El antiimperialismo bolivarista
Sería injusto regatearle al señor Chávez el puesto número uno entre los gobernantes del mundo con la retórica más radicalmente antiimperialista. Ni el iraní Ahmadinejad ni el norcoreano Kim Jong Il, ni mucho menos los hermanos Castro Ruz se le acercan en materia de discursos incendiarios en contra de Washington y sus voceros oficiales, antiguos y presentes.
El reciente sainete escenificado en el Salón Elíptico del Capitolio Federal es una muestra adicional de la estrategia propagandística del régimen bolivarista, que coloca al “imperio” como el alfa y omega de los males patrios, en el entendido, claro está, que la sumatoria de todos los críticos nacionales de la pretendida revolución, también forma parte de la vituperada garra imperial, solo que en versión doméstica y apátrida.
Pero tan obsesivo antiimperialismo tiene una faceta de lo más particular. Y es que en el 2010 el intercambio comercial con los EE UU llegará a los 50 mil millones de dólares. Cerca de 30 mil millones en exportaciones petroleras al mercado gringo, y alrededor de 20 mil millones en importaciones de productos originados en yanquilandia.
El valor de esas exportaciones petroleras supone un aumento considerable con respecto al 2009, sobre todo por la mejoría de los precios petroleros, y no es mayor porque la deteriorada capacidad productiva de Pdvsa y sus empresas mixtas no lo permite. Sin ir muy lejos, en el 2008, cuando Chávez acusaba a Bush de encarnar al diablo, la relación comercial Venezuela-EE UU alcanzó el máximo histórico de 70 millardos de dólares.
De allí que los colegas latinoamericanos de Chávez empiezan a mirarse socarronamente, cada vez que éste abre las discursivas baterías antiimperiales en cualquiera de las numerosas cumbres que los reúnen. Fue el peruano Alan García quien en una de esas no resistió la tentación de observar que con semejante chorro de petrodólares, él también sería igual de antiimperialista…
En este tema como en tantos otros, la distancia entre las palabras y los hechos es oceánica. Así por ejemplo, al diputado Roy Daza se le olvidó mencionar en el ortodoxo manifiesto que leyera en el referido sainete, que ese agresivo y amenazante imperio es, al mismo tiempo, el principal socioeconómico de la desafiante y amenazada revolución. Acaso miss Gollinger alegaría que las artes dialécticas no están reñidas con la redención planetaria…
Sin embargo, poco le importa al oficialismo la aplastante evidencia de su hipocresía, porque la identificación del enemigo imperial viene como anillo al dedo en la aplicación del principio goebbeliano de la victimización. Así, toda expresión de descontento político, económico y social de los venezolanos, no sería más que el producto elaborado por la maquinaria desestabilizadora de la Casa Blanca.
El antiimperialismo bolivarista se las trae. No hay duda. Y mientras más dólares del Tío Sam entran en las arcas revolucionarias, más ruidosa es la querella contra el norte y más intensa la confrontación con la Venezuela democrática.
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