Medicinas: mal remedio

Los legisladores que dicen ser de izquierda siguen ignorando, o queriendo ignorar…, que el remedio que proponen es peor que la enfermedad: los controles de precios son una receta infalible para el desabastecimiento y el mercado negro, como viene demostrando la historia de la humanidad desde hace "apenas" 4,000 años ("Cuarenta siglos de controles de precios", Robert Schuettinger, Heritage Foundation)

Y los legisladores que dicen ser de derecha siguen sin ver, o sin querer ver…, que es precisamente en el CSSP donde radica gran parte del problema.

Se equivocan ambos. Y se equivocan mal, llevados por pseudo-ideologías que recitan de memoria. Desaprovechando la oportunidad de legislar correctamente.

La industria farmacéutica, por su parte, desviando la atención del punto clave, recita discursos sobre la "gran cantidad" de laboratorios existentes (hablan de 231), sobre el pequeño porcentaje de mercado de cada uno (indican que nadie pasa del 5%), y dicen que lo mismo ocurre con las droguerías (serían 99) y farmacias (mencionan 1,300). Todo muy lindo, pero el punto es otro.

Olvidan mencionar que los fármacos son específicos, que distan de ser sustituíbles (lo que alivia el estómago no sana una herida, ni la jaqueca). En consecuencia, no necesariamente la presencia de una "gran cantidad" de laboratorios garantiza una "gran cantidad" de medicinas sustitutas para una dolencia determinada.

En el mercado de los fármacos existe, como en ningún otro, lo que los economistas denominan "asimetría de información": el médico sabe mucho más que el paciente sobre medicinas. Una forma de combatir este problema es obligar al médico a prescribir, también, la droga genérica. Como en otros países.

En cuanto a la CSSP, un conocido diputado de color verde se quejaba recientemente de que nunca había escuchado razones de aquéllos a quienes "no les parece que sea el Consejo el que regule el mercado de los fármacos". Si leyera lo que sigue quizás entendería por qué "no nos parece". Entendería, probablemente, por qué no tiene que ser.

El CSSP es un organismo de 23 miembros, 21 de los cuales pertenecen a siete Juntas de Vigilancia: médica, veterinaria, odontológica, laboratorio clínico, psicología, enfermería, y química/farmacia. Eso es corporativismo proteccionista en su máxima expresión. Disfrazado de democracia.

No se puede ser juez y parte. Menos aún cuando no necesariamente existen intereses contrapuestos entre sus miembros: entre bueyes no hay cornadas. La aprobación de nuevos medicamentos y el control de calidad no puede estar en manos de quienes ya participan del mercado: imagine usted un partido de fútbol entre "los que ya están" y "los que quieren entrar"…, y que el árbitro sea un dirigente de "los que ya están".

¿Pitará de forma ecuánime? Los altos precios de los medicamentos, comparados con los de otros países, indican que no.

No hay razones serias para cuestionar medicamentos aprobados en Europa o en los Estados Unidos. Y los laboratorios de control de calidad, donde el Estado pueda verificar que lo que dicen los prospectos sea cierto, tienen que ser independientes. No de partes interesadas, como son "los que ya están".

Finalmente, ¿qué hacer con los que no pueden pagar los medicamentos? Subsidiarles la demanda de manera focalizada, con medicinas en los hospitales. Y dejar de subsidiar la oferta de laboratorios y droguerías: toda falta artificial de competencia es realmente un subsidio a la oferta de "los que ya están". Será la nueva competencia, y no los controles de precios, la que permitirá que quienes pueden pagar, paguen menos.

El diputado de marras, que es inteligente, seguramente comprenderá. De lo contrario, la sociedad seguirá sufriendo, con precios caros, semejante incomprensión.

Hasta la próxima.

El autor es Ingeniero, Master en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.