Escuelas económicas (III)
El Periódico, Guatemala
En mi anterior columna les mencioné los conceptos tan importantes que aportaron los miembros de la Escuela Escolástica, en relación a la formación de los precios (Teoría del Valor), y en relación a la Teoría Monetaria.
Estos aportes son importantes, pues hoy todavía no hemos comprendido en su totalidad la magnitud del problema, derivado de la manipulación de los precios, incluyendo salarios, y tasas de interés, ni hemos entendido cómo los ciclos económicos son consecuencia de la manipulación del dinero y del crédito, un vicio que ya tiene varios siglos.
Las lecciones en economía, de los teólogos de la Escuela Escolástica, tuvieron influencia en los pensadores del continente europeo, especialmente en Hugo Grotius, Samuel Pufendorf, Ferdinando Galiani y otros, pero no en los pensadores de la isla Británica.
Hasta 1776 el estándar de vida de casi toda la humanidad –exceptuando a la nobleza–, había permanecido casi sin cambio, y la economía no existía como una disciplina formal. Esta situación cambió gracias a la Escuela Clásica de Economía, liderada por el escocés Adam Smith, y la publicación de su obra –An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations– (La riqueza de las naciones). El mismo año que los EE.UU. alcanzaba su independencia política, Smith con esta obra declaraba la independencia económica para los que no pertenecían a la nobleza.
La tesis de Adam Smith era opuesta a la creencia de que la riqueza es fija, por lo que una Nación debe exportar productos con el fin de atesorar oro y plata, o en todo caso expoliar estos metales por la fuerza, como lo hicieron España y Portugal con las colonias.
Para Smith la riqueza de las naciones radica en la división del trabajo, por lo que el comercio internacional –hoy le llamamos globalización– es clave para conseguirla. En toda su obra insiste en el concepto de “libertad natural” en el proceso económico, el cual bajo ese modelo ya no es un juego de suma cero, sino que es un juego de suma positiva. Los participantes en el proceso económico ya no tienen conflicto de intereses sino que armonía de intereses.
Esta libertad natural también se aplica al derecho de ahorrar, invertir y acumular capital sin interferencia del Gobierno, factores claves para conseguir crecimiento económico.
Para Smith también eran importantes las políticas públicas, un clima competitivo y una administración de empresas responsable.
Para Smith la prosperidad se logra con libertad, competitividad y justicia –acciones honestas de acuerdo a las reglas de la sociedad. Esto último es importante para el decano de los Clásicos, ya que años antes había escrito Theory of Moral Sentiments, y además era muy cercano a David Hume, máxima autoridad en el campo de la ética.
La contribución más famosa de este personaje se basa en su creencia de que los individuos buscando su beneficio propio, en un mercado competitivo, contribuyen a formar una sociedad próspera. Esta creencia la expresó así: “By pursuing his own self interest, every individual is led by an invisible hand to promote the public interest”. Aquí Smith lo que quiere decir es que una persona solo puede mejorar satisfaciendo las necesidades del prójimo, y mientras más efectivo sea en lograrlo, mayor será su recompensa. Eso sí, no debemos confundir self interés con greed, vanity o egotism. Adam Smith compartió con los Escolásticos su preferencia por tener dinero estable con patrón oro, pero se desvió de esa escuela en lo relativo a la Teoría del Valor.
- 23 de enero, 2009
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