El Nobel y el libro electrónico
Una de las cosas que más me llamaron la atención durante una larga entrevista que le hice días atrás a Mario Vargas Llosa con motivo de su bien merecido Premio Nobel de Literatura fue lo que me dijo sobre el futuro de la literatura en la era del libro electrónico.
Apenas unas semanas antes de que la Academia Sueca le otorgara el galardón a Vargas Llosa, Amazon.com –la librería de Internet que está entre las principales empresas vendedoras de libros de Estados Unidos– había anunciado que ya está vendiendo más libros electrónicos que libros de tapa dura. La empresa Forrester Research, a su vez, proyecta que se venderán unos 100 millones de libros electrónicos en Estados Unidos este año, comparados con 30 millones que se vendieron el año pasado.
¿Lo pone nervioso todo esto?, le pregunté al flamante premio Nobel. El escritor peruano, el primer latinoamericano que ha ganado el Nobel de literatura en los últimos 20 años, respondió que «el libro electrónico es una realidad que está allí, y yo creo que es indetenible''. Agregó que "es un libro que va a facilitar muchas cosas. Vamos a poder viajar con una biblioteca en el bolsillo, por ejemplo. Eso es algo notable''.
"Pero yo creo que siempre hay un riesgo de que la literatura que se escriba para las pantallas le dé mucha entrada a la trivialización, a la banalización, a un empobrecimiento del tipo intelectual'', señaló.
"Es algo que ha pasado por ejemplo con la televisión. La televisión es por una parte una fuente extraordinaria de información, pero por otra parte los productos que se crean para televisión son muy triviales, muy banales, comparados con los productos creativos que llegan a los libros''.
Y añadió: "Creo que es algo contra lo que deberíamos precavernos intentando que el libro electrónico mantenga lo que ha sido la literatura, y por supuesto en sus exponentes más grandes, más creativos.''
¿Usted ya tiene un libro electrónico?, le pregunté. Cada vez que viajo en avión veo más gente a mi alrededor leyendo libros electrónicos, agregué.
"Yo también he visto mucha gente leyendo en los aviones el libro electrónico, y tengo que confesar que he sentido un cierto estremecimiento hace algunos días cuando entré a una gran librería del barrio en la Quinta Avenida de Nueva York y me encontré que toda la primera planta estaba prácticamente dedicada a promover el libro electrónico. Los libros de papel, que para mí era la idea inseparable del libro, habían sido expulsados a las plantas superiores de la librería'', señaló.
¿En 10 años habrá libros de papel, o sólo existirán libros electrónicos que más que literatura ofrecerán una combinación de textos, videos y música?, pregunté.
Vargas Llosa respondió: "Creo que el libro en papel va a sobrevivir, pero probablemente va a ir siendo arrinconado a un margen y al final estará en camino a la catacumba. Quizás este libro marginal compense de alguna manera su audiencia menor con un mayor rigor, con una mayor calidad, con una mayor creatividad. Creo que quedará siempre una minoría de lectores que seguirá prefiriendo el viejo libro de papel, de tinta, que podrá desglosar antes de leerlo, acariciarlo, o como hacía para saber si un libro era bueno o malo un gran amigo mio y gran poeta mexicano, José Emilio Pacheco, poder olerlo''.
Mi opinión: Los temores del premio Nobel están bien fundados. El libro de papel va a sobrevivir, pero no va a poder competir con libros electrónicos que no sólo permiten cliquear sobre una palabra y encontrar su significado en el diccionario, sino también enriquecer el texto mediante imágenes, videos y música. No me extrañaría que muy pronto, los libros electrónicos tengan más efectos visuales que el texto escrito.
Eso será una mala noticia, porque para muchos de nosotros leer es algo pro activo –y más enriquecedor– que mirar. Cuando leemos, podemos detener nuestra mirada en mitad de una oración, pensar en ella, y saborear las palabras durante todo el tiempo que queramos. Cuando miramos un producto multimedios, podemos oprimir el botón de "pausa'', pero somos principalmente espectadores pasivos.
Si los libros electrónicos pasan a ser más visuales que otra cosa, la solución no será combatirlos –serán una herramienta formidable para la educación, además del entretenimiento– sino llamarlos de otra manera.
Deberíamos llamarlos Pantallas de Entretenimiento Portátiles, o Tabletas Digitales Educativas, cualquier cosa menos "libros'' electrónicos. Porque aunque la industria editorial nos diga otra cosa, no serán libros.
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