España no es Irlanda, pero…
24 de noviembre, 2010
24 de noviembre, 2010
España no es Irlanda, pero…
Pues sí, España no es Irlanda. El Gobierno irlandés convocará elecciones en cuanto concrete las medidas de ajuste. Mientras el Gobierno español está dispuesto a aguantar hasta el fin de su mandato. Los irlandeses se han echado a la calle a protestar contra la incapacidad de su gobierno. Mientras los españoles nos hemos limitado a una manifestación oficial, sin consecuencias. Irlanda es un país pequeño que se sanea con 80.000 millones de euros. Mientras España necesitaría 800.000. Sí, hay diferencias entre España e Irlanda, y la mayor de ellas puede ser que los irlandeses han asumido la magnitud de su problema, mientras los españoles aún no lo hemos hecho. Basta oír al presidente, a la vicepresidenta económica, a los quince portavoces, para darse cuenta de que siguen mareando la perdiz y posponiendo las medidas de ajuste, como la regulación de las cajas de ahorro o el modelo laboral, lo que aumenta la desconfianza de los mercados y el precio de nuestra deuda, algo que no va a crear empleo ni a sacarnos del pozo.
Se nos dijo que con el rescate de Grecia la tormenta quedaba atrás. Ahora resulta que hay que rescatar a Irlanda. ¿Y si no es bastante? Las miradas están fijas en Portugal, con España como siguiente. Y nuestro gobierno, con estos pelos, sin acabar de hacer los deberes y asegurando, como hizo el presidente en su última entrevista, que no serán necesarias nuevas medidas de ajuste. Cuando incluso los legos sabemos que se necesitarán más, puede que muchas más.
Zapatero no ha hecho más que perder el tren desde que negó la existencia de la crisis, que convirtió luego en «desaceleración» y hoy ha convertido en simple «debate». Ha perdido el tren de llegar a un gran pacto con el PP, al estilo del que llegaron socialdemócratas y la cristianodemócratas alemanes para hacer frente a la crisis, que ha valido a su país ser uno de los primeros en empezar a salir de ella. Ha perdido el tren de un gran pacto de Estado que abarcase a todos los partidos y a todos los problemas pendientes en España, que son muchos e importantes, pero prefirió un pacto con el PNV y CC, que sólo nos ha traído un aumento del déficit. Y está perdiendo el tren con su propio partido por su viraje económico y en el Sahara, como se verá el domingo en Cataluña y cada vez más en el resto de España.
A estas alturas, sólo le quedan dos opciones: convocar elecciones o anunciar que no se presentará a las próximas, para dedicar todo su tiempo y energía a combatir la crisis. Conociéndole como le conocemos, nos imaginamos que no hará una cosa ni la otra. Seguirá tratando de engañar tanto a la crisis como a los españoles. A los españoles, es posible. A la crisis, nunca.
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