El Mercosur es una joda
Cuando el Foro de Periodistas Paraguayos (Fopep) diseñó junto con organizaciones hermanas de Brasil y Argentina un seminario periodístico Triple Frontera, se puso énfasis en que periodistas y estudiantes de periodismo pudieran “probar” lo que es, en un mismo día, cruzar las tres fronteras.
El sábado pasado fue el día escogido. El día D. Tres ómnibus y un microbús repletos de periodistas y estudiantes dispuestos a hacer de conejillos de indias partimos de Ciudad del Este, convencidos de que el sistema jamás podría ser tan malo como lo sugerían los “pesimistas” colegas nuestros que trabajan en la frontera.
Pasamos frente a aduaneros y autoridades de migración del Paraguay que no dijeron ni mu. En contrapartida, cuando llegamos a la aduana brasileña, lado de Foz, empezó la confusión. “Ellos quieren subir a los ómnibus, carguen con sus documentaciones” gritó uno de los guías. Otro subió con la contraorden: “Carguen sus documentos, tienen que bajar”.
Permanecimos en racimos humanos al lado de las casetas donde se hicieron los documentos. Nadie llevaba bultos, ni bolsones que pudiera sospechar tráfico o contrabando; y, pese al anuncio de que era solo en tránsito, el control casi policíaco fue generalizado.
Casi una hora después, subimos todos una vez más a los ómnibus. Recorrimos un par de cuadras dentro de Foz, y llegamos nuevamente a la frontera entre Brasil y Argentina. Uno de los guías se acercó otra vez a decir: “Bajen nuevamente, cada uno con sus documentos, tenemos que volver a salir del Brasil”. Vuelta a formar fila, ardiente sol fronterizo, subir y bajar de ómnibus, más trámites, y el fastidio de los periodistas extranjeros que habían venido de EE.UU. y Chile. “¿No es una broma esto? ¿Y el Mercosur?”.
Media hora después, vuelta al ómnibus, andar unos pocos metros y vuelta a bajar otra vez en el territorio argentino: los argentinos no sabían qué hacer con nosotros. “Suban, bajen, vengan, quédense, entren, salgan”. El intento de que cada periodista experimentara en carne propia lo que significa moverse legalmente entre las tres fronteras naufragó media hora después cuando se pidió auxilio al cónsul so pena de quedarnos a pasar el día en la Gendarmería.
Cuando acabaron los últimos trámites, habían sido tres horas y media las perdidas en dos puestos fronterizos de Brasil y uno de Argentina. Y si la experiencia de ida nos sobrecogió de rabia y de impotencia, a la vuelta la suma del cansancio más la soberbia de los gendarmes hizo que varios colegas argentinos perdieran la paciencia a sus connacionales con quienes se agarraron verbalmente. Tan peligrosos les habremos parecido que llamaron a fuerzas de seguridad para tenernos bajo control.
El domingo pasado, más de 100 periodistas y estudiantes vivimos una experiencia única –ojalá– con una sola certeza: si nos hubiéramos disfrazado de contrabando o de trata de personas, hubiéramos pasado veloces como el rayo. Intentar hacer bien las cosas, documentadas, y gozar de los privilegios del Mercosur es un chiste.
En general, más que chiste, parece que el Mercosur es una joda. Yo que Chávez, no gastaría tanto dinero para entrar.
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