Ministerio de Ropa, Moda… y Complementos
Imaginemos. El Estado, preocupado por el enorme gasto de las familias, pone en marcha el Ministerio de Ropa, Moda y Complementos. Al frente, por supuesto, la ex vice, toda una experta en el tema. Así, en la línea de políticas sociales que ayuden a los más necesitados, el gobierno se encarga de suministrar ropa a la población.
Primer paso. Un nuevo impuesto para poder pagar la ropa estatal, así como la creación de una red de almacenes y fábricas textiles, con funcionarios pagados por el Estado, que se encargarían del proceso de fabricación y distribución del producto.
Aunque como opción, en un mix con la iniciativa privada, se podría recurrir a proveedores privados que fabricasen las prendas requeridas por el Estado mediante contratos. Eso sí, algunos dirían que con este sistema existiría la posibilidad de que se dieran casos de corrupción, de que el Estado pagara prendas por encima del coste, de que se pagaran comisiones a partidos políticos a cambio de dichos contratos, de que se dieran negocios a familiares… Las típicas insidias sin fundamento que tratan de dañar a nuestra clase política. No es problema. Nombrando a algún destacado miembro de dicha clase, un Chaves o un Bono, como asesor/supervisor de dicho Ministerio, estas prácticas estarían bajo control.
Segundo paso. Definición de producto. En las elecciones, cada partido propondrá los modelos de ropa que considere más adecuados para los votantes, de forma que el pueblo español podrá elegir las indumentarias que le parezcan más adecuadas de entre aquellas propuestas por los diferentes partidos. O sea, que si gana el PP, la ropa tendrá un toque más o menos pijo, con polos y barbours; si gana el PSOE, cazadoras de pana. Aunque si ha de pactar con IU, también se suministrarán pañuelos palestinos como peaje.
Por supuesto, en cada autonomía los poderes públicos podrán introducir elementos étnico-identitarios propios como chapelas en el País Vasco o barretinas en Cataluña, de obligado uso al igual que los idiomas locales.
Desde el Ministerio, perdón, Secretaría de Igualdad, se pondrá especial empeño en que la ropa “pública” respete la igualdad sexual, creando un “Código de Ropa No Sexista” de obligado cumplimiento, aunque a la vez garantizando el suministro de ropa específica para minorías tradicionalmente marginadas como los homosexuales (cuero y gorras de plato), los musulmanes (burkas y chilabas) o los “perro- flautas” (mallas).
Adicionalmente, desde las diferentes instituciones de la "Juventud” que hay en cada autonomía y municipio, se llevarían a cabo estudios sobre las preferencias indumentarias de los jóvenes para, según la tribu urbana a la que pertenezcan, suministrarles el equipamiento adecuado.
Por otro lado, el Estado suministraría unas prendas determinadas en función de la climatología de cada zona, asesorado por el PICC (Panel Intergubernamental del cambio climático). Así, a un ciudadano de León le correspondería una pelliza, mientras que de Despeñaperros para abajo dicha prenda sería sustituida por una cazadora de algodón.
Y no nos olvidemos de la ropa deportiva. En cada municipio, región o autonomía, el gobierno suministrará merchandising de los equipos representativos de la zona. Así, la Generalitat proveería a sus jóvenes de equipaciones con los colores del Barsa; en el País Vasco lucirían camisetas del Bilbao, etc. En Madrid, se suministrará ropa del Real Madrid, lógicamente, aunque también se podría conseguir ropa del Atleti, pero, eso sí, acogiéndose a la categoría de “Minoría Discriminada” a la que me he referido en un párrafo anterior.
Pero la iniciativa privada podrá seguir existiendo. La gente de dinero, políticos, sindicalistas, etc., tendrían a su disposición todo tipo de establecimientos privados y modelos exclusivos, mientras que el resto se vería obligado a vestir la ropa que el Estado generosamente les concede y que ellos financian con sus impuestos, pues lógicamente, al serles descontado de su renta el dinero para fabricar la ropa “pública”, el ciudadano medio español no dispondría de dinero para recurrir a dicha iniciativa.
Bueno, vale ya de decir chorradas. ¡Menudo disparate! ¿Cómo va a encargarse el Estado de la ropa? Es absurdo, ineficaz, carísimo y derrochador, es un foco de enchufismo y corrupción, atenta contra la libertad individual…
Pues esto mismo pasa con la Educación.
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