Historia y educación
Decía David Hume que la civilización era un aprendizaje de la historia y la libertad un lujo de la sociedad civil. Por ello remarcó la importancia de la historia para conocer el comportamiento humano y por consiguiente en su obra “Un Tratado Sobre la Naturaleza Humana” comenzó diciendo: “No hay ninguna cuestión de importancia, cuya decisión no esté comprendida en la ciencia del hombre: y no hay ninguna que pueda ser decidida con certeza, antes de que estemos informados sobre ella.” Es en función de esa realidad histórica, que hoy se magnifica con la incorporación de los estudios de ADN, que implica adicionar la investigación a la experiencia, que considero un error considerar a la historia como antitética a la educación.
Parece que nos empeñamos en ignorar los millones de años que la humanidad a duras penas sobreviviría, las inclemencias de la naturaleza. Y cuando hablamos de educación, de conformidad con el reciente libro de Andrés Openhaimer se pretende que ésta se agote en la ciencia y en la tecnología, y se ignore la historia. Llamamos Renacimiento, al momento histórico en que prevalecía ese supuesto ideal de los valores de Occidente y se incineraba a quienes sostenían que la tierra le daba la vuelta al sol. Y aberración no se reducía a la Iglesia Católica. Así tenemos el caso de Calvino que igualmente incineró a Miguel Servet por sostener que la sangre corría por el cuerpo.
Debo insistir entonces que no estoy en contra de la educación científica y de la importancia de la tecnología en el avance de nuestro nivel de vida, que hoy tomamos por dado, pues seguimos pensando en Jorge Manrique: “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Pero si estoy preocupado y cada día más por las pretensiones ideológicas del estudio de las llamadas ciencias sociales. Así he dicho: “educar con marxismo es como amamantar con alcohol”.
Si la razón de ser del avance científico han sido los valores de Occidente, entonces porqué dichos valores que tienen 2500 años no permitieron el avance científico hasta hace como máximo doscientos años. Voy a repetir una vez más el juicio de Marx en “El Manifiesto Comunista”: “La burguesía durante su dominio de escasamente cien años, ha creado más masivas y más colosales fuerzas productivas que todos las generaciones que la precedieron en conjunto”
Ese juicio válido en la observación fue decididamente equívoco en la valoración. Y lamentablemente es la valoración la que permanece y subyace el análisis y descalificación del capitalismo como explotación del hombre por el hombre. Consecuentemente se ignoran los verdaderos determinantes de la libertad en la historia. Todos hemos tenido que soportar la enseñanza, sublime del crimen histórico de la Revolución Francesa, como el origen de la libertad. Se ignora que de ella surgió el jacobinismo como el origen del totalitarismo en el mundo, en nombre de la diosa razón. Por el contrario ignoramos el hito histórico que representa la “Glorious Revolution” en Inglaterra en 1688, que bajo la influencia del John Locke, se reconocieron por primera vez en la historia los derechos individuales, y conforme a la conciencia de la naturaleza humana, se determinó la necesidad de limitar el poder político.
Esa revolución ha llegado hasta nosotros como el hecho de la Revolución Industrial que tuviera lugar en Inglaterra durante el Siglo XVIII. Así se ignora que el origen de la misma fue la aparición del Rule of Law: “Respeto por los derechos individuales a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la búsqueda de la propia felicidad; y la limitación del poder político”. A ese proceso histórico siguió la democracia americana y el Constitucionalismo, le dio otro carácter fundamental al Rule of Law, y asimismo se determinó que las mayorías no tenían el derecho a violar los derechos de las minorías.
Esa filosofía es la antítesis de la filosofía política continental, de donde surgiera el totalitarismo que he llamado el oscurantismo de la razón. Por ello no puedo menos que insistir en la necesidad de reconocer que la supuesta Civilización Occidental, como el origen de la libertad y el bienestar nos impide reconocer al mundo en que vivimos. No puedo menos que recordar un libro publicado hace algún tiempo “Inside Russia” (Dentro de Rusia), cuyo autor lo he olvidado, donde se sostenía que los rusos sabían más matemáticas que los americanos. Por tanto sostenía que si Estados Unidos pretendía continuar su supremacía en el mundo, los americanos tenían que estudiar más matemáticas. Pero el que colapsó fue el sistema donde se sabía más matemática pero se desconocía el Rule of Law.
Pero aún más, insistir en los valores de Occidente, al margen de ignorar la verdadera historia de Europa, donde los cristianos se mataban los unos a los otros y de donde como dijera antes surgiera el totalitarismo como la racionalización del despotismo, nos impide reconocer la naturaleza histórica de otros países tales como la China, la India o Japón. Cualquier chino, indio o japonés que estudie la verdadera historia de Europa, no puede menos que desconocer las pretensiones valorativas de su existencia como tal. Demás está decir que tanto la China como el Islam estuvieran más adelantados que Europa hasta el siglo XV.
En fin de valores espirituales estamos llenos a través de la historia desde los egipcios en adelante, pero solo hubo un proceso político que permitió el avance que hoy tenemos y cuyo carácter no solo se ignora sino que se descalifica. Debo decir que lo que tiene que aprender el mundo en desarrollo, es el sistema político que dio origen a la libertad por primera vez en la historia. Es solo a partir de ese principio que surge la posibilidad del avance del conocimiento científico y tecnológico, y que éste se traduzca en un mejor nivel de vida. Pero donde no hay derechos no hay acción que permita la creación de riqueza y el subdesarrollo es el reino de la izquierda en nombre del pueblo y del estado. La opresión y la pobreza son su carácter.
No olvidemos que fue la Argentina, a partir de 1853, el segundo país del mundo en tener un sistema de libertad constitucional. Así dio un salto cuántico en la historia y Sarmiento se encargó de la enseñanza y la educación. Pero cuando se perdió y descalificó el sistema político que permitió a la Argentina adelantarse a Europa y llegó el fascismo de la mano del Nacionalismo católico, a los hechos me remito.
Otra cosa es desvirtuar la historia con propósitos políticos. Como dijera Orwell: “El que controla el presente controla el pasado y el que controla el pasado controla el futuro”. Esa es la situación que enfrentamos hoy en nuestro continente donde se pretende ignorar que si no hubiera sido por los militares seríamos Cuba. Igualmente se ignora que Cuba es el crimen histórico de nuestro continente, por más que el Sr. Insulza no se haya enterado. Por último debo decir que el estudio de la historia es parte preponderante e ineludible de la educación.
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