El censor Chávez
Primero lo obvio. Hugo Chávez no gobierna Venezuela como un demócrata. Segundo, Venezuela ya no es una democracia. Tercero, las libertades individuales, la libertad de prensa, la internet y los disidentes corren graves peligros en el país.
La actual Asamblea Nacional –dominada por seres políticamente invertebrados que no se atreven jamás a oponerse a una orden de Chávez– le otorgó al presidente nuevos poderes para gobernar por decreto por 18 meses. La decisión tiene una sola explicación: Chávez quiere gobernar solo y saltarse las limitaciones que seguramente le pondrá la nueva Asamblea, que toma posesión el 5 de enero y donde hay 65 legisladores de la oposición.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo que "lo que (Chávez) está haciendo aquí es subvertir la voluntad del pueblo venezolano''. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos teme que esto afecte a opositores políticos, medios de comunicación (como Globovisión) y a grupos de derechos humanos. Tienen razón.
Es verdad que Chávez ha ganado varias elecciones utilizando, dicho sea de paso, todos los recursos del Estado para extraer votos. Pero aún concediendo que Chávez tiene un importante apoyo electoral dentro del país, ya es imposible calificar a Venezuela como una democracia.
No hay balance de poder en Venezuela. Los poderes legislativo y judicial dependen del ejecutivo, al igual que el ejército, el organismo electoral y la mayoría de los medios de comunicación. La nueva constitución fue redactada por chavistas. Y el presidente, desde luego, ya anunció sus planes para reelegirse en el 2012.
Hay muchas cosas en las que Venezuela podría parecerse a China: en su competitividad, en su comercio exterior y en su control sobre la criminalidad. Pero hay otras en las que el presidente Hugo Chávez haría bien en no parecerse, como la falta de libertades individuales, la censura a la prensa y la represión a los disidentes. Chávez, sin embargo, ha decidido copiar a China en esto último.
A pedido de China, el gobierno de Chávez se unió al boicot de la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz en Oslo al disidente chino Liu Xiaobo. La silla de Xiaobo apareció vacía. Y ahora Chávez quiere copiar a China en su control sobre la internet.
No entiendo por qué Chávez abrió su cuenta en Twitter (@chavezcandanga) y ahora está interesado en censurar su uso, al igual que el de Facebook y otras redes sociales. Quizás se asustó de la libertad, poder de convocatoria y críticas de los twiteros. Y ahora les quiere quitar la luz.
Imitando a China, las reformas a la Ley de Telecomunicaciones en Venezuela buscan censurar cualquier opinión contra el régimen chavista. La reforma a la ley propone que los medios de comunicación y proveedores de servicios de internet prohíban mensajes que "desconozcan a las autoridades fomenten zozobra en la ciudadanía e inciten o promuevan el odio''. ¿Quién decide si alguien viola la ley? Chávez y sus censores.
¿Qué va a pasar si un twitero critica las ambiciones de Chávez de perpetuarse en el poder? Si un amigo le dice a otro por Facebook que Chávez es un dictador ¿podría terminar preso? Si alguien critica a Chávez en un blog desde el exterior ¿será interrogado, detenido o deportado al aterrizar en Caracas?
El texto del proyecto de ley de medios dice: "Los proveedores de servicios de internet deberán establecer mecanismos que permitan restringir, sin dilaciones, la difusión de mensajes y acceso a portales.'' Traducción: si algo no le gusta a Chávez, se va a censurar.
Al igual que en China, es posible que en Venezuela quieran establecer una central de comunicaciones con la capacidad de interceptar y bloquear cualquier información, ya sea por televisión, radio o internet, antes de que llegue a la gente.
Como a muchos aprendices de dictadores, a Chávez no le basta el tener control casi absoluto de lo que ocurre políticamente en Venezuela. Ahora tampoco le gusta que hablen mal de él. Desapareció cualquier vestigio de tolerancia democrática.
Chávez terminó por quitarse la máscara de demócrata con que se presentó a los votantes en 1998. Mintió y ganó. Y ahora ¿cómo bajarlo del poder? Solo con votos, solo por las buenas, no con un golpe de Estado. Eso no se vale. Pero el camino es cada vez más difícil. Se aprietan aún más las tuercas del sistema autoritario que regentea.
Con la nueva ley, Chávez no solo gobernará por decreto sino que, en la práctica, se convertirá también en censor en jefe.
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