Veritate et Ratio
No puedo dejar de reconocer que cada día estoy más influenciado por el pensamiento de David Hume. Es más he llegado a la conclusión de que sólo a partir de su pensamiento podemos empezar a comprender el mundo que nos ha tocado vivir. En ese sentido creo que uno de sus preceptos fundamentales fue su escepticismo respecto a la razón. Es por ello que hoy pretendo involucrarme en este pensamiento que lo definió diciendo: “La razón es y solo puede ser esclava de las pasiones”.
Yo sé que el precepto anterior es un desafío trascendente a la aparente percepción universal del rol preponderante de la razón en la naturaleza humana. Tanto así que suponemos, o más bien presuponemos que es la razón la que distingue al hombre de los animales. Y es en ese sentido que hemos llegado a aceptar la sinonimia entre la razón y la verdad. Tanto así que cuando alguien se equivoca, lo consideramos un irracional. Pero voy a echar mano de Aristóteles y me permito desarrollar el siguiente silogismo: “Si los hombres son racionales, y la razón es sinónimo de verdad, ergo el hombre parece haber sido irracional a través de la historia”.
Pero más aún si solo son racionales los que no se equivocan me atrevería igualmente a decir que todos los hombres (perdón y mujeres) seguimos siendo irracionales. Esta ratiolatría ha sido pues desvirtuada en los hechos, por más que los mismos la seguimos ignorando. Pero volviendo a David Hume, cuando dijera: “Somos liberados de una duda pirrónica, gracias a los elementos no racionales de nuestra mente”. Pero siguiendo, si la razón fuere el elemento vital de nuestra naturaleza, entonces no nos quedaría más remedio que hacer esa clasificación de los hombres y de las sociedades en términos de racionalidad. Podríamos concluir entonces que las sociedades de países atrasados son irracionales. Entonces ¿qué son los hombres que las constituyen?.
El juicio anterior sin embargo, nuevamente se contradice con la historia. El llamado Iluminismo, al que me he permitido clasificar como el oscurantismo de la razón, trajo sin lugar a dudas el totalitarismo, de sociedades como la alemana. Allí se desarrolló el racionalismo moral, que se iniciase con Rousseau y se pusiera de manifiesto con Kant y sus imperativos categóricos y la razón en la historia. Por supuesto estos principios fueron llevados por Hegel a sus últimas consecuencias. De conformidad con el idealismo dialéctico, el antagonismo Kantiano determinó la racionalidad de la guerra y por supuesto la concupiscencia del comercio. Así en nombre de la razón Marx desarrolló el materialismo dialéctico e igualmente en nombre de la razón la lucha de clases y la dictadura del proletariado.
Diría que Hume desarrolló un pensamiento fundamental de Aristóteles que en su “Moral a Nicómaco” escribió: “Las distinciones que se hacen del juicio son las de verdadero o falso y no las de bien y mal. Estas últimas son aplicables sobre todo a la intención, a la preferencia reflexiva” y sigue Hume en esa línea cuando dice: “La razón es el descubrimiento de la verdad o la falsedad. La verdad o la falsedad consiste en el acuerdo o desacuerdo, bien en la relaciones de ideas, o de existencia real cuestiones de hecho…”. Las acciones pueden ser laudables o culpables, pero no pueden ser razonables”.
Se que toda esta disquisición puede parecer esotérica, pero mal que nos pese es a partir de esta disquisición que se desarrollaron en el Occidente geográfico las dos filosofías políticas más antitéticas de la historia: la libertad y el totalitarismo. La confusión reinante al respecto la podemos comprobar cómo en un reciente ensayo de Rodney Stark: “The Victory of Reason” (La Victoria de la Razón). En el mismo sostiene nada más y nada menos que esa victoria de la razón se debió al cristianismo. Más aún a diferencia de Weber sostiene que el proceso racional en Occidente, por supuesto Europa comienza con la Iglesia Católica. Seguidamente llega a la conclusión más controvertible, que fuera que el desarrollo de Estados Unidos se debió a que fueron modelados por Inglaterra en tanto que el languidecimiento de América Latina se debió a su descendencia española. Pero aún insiste que el problema en nuestra región se debió a que la Iglesia Católica era muy débil. Una conclusión de esa naturaleza, más allá de que es una falacia monumental, nos dejaría inermes ante la posibilidad de futuro.
Otra contradicción inherente a conclusiones de ésta naturaleza es que una vez que se acepta el derecho a la libertad religiosa, es necesario abandonar todo intento de explicar la creencia en términos racionales. Es evidente que si la razón es la forma de hallar la verdad, solo habría una religión verdadera y la supuesta libertad religiosa entrañaría un mito. Por ello considero que las encíclicas de Juan Pablo II, pero escritas por el actual Papa. Veritates Splendore y Fides et Ratio. Incurren en esa contradicción evidente de pretender la racionalidad del las creencias del catolicismo.
Demás está decir que si el a mi juicio mal llamado capitalismo, fuera el producto del Protestantismo, (Weber) o del catolicismo (Stark), los indios, los chinos y los japoneses tendrían que convertirse. Y si mal no recuerdo en primer lugar la India hizo su aparición 2000 años antes que Europa y podría decir que en el Upanishad encontramos principios que se podrían asimilar al Evangelio. La China siguiendo más hoy a Confucio que a Marx (Occidental) ha dado un salto cuántico en su desarrollo. Y por favor no olvidemos el marxismo es occidental y está vigente, Bernstein mediante, en la Unión Europea, a través del Estado de bienestar de la social democracia. El problema de América Latina no ha sido la religión sino el uso político de la misma. Pero tengamos en cuenta asimismo que el terrorismo occidental que padecemos en nuestro continente, hoy disfrazado de socialismo del siglo XXI se funda igualmente en el racionalismo europeo.
Por tanto volviendo a David Hume aceptamos que la naturaleza humana es universal. Por ello dijo: “Es imposible cambiar o corregir algo material en nuestra naturaleza, lo más que podemos hacer es cambiar nuestras circunstancias y situación”. Esa situación es la que se deriva del Rule of Law que es el sistema ético, político y jurídico que determinó un cambio en los comportamientos, que constituyó un punto de inflexión en la historia. Y cuando hablaba de nuestra naturaleza no se refería a los ingleses sino a la humanidad. Por ello podemos ser optimistas, y en la medida que podamos superar la demagogia implícita en el racionalismo socialista, todos los países podremos aspirar a alcanzar el reino de la libertad partiendo de la admisión de la naturaleza humana tal cual y no como debe ser. Y por tanto no olvidemos que son nuestras pasiones las que determinan nuestros objetivos pues son los sentimientos los que nos hacen felices, o nos causan tristeza. La razón es instrumental y falible por más que sea el único instrumento de que disponemos para tratar de encontrar el camino.
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