¿Seguridad en los aeropuertos?
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Todo comenzó con la masacre horripilante del 11 de septiembre de 2001. Ese asesinato masivo tuvo lugar debido a la terquedad de los burócratas en la agencia respectiva de seguridad aérea en Estados Unidos (Transportation Security Administration). Dos empresas comerciales de aeronavegación habían desarrollado armas de fuego muy eficaces que, prácticamente sin detonación, servían para defender a la tripulación, a los pasajeros y a la misma aeronave. Pues el gobierno estadounidense les prohibió la utilización de armas y, por ende, los obligó a realizar los viajes desarmados y con el máximo grado de vulnerabilidad. A esto debe agregarse la manía de la identificación editada por agencias de los gobiernos, lo cual constituye la forma más peligrosa de operar.
En su libro Identity Crisis. How Identificaiton is Overused and Misunderstood, Jim Harper explica en detalle los graves problemas y riesgos que crea la intormisión gubernamental en estos delicados asuntos. Le pregunta al lector como se sentiría si el aparato estatal obligara a la utilización de la misma llave para la oficina, la caja fuerte, el automóvil y la casa del titular y, además, la llave fuera fabricada por el gobierno. Eso es lo que ocurre con los “documentos únicos” impuestos por los gobiernos, los cuales constituyen una gran ventaja para los terroristas puesto que con solo falsificarlo tienen todas las puertas abiertas. Por eso es que Harper sugiere la utilización de identificación proporcionada por los privados y en forma cruzada para minimizar riesgos.
En el caso de los aeropuertos, se ha llegado a situaciones invasivas rayanas con el abuso sexual para la revisación de los pasajeros. Primero los esperpentos mecánicos con los problemas que provoca la radiación y que permiten ver a las personas desnudas (por un valor de 300 millones de dólares, y otro tanto para operarlas anualmente, lo cual entusiasma grandemente al lobby de proveedores) y, en repetidas ocasiones, literalmente, los masajes de senos y órganos genitales por funcionarios del aeropuerto. Como ha escrito Ann Coulter, debido a que puede ocultarse un explosivo en el conducto anal, anticipa que una muy buena inversión será el negocio de los guantes de goma y, además, destaca que, a su juicio, la obligación de quitarse los zapatos solo ha contribuido a degradar notablemente los olores en las estaciones aéreas y, asimismo, subraya la estupidez de maltratar a las ancianas que viajan con alicates para las uñas mientras han dejado que terroristas hagan el destrozo mayúsculo en el Trade Center con simples cuchillitos de plástico debido a la antes mencionada indefensión obligada de pasajeros y tripulantes.
Israel que, como es del domino público, se encuentra en estado de guerra permanente debido a las amenazas de las bandas totalitarias, no incurre en semejantes violaciones, vejaciones y humillaciones para contar con vuelos seguros sino que se preocupa y ocupa de conocer los antecedentes de los pasajeros. Pero esta situación puede aún mejorarse en Occidente, descentralizando la seguridad y sacándola de las manos de la burocracia estatal para que cada línea aérea, en el contexto de un proceso evolutivo y abierto, busque los procedimientos que estime adecuados para la preservación de su prestigio, y no como ahora que frente a cualquier error endosan la responsabilidad a los funcionarios gubernamentales que implementan sistemas verticales y centralizados con los desincentivos característicos de la burocracia y los atropellos del Gran Hermano. En el caso de la descentralización en competencia, las empresas buscarán el equilibrio óptimo entre la seguridad y la incomodidad.
En el caso que nos ocupa, al mejor estilo de Woody Allen, también se ha decidido registrar y revisar las pertenencias y la persona del piloto y el co-piloto de empresas comerciales de aeronavegación, como si fuera relevante el que trasporten elementos cortantes cuando, si lo decidieran, pueden estrellar el avión aún sin incluir una tijera en su equipaje. Mientras, si de seguridad se trata, se sigue aumentando la peligrosa, pavorosa e insostenible deuda gubernamental del país del Norte para alimentar el descomunal tamaño del Leviatán (hago una breve digresión para decir que, al contrario de lo que algunos sostienen, el déficit fiscal, siendo grave, no es lo peor -hoy representa nada menos que el 13% de PBI- el problema de fondo consiste en el nivel del gasto público, recordemos que Stalin en su primer quinquenio mantuvo un presupuesto equilibrado pero succionaba casi la totalidad de los recursos de la gente…y a la gente misma).
En todo caso, en materia de seguridad ¿cuál es el objetivo final del terrorismo internacional? : es la liquidación de las libertades individuales. Pues eso es precisamente lo que están logrando. Un ejemplo acabado es el caso de la llamada Patriot Act en Estados Unidos, por la que se permite la detención sin juicio previo y las escuchas telefónicas y la intromisión en el secreto bancario sin orden de juez competente. Y todo esto no se arregla con invasiones militares sino con la aprensión de los responsables a través de los múltiples departamentos de inteligencia. Como han subrayado reiteradamente los Padres Fundadores en Estados Unidos (por su parte, el General George Washington reiteró sus preocupaciones en la materia), las guerras, además de las pérdidas irrecuperables de vidas, significan -junto a los tremendos fiascos- aumentos en el endeudamiento y el gasto públicos, el cercenamiento de la libertad de prensa en nombre de los secretos de estado y la restricción a las libertades individuales en nombre de la seguridad.
Tratar a todo el mundo como delincuente y liquidar la libertad de los ciudadanos es el objetivo del terrorismo, lo cual, como decimos, lo están logrando a pasos agigantados, con lo que, de seguir por esta senda, el Gran Hermano orwelliano estará presente sin necesidad de nuevos actos de terror ya que el terror se habrá introducido como sistema y muchos, en concordancia con la antiutopía de Huxley, pedirán y reclamarán el totalitarismo, paradójicamente para defenderse del totalitarismo.
Confiamos en lo que dice Paul Johnson al finalizar su monumental obra sobre la historia de Estados Unidos: “los americanos [norteamericanos] son, ante todo, un pueblo que resuelve problemas. No creen que en este mundo hayan situaciones que estén más allá de la capacidad humana para curar y rectificar”. El tema de la seguridad no es menor, pero solo es posible mitigar entuertos de índole diversa con mentes abiertas, sin anteojeras, que permitan mirar en otras direcciones, para lo cual el primer requisito es ser consciente de la propia ignorancia; en este sentido Ortega escribió que “Quien no sienta voluptuosamente esta delicia socrática de la concreta ignorancia, esa herida, ese hueco que hace el problema en nosotros, es inepto para el ejercicio intelectual”.
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