquil a Quito.
Los informes anuales del Ministro de Hacienda desde 1830 incluyen el número, monto y finalidad de los préstamos de los empresarios guayaquileños. Estas líneas de crédito se dieron hasta 1925. Pero antes de constituirnos en república, los empresarios guayaquileños fueron proveedores de enormes recursos económicos para lograr la Independencia de Ecuador. Sin la “oligarquía” guayaquileña, Ecuador no hubiera logrado su Independencia así como el progreso material de su pueblo o se hubiese demorado más tiempo en conseguirlo. Se estima que Guayaquil aportó con aproximadamente dos millones de pesos a la Independencia, cifra similar a tres veces el presupuesto del Gobierno de Juan José Flores en 1830. Otra forma de aportar al progreso material de los ecuatorianos ha sido introduciendo al país la modernidad en bienes del hogar, trabajo, salud, diversión, etc. Entre ellos se encuentran: luz eléctrica, vehículo motorizado (autos y camiones), gasolina, emisora de radio, aviación, línea blanca, estación de televisión, cemento, tractor e implemento agrícola, internet, transporte de servicio público, etc. Estos comentarios no deben desmerecer el aporte de otras ciudades del país.
Desde que nació la Audiencia de Quito, Guayaquil estuvo lleno de historias de éxito de personas, que iniciando su carrera empresarial de la nada, llegaron a manejar enormes capitales e hicieron profunda contribución al desarrollo económico ecuatoriano. En la naturaleza humana la superación es innata, base del sueño americano, donde personas de la nueva generación alcanzan una mejor situación económica que las anteriores. Es el sueño perseguido por los migrantes ecuatorianos.
Días atrás recibí la llamada telefónica de uno de ellos, dueño de una estación de radio en Atlanta, Georgia; quería hacerme una entrevista para su programa. Había llegado a los Estados Unidos, sin recursos económicos. Entre 1967 y 1981, viajé numerosas veces a ese país y tuve la oportunidad de conocer a ecuatorianos triunfadores. Uno de ellos era propietario de una empresa de distribución de bienes de consumo masivo en la ciudad de Nueva York, su flota tenía 10 camiones repartidores. Ellos viajaron a ese país porque además de tener oportunidades sabían que el entorno no era adverso a la actividad empresarial, como en Ecuador, agravado con el actual Gobierno. Los Presidentes de Estados Unidos no ofenden a los empresarios de éxito en ese país, mas bien los defienden cuando tienen problemas en otros países.
Guayaquil ha tenido una movilidad social no vista en otras ciudades de Ecuador, por la tolerancia de la sociedad a los cambios; históricamente ha dado la bienvenida a migrantes de otras provincias y extranjeros. Ha sido un imán para los que ambicionan tener mejor nivel de vida, un lugar donde es posible hacer fortuna o por lo menos vivir con comodidad, sin haber nacido en hogar privilegiado.
Son numerosos los casos de empresarios que comenzando muy pequeños, por el producto del esfuerzo tesonero, se convirtieron en grandes empresarios. Uno de ellos fue Evangelista Calero, nacido en Guaranda llegó a nuestra ciudad con el sueño de mejorar su precaria situación económica. Comenzando como zapatero, en pocos años tuvo una fábrica artesanal de zapatos. Con las utilidades estableció un almacén y para 1908, contaba con 40,000 sucres de capital que a valor actual equivaldría a más de 300,000 dólares. Para 1923, constituyó la Sociedad Manufacturera de Calzado con un capital de 400,000 sucres; esta empresa funcionaba en Riobamba, con más de 150 trabajadores y era dirigida por un estadounidense contratado para montar la maquinaria y administrar la producción. Ya en 1926, el capital había aumentado a 800,000 sucres. En poco tiempo se convirtió en el rey del zapato, vendía anualmente decena de miles de pares. Llegó a establecer almacenes en las principales ciudades de Ecuador. En Guayaquil su almacén principal estaba ubicado frente al Correo, en Aguirre; además fue propietario de numerosos edificios, incluyendo uno de cemento en Aguirre y Pedro Carbo, que posteriormente fue vendido a Ecuatoriana de Seguros. En los años cuarenta, Calero se encontraba entre los 30 empresarios más ricos de Guayaquil. Este singular empresario fue senador funcional representando a la Cámara de Industrias de Guayaquil y concejal del Municipio de la ciudad.
Pedro Maspons Camarasa llegó de España vía Venezuela en los primeros años del siglo XX, con apenas dos libras esterlinas en su bolsillo. Al recorrer el centro de Guayaquil, ingresó y ofreció sus servicios a la primera botica que encontró, por haber tenido ese trabajo en su patria. Pocos años despuésse independizó de la Botica El Comercio y comenzó a exportar lana de borrego. En 1924 constituyó Intercambio y Crédito con un capital de 300,000 sucres, empresa que por algunas décadas fue la más grande exportadora de café. Maspons fue el primero en adquirir maquinaria para despulpar, limpiar y clasificar el grano. Posteriormente fue agente de importantes empresas navieras internacionales. Sus hijos y nietos ampliaron los negocios a Banca, industria, agricultura y otros sectores.
Lisímaco Guzmán Garrido llegó de Colombia en 1875 y en pocos años fue socio minoritario de Guillermo López. Posteriormente le compró el negocio y para los primeros años del siglo XX se convirtió en uno de los empresarios más ricos de Guayaquil, teniendo como principal negocio la exportación de cacao. La crisis del cacao también afectó a esta distinguida familia. Enrique Gallardo, para la primera década del siglo XX, comenzando con nada, se convirtió en el ganadero más grande de la costa y tuvo suficiente dinero para comprarle La Cervecería Nacional, actual Holcim de Ecuador, a Luis Maulme. Entre sus haciendas ganaderas, que vendían 1000 vacas anualmente, se encontraban Buijo y Aurora.
Los grandes empresarios no son infalibles, en el caso de Calero, no se preocupó de preparar a un sucesor, lo que ocasionó que su fortuna desapareciera en la segunda generación. Las fortunas como la mayoría de lo que se encuentra en nuestro planeta, están sujetos a ciclos de vida. Este cambio en la élite económica, es una renovación constante en cuyo proceso surgen nuevas caras y apellidos, desapareciendo otros. Es el caso de la poderosa familia Caamaño, propietaria de Tenguel, posiblemente la hacienda de cacao más grande del mundo con decenas de miles de hectáreas. El Presidente de Ecuador, José María Plácido Caamaño, fue uno de los dueños. Su hermano Jacinto y Leonardo Stagg, yerno del último, administraron la propiedad agrícola. Las epidemias del cacao hicieron quebrar tan próspero negocio y el Banco Territorial tuvo que embargar la hacienda y posteriormente venderla a United Fruit.
José Morla López inició actividades comerciales como “cajonero”, entre 1820 y 1840. Cajoneros eran los que vendían mercadería desde un cajón, por no tener suficientes recursos para alquilar un local en la planta baja del Cabildo, que fue el primer centro comercial de Guayaquil. Con los años acumuló capital y sus hijos llegaron a tener 28 haciendas de cacao y otras actividades económicas que incluyeron Banca, comercio y servicios. La fortuna de los Morla llegó a ubicarse entre las seis más grandes de Guayaquil. Para fines del siglo XIX tenían más de cuatro millones de sucres de patrimonio, cuando el cambio era dos sucres por dólar; la fortuna equivalía a una cuarta parte del total de las exportaciones de Ecuador de aquellos años. Las epidemias del cacao y otras causas, hicieron desaparecer tan inmensos capitales. Pero la ciudad continuó prosperando porque surgieron nuevos capitalistas. Existe un viejo refrán: Los capitales no desaparecen, sólo cambian de manos. También los apellidos desaparecen por falta de sucesor, como fue el caso de las familias Tous y Vignolo de origen español e italiano respectivamente; estos apellidos estuvieron vinculados al mundo empresarial, y en su época dominaron el comercio. Tanto Tous como Vignolo llegaron a Guayaquil, como migrantes europeos, sin dinero pero con ideas, ambición, capacidad de trabajo y actitud positiva para salir adelante.
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