La mañana del 3 de noviembre
La gran pregunta “¿y si…?” está a punto de contestarse. Con toda la atención de los medios fija en la elección de medio período del martes, los Republicanos se enfrentan a una labor mayor que ganar una mayoría en la Cámara de Representantes o por lo menos acercarse lo más posible a una mayoría para poder detener o demorar la agenda de Obama.
Y cuando llegue el miércoles, 3 de noviembre, los Republicanos pudieran o bien sufrir el equivalente político de una resaca después de una borrachera o encontrarse en una posición para hacer más que simplemente decir que “no” a las políticas de la Administración.
Dejando a un lado el revertir o recortar los fondos para algunas líneas de la agenda, como el seguro de salud obligatorio y extender las rebajas de impuestos de la época de Bush, los Republicanos posiblemente se ganarán la aprobación a largo plazo de los votantes si además de oponerse a las políticas de Obama también tienen su propia agenda positiva.
Durante décadas los Demócratas han tenido de su lado el voto de las “víctimas”, presentándose como que están al lado de los débiles y oprimidos. Los Republicanos deben aceptar esto como un reto y comenzar a habilitar, no a consentir, a los pobres y comprometerse a la liberación de aquellos que quieren dejar programas que a menudo los esclavizan.
Los Republicanos deberían empezar por la opción de escuela. Toda persona pobre en cualquier ciudad del país debería poder retirar a sus hijos de las escuelas públicas que estén fallando y ponerlos bien en una escuela privada o en una escuela “charter”, pagándose con fondos públicos. Más que cualquier programa de bienestar social, la opción de escuela librará a una generación de jóvenes de repetir el ciclo de la pobreza. Los Republicanos deberían re-autorizar el Fondo de Becas D.C. (C.D. Scholarship Fund), que los Demócratas dejaron expirar a pesar de su popularidad y éxito.
Los Republicanos deben someter todas las agencias y programas del gobierno a un examen y trabajar para eliminar los que no llenen los estándares de necesidad y efectividad de costos. Aquellos que llenen los requisitos de necesidad, pero que no sean costeables, deberán encargarse al sector privado para ver si éste puede hacer un mejor trabajo a menos costo.
Los EE.UU. eran una nación que celebraba a los inventores y lo inventivo. Hoy penalizamos a los productivos y subsidiamos lo no productivo y obtenemos más de lo que no necesitamos y menos de lo que requerimos.
La clave para los Republicanos es no permitirles a los Demócratas y sus aliados en los grandes medios de información montar el escenario. Muy a menudo el estándar ha sido destacar lo que los Demócratas proponen y a lo que los Republicanos se oponen. Este modelo tiene que cambiar. Los Republicanos, si son inteligentes (y esto requerirá alguna prueba) deben hacerse cargo de la agenda y demostrar cómo y por qué sus ideas son superiores a la filosofía de los Demócratas de “entitlements” (derechos) y distribución de la riqueza. Pueden lograr esto dirigiéndose a la base de los Demócratas, comenzando con los afroamericanos. Los Republicanos deben presentarse ante los afroamericanos, escuchar cómo explican sus esperanzas y aspiraciones y entonces ayudarles a lograr esas esperanzas y sueños utilizando principios Republicanos. El ex Presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich dice que la elección es sobre sellos de alimentos contra sueldos. Los Republicanos pueden enseñarles a los pobres cómo dejar los primeros y comenzar a ganar un sueldo.
Si los Republicanos actúan fuera de su forma tradicional, esto desarmaría a los Demócratas y a sus críticos en los medios. ¿Qué van a decir ellos, “Ustedes no pueden ayudar a los afroamericanos pobres porque nosotros preferimos que sigan siendo pobres”?
Los nuevos miembros del Congreso deben traer su propio personal a Washington en vez de hacer lo que se acostumbra de emplear al personal ya existente. Si ha de cambiarse Washington, hay que deshacerse de los que impedirían el cambio.
El Partido Republicano también tiene que cambiar. El próximo éxito del Partido Republicano no es una victoria del partido, sino de una filosofía. Es el movimiento del “tea party” lo que está haciendo posible que los Republicanos recuperen el poder. Si los líderes del Partido Republicano dentro y fuera del Congreso tratan de reprimir las pasiones y apagar el fuego que está ardiendo en el corazón de tantos, merecidamente lo perderán todo en el 2012.
Si el Partido Republicano alimenta esas llamas y adopta una estrategia positiva y funcional, no sólo para desmantelar la agenda de Obama, sino para establecer una nueva de un gobierno más pequeño, más efectivo y menos costoso, acompañado por un compromiso de responsabilidad personal y oficial, la ola de esta elección se convertirá en un tsunami (ras de mar) dentro de dos noviembres.
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