Somoza vive
En estos días que el Subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos Arturo Valenzuela estuvo en Nicaragua, quizás haya logrado -no lo sabemos- que el presidente Daniel Ortega le adelantara los datos definitivos de las elecciones del 2006, las que lo llevaron a la primera magistratura de Nicaragua.
Porque, aunque nadie lo crea, el Consejo Electoral, el mismo que manejó las elecciones municipales del 2008, -sobre las que todo el mundo coincidió en que fueron fraudulentas- y el que tendrá a su cargo "controlar" y garantizar las de noviembre del 2011, en las que Ortega irá a la reelección, todavía no ha comunicado los resultados finales de aquéllas y falta conocer por lo menos un 8% de los votos emitidos (250 mil).
Quizás ese es un tema que al Departamento de Estado no le quita el sueño y está más preocupado por la lucha contra el narcotráfico de Ortega con la cual aparentemente está muy contento. Es que en materia de defensa de la democracia la política de EEUU es muy diáfana; más o menos como la de la OEA, la que tan bien lleva adelante su secretario general, José Miguel Insulza, y que para tan poco sirve de guía la Carta Democrática Interamericana.
Es que el ex sandinista Ortega consiguió al final aplicar a rajatabla los consejos que le dio Fidel: no te sigas peleando con los gringos, no te sigas peleando con los ricos y no des elecciones libres. Lo aprendió, pero después de algunos tropezones. Para ello no tuvo reparos en aliarse con el diablo, léase Arnoldo Alemán para dar solo uno de tantos ejemplos conocidos, y recurrir a todas las prácticas aplicadas por el somocismo más clásico.
"Ustedes voten como quieran, que yo soy el que voy a contar los votos", decía un conspicuo ministro del Interior de Somoza. Ortega además se ha modernizado un poco y añade adornos constitucionales, como el de un "balotage" al que no hay que recurrir si se obtiene un tercio de los votos como ocurrió en su caso. ¿Y los otros dos tercios qué?, ¿no son la mayoría? Es como la ley electoral de Chávez que perdió la elección legislativa y obtuvo la mayoría parlamentaria. Son los milagros democráticos progresistas.
Pero que no se confíe Ortega, que no las tiene todas consigo. La oposición política, encabezada por un lado por el liberal Eduardo Montealegre y por el otro por Edmundo Jarquín, de la disidencia sandinista, ha decidido aunar fuerzas y apoyar al radiodifusor Fabio Gadea Mantilla como único candidato de oposición al frente de un movimiento de Unidad Nacional. Sin duda, una actitud madura, que debería emularse en varios países del continente, particularmente donde dominan los "chavistas" cuya mayor fuerza es la división de sus opositores políticos. Ahora para los nicaragüenses la consigna es muy clara, igual que en la época de Somoza: la cuestión es democracia contra dictadura.
El pasado jueves 28, la Universidad de Columbia de NY, concedió a Carlos Fernando Chamorro Barrios, el Premio María Moors Cabot, el más antiguo y prestigioso premio al periodismo a nivel mundial. Le fue otorgado por su trayectoria periodística y por su lucha por la libertad de prensa. Por estas mismas razones, esa misma universidad, hace 33 años, otorgó ese mismo premio a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Un año y meses después cayó el somocismo. Quizás en noviembre del 2011, dentro de un año y poco, pese a las complicidades y maniobras, la oposición unida lo logre y caiga el orteguismo.
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