La tragedia que cambió el curso de la crisis griega
ATENAS—Desde su oficina en el tercer piso de un banco en el centro de esta milenaria ciudad, Angeliki Papathanasopoulou, embarazada de cuatro meses, trataba de calmar a su madre al otro lado del teléfono.
Era mediodía del 5 de mayo y la tensión se palpaba en las airadas multitudes que abarrotaban las principales plazas de Atenas para protestar por los drásticos recortes de gastos que Grecia tenía que hacer para recibir un paquete de rescate internacional.
"No te preocupes", le dijo Papathanasopoulou, de 32 años, a su madre. "Estoy en un piso superior".
Poco después de las 2 de la tarde, cuando los manifestantes pasaban por delante de su edificio en la calle Stadiou, varios encapuchados rompieron una ventana, vertieron gasolina en el suelo y tiraron un cóctel molotov. El humo tóxico se expandió por el banco de tres pisos, obligando a 24 trabajadores a escapar por ventanas o saltar a los tejados de edificios contiguos.
"Lo hacíamos todo juntos. Éramos íntimos amigos", dice su marido, Christos Karapanagiotis. "Nadie se podía imaginar esto".
Durante décadas, Grecia había tolerado las protestas —en ocasiones violentas— contra el Estado. El sector anarquista radical de Atenas incluso disfrutaba de legitimidad moral para muchos griegos. Su actitud reflejaba la profunda desconfianza de la sociedad en sus dirigentes y, más recientemente, su malestar ante una crisis de deuda que dejó al país al borde de la bancarrota.
El 5 de mayo lo cambió todo.
Las muertes de tres trabajadores inocentes conmocionaron a Grecia, cambiaron el estado de ánimo nacional y el rumbo de la crisis de este año. En lugar de la inestabilidad social que muchos temían, la oposición en Grecia a la mayoría de las drásticas medidas de austeridad que se han anunciado últimamente en la zona euro ha sido escasa. La esperada reacción contra el gobierno socialista gobernante no se materializó en las recientes elecciones locales. Hace poco, cuando el gobierno anunció nuevos recortes presupuestarios, las calles estuvieron en su mayor parte tranquilas.
Algunos griegos afirman que fue necesaria una tragedia para derribar la romántica idea de rebelión arraigada en su historia de resistencia al Estado, forzando a una desconcertada sociedad a encarar la inevitabilidad de una radical reestructuración económica. Los medios de comunicación griegos no pasaron por alto que las tres personas que murieron habían ido a trabajar ese día en lugar de unirse a las manifestaciones.
Nueva realidad
"Las muertes marcaron el primer día de un nuevo reconocimiento de la realidad", afirma Panagiotis Petrakis, un reconocido economista griego. "No es una realidad optimista, pero ahora la gente admite que el viejo modelo económico, basado en la deuda, ya no nos puede alimentar".
Papathanasopoulou y los dos amigos que murieron con ella —Vivi Zoulia, de 34 años; y Nondas Tsakalis— se han convertido en el símbolo de algo más profundo: la lucha de una generación de jóvenes griegos con estudios superiores que intenta labrarse una vida en una economía a menudo esclerótica.
Los tres empleados habían seguido un camino muy trillado: infancias en las idílicas costas griegas, títulos postuniversitarios en el extranjero y el dilema entre contribuir a mejorar su país o probar suerte con una carrera en el extranjero. Miles de griegos optan por irse a otros países, provocando un éxodo de profesionales altamente calificados. Unos 110.000 graduados universitarios griegos, la mayoría con títulos de maestría o doctorado, viven en el extranjero, casi 10% de todos los griegos con estudios universitarios, según una reciente encuesta.
El banco donde trabajaban las víctimas, Marfin Egnatia Bank, pagaba salarios superiores al promedio en Grecia, si bien aún bajos comparado con los estándares europeos. Amigos y familiares de los tres dicen que consideraban a Marfin como un empleador meritocrático, sin el nepotismo y corrupción existente en muchas instituciones griegas.
Pero un informe del Ministerio de Trabajo griego sugiere que la sucursal bancaria en la calle Stadiou participó en lo que algunos observadores locales describen como el deporte nacional griego de saltarse las reglas. El reporte determinó que la sucursal no tenía el permiso de seguridad contra incendios exigido por ley, no llevaba a cabo simulacros de incendios y tan sólo tenía una salida de emergencia, operada por un control remoto difícil de encontrar entre el humo.
Poco despúes de que Papathanasopoulou volviera de su luna de miel en septiembre de 2009, Grecia comenzó su caída. Las elecciones nacionales de octubre dieron paso a un nuevo gobierno socialista, que declaró que el gobierno conservador recién derrotado había declarado un déficit presupuestario nacional muy inferior al real. La brecha deficitaria superior a 12% del Producto Interno Bruto, más de tres veces la cifra oficial estimada anteriormente, estremeció a los mercados internacionales.
A medida que los inversionistas se deshacían de los bonos griegos, el gobierno anunció recortes de gastos y aumentos impositivos incluso más severos. Los sindicatos protestaban con creciente vehemencia. La huelga nacional del 5 de mayo atrajo a más de 100.000 manifestantes. El parlamento griego tenía previsto votar al día siguiente un recorte a las pensiones y a los salarios del sector público y otras medidas imprescindibles, a cambio de un rescate de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional.
La principal manifestación circulaba por la calle Stadiou, donde la mayoría de tiendas y bancos, acostumbrados a las protestas, habían bajado las persianas metálicas. Pero la sucursal de Marfin no contaba con persianas.
Un ejecutivo del banco afirmó que las regulaciones griegas prohíben la instalación de persianas metálicas en edificios neoclásicos, y añadió que fue decisión del director del banco de permanecer abiertos, si bien los empleados podían decidir si acudir o no al trabajo.
La noticia de las muertes acalló las protestas. El parlamento griego adoptó el programa de austeridad al día siguiente en medio de apagadas manifestaciones. Miles de atenienses protestaron cerca del banco contra la violencia. Aún no se ha arrestado a los manifestantes que provocaron el incendio.
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