Riesgo e incertidumbre
Así, si ven una fábrica, piensan que ya estaba escrito en algún lugar que tenía que haber una fábrica así, que su éxito estaba asegurado y que lo único que faltaba era que alguien llegara y la pusiera para ganar enormes cantidades de dinero sin hacer nada. Como en esa concepción del mundo no existen los riesgos y menos aún la incertidumbre, es muy difícil que las personas que la tienen logren aprehender cuán fundamental es el papel que juegan en la economía.
Lord Keynes, un famoso economista británico, definió los dos conceptos —riesgo e incertidumbre— y dedicó su vida a analizar los efectos que cada uno de ellos tiene en la inversión y el crecimiento económico.
El riesgo existe en aquellas actividades que suceden al azar pero dentro de límites muy claros y medibles de lo que puede suceder, como cuando se trata de la posibilidad de que un edificio se queme o no se queme, o de que una persona muera antes de los ochenta años o no. Cuando esto es así, es posible calcular las probabilidades de que una cosa u otra pueda suceder. Una vez que el riesgo se mide, se puede costear, y puede convertirse en un negocio estable aunque trate con riesgos.
Este es el caso de las compañías de seguros, o de los casinos, que viven de tomar riesgos muy bien identificados y medidos. Es el caso también de los bancos, que confrontan los riesgos de que en circunstancias normales una persona pague o no pague su crédito. En realidad, es el caso de todas las empresas, que confrontan diversos riesgos en sus operaciones. De hecho, la existencia de riesgos estimula la inversión para reducirlos.
Diferente es la incertidumbre, que existe cuando cualquier cosa devastadora puede pasar, incluyendo cosas que sólo pasan una sola vez en la historia y que, por no repetirse, no puede estimarse el riesgo de que sucedan. Este tipo de eventos nulifica cualquier cálculo de riesgos. ¿De qué sirve, por ejemplo, haber estimado correctamente que en circunstancias normales el 98 por ciento de la gente pagaría sus deudas en Cuba si de pronto, como pasó allí en los años cincuenta, suben al gobierno personas que confiscan todo?
La posibilidad de que algo así suceda es lo que Keynes definió como incertidumbre. Pensando en ella es que él asimiló la decisión de hacer una inversión con la de hacer una expedición al Polo Sur, un acto de fe en el futuro hecho por alguien que sabe que le pueden pasar muchas cosas malas pero que no tiene idea de qué tipo y gravedad o si en realidad le van a pasar o no.
Diferente del riesgo, que puede manejarse, la incertidumbre es destructiva. No puede eliminarse y ni siquiera puede compensarse. Como en el caso de Cuba, un solo evento puede terminar con todo. Sí puede mitigarse con obras de protección contra desastres naturales, o, en el caso de la incertidumbre política, con la existencia de un régimen de derecho. El problema que tiene nuestro país es que el partido en el gobierno no sólo no trata de mitigar la incertidumbre política sino que se ocupa de empeorarla, anunciando continuamente que quiere establecer un régimen como el cubano y asegurando que si todavía no lo ha hecho es porque no ha podido.
Esto es peor que la incertidumbre pura, ya que es una amenaza real que no es una certidumbre de desastre sólo porque hay dudas de si el FMLN podrá cumplir con su amenaza. En una situación así, los inversionistas de todos los niveles deciden no invertir, esperando a ver si la próxima vez no ganará el FMLN. Esto está acabando con la inversión en el país. Habrá mucha gente que cree que los únicos que pierden al no invertir son los inversionistas mismos. Sin duda que ellos pierden. Pero pierde más el país, ya que al no invertir no se generan puestos de trabajo ni crecimiento económico.
Si el electorado quiere realmente mejorar la economía del país, es esencial que comprenda que las amenazas que el FMLN profiere continuamente son el obstáculo más grande que hay para la inversión. Debe entonces exigir al FMLN que cambie radicalmente su actitud, de promover la incertidumbre y el miedo en los inversionistas, a promover la estabilidad jurídica y la armonía social y política.
Alternativamente, el electorado deberá aceptar que nunca habrá desarrollo económico en el país, que el desempleo siempre será alto, y que los salarios siempre serán bajos, porque no habrá maquinaria para multiplicar los esfuerzos de los trabajadores.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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