El desafío de Michelle Bachelet
La ex presidente chilena Michelle Bachelet es una mujer inteligente, muy preparada, una gran negociadora, pero me pregunto si hizo lo correcto al aceptar presidir la nueva agencia para los derechos de la mujer en las Naciones Unidas, ONU Mujeres, que empezará a funcionar el 1 de enero. Bachelet enfrentará enormes obstáculos para mejorar la situación de las mujeres más oprimidas del mundo.
ONU Mujeres, que tendrá un presupuesto de $500 millones anuales, reunirá a cuatro organizaciones existentes de la ONU que casi no se dirigen la palabra entre ellas. Y la nueva agencia estará supervisada por un comité ejecutivo de 41 países que incluye algunos de los peores transgresores de los derechos de la mujer, incluyendo a Arabia Saudita, Pakistán y Congo.
En una entrevista televisada que le hice esta semana, y que saldrá al aire próximamente, le pregunté a Bachelet cómo hará para defender los derechos de las mujeres con un comité ejecutivo con miembros como Arabia Saudita, donde las mujeres todavía no pueden votar e incluso tienen prohibido conducir automóviles.
Bchelet respondió que el comité ejecutivo de ONU Mujeres fue electo por los miembros de la ONU, y que ella, como directora ejecutiva, trabajará con todos los países que lo integran. "Esperamos tener la mejor relación con todos los estados miembros y lograr que en todos los países del mundo, absolutamente todos, logremos mejorar las condiciones de las mujeres'', señaló.
¿Pero podrá denunciar a los países que más oprimen a las mujeres, cuando algunos de ellos forman parte de su comité ejecutivo?, le pregunté.
Bchelet respondió que "hay miles de problemas diferentes'' en el mundo, y que "vamos a trabajar persistentemente'' para resolverlos.
"En algunos lugares se podrá avanzar más rápidamente en algunos temas, y en otros nos tomará más tiempo. Pero yo soy persistente, soy paciente, y soy muy optimista'', dijo Bachelet.
¿Pero no practica un doble estándar la ONU cuando denuncia los abusos contra las mujeres en países relativamente débiles como Somalia y Congo, y hace la vista gorda ante los abusos contra las mujeres en potencias petroleras como Arabia Saudita, o en potencias nucleares como Pakistán?, pregunté.
"Nosotros vamos a hacer el trabajo con todos los países de manera de lograr resultados. Y eso significa, igual que cuando uno es presidente de la república, que uno elige los temas prioritarios, las estrategias más adecuadas, para conseguir un resultado. Porque no sólo necesitamos que ONU Mujeres levante una voz fuerte para las que no tienen voz, cosa que vamos a hacer, sino también necesitamos resultados'', dijo.
Agregó que una de sus prioridades será "generar liderazgos'', apoyando a personas que luchan por defender los derechos de las mujeres en todas partes.
Cuando le pregunté si América Latina todavía es una región machista, Bachelet contestó que "finalmente, está habiendo un cambio cultural'' en la región, que ha permitido la reciente elección de mujeres en países como Brasil, Argentina, Costa Rica, y Chile. "Pero creo que todavía hay machismo. Tenemos muy pocas mujeres todavía a la cabeza de grandes bancos, a la cabeza de grandes empresas, o en áreas como física, matemáticas o ciencias'', añadió.
Marianne Mollmann, una especialista en derechos de la mujer de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, me dijo que tiene "tda la esperanza del mundo'' de que ONU Mujeres tendrá éxito.
Cuando le pregunté si la nueva organización no se convertirá en algo semejante al controversial Consejo de Derechos Humanos de la ONU –entre cuyos miembros se cuentan varias dictaduras que bloquean cualquier investigación en su contra, lo que le ha restado toda efectividad al Consejo–, Mollmann respondió que se trata de dos organizaciones muy diferentes. Según explicó, el comité ejecutivo de ONU Mujeres no tendrá poderes tan amplios como los miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para fijar la agenda de la organización, o frenar proyectos.
Mi opinión: Bachelet tiene una distinguida trayectoria de lucha por los derechos de la mujer. Durante su presidencia en Chile, estableció entre otras cosas una red nacional de jardines de infantes para mujeres trabajadoras, y creó un sistema jubilatorio para las amas de casa. Fue criticada, con razón en su momento, por no haber sido más firme en la defensa de los derechos humanos universales –hizo una visita oficial para inaugurar una feria del libro en Cuba, una dictadura militar que encarcela a escritores disidentes y prohíbe la prensa independiente– pero fue en líneas generales una buena presidenta.
Espero que Bachelet haga olas en su nuevo cargo, y que no sea devorada por la burocracia y las componendas políticas de la ONU. Si logra generar grandes titulares, será la mejor señal de que estará cambiando las cosas.
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