El mito de la islamofobia
Cuando ese provocador interrogante era publicado en la portada de Time en agosto, la crónica que lo acompañaba se esforzaba por insinuar, apoyándose en pruebas circunstanciales, que la respuesta era positiva. La relación más reciente de datos del FBI relativos a delitos de odio sugiere que mucho más plausiblemente, la respuesta es negativa.
Time publicada ese artículo en medio del revuelo generado por los planes de construir una mezquita y centro cultural islámico en las inmediaciones de la Zona Cero de Nueva York, y no mucho después de que un pastor chiflado en Gainesville hubiera anunciado sus planes de quemar ejemplares del Corán el aniversario de los atentados del 11 de Septiembre. La crónica destacaba que un puñado de proyectos de construcción de mezquitas en toda la nación se han encontrado con "amarga oposición", y citaba la afirmación de un catedrático de la Universidad de Duke de que tal resistencia es "parte de un patrón de intolerancia" contra los musulmanes estadounidenses. Pero la crónica reconocía francamente que "no existe ningún indicio de violencia contra los musulmanes" y que "la islamofobia en Estados Unidos no se acerca a los niveles que se ven en otros países".
De hecho, como señalaba Time, mientras que puede haber confrontación puntual a cuenta de un proyecto inmobiliario musulmán, "hay hoy alrededor de 1.900 mezquitas en Estados Unidos, más que las 1.200 que había en 2001". Incluso después del 11 de Septiembre, en otras palabras, e incluso mientras los islamistas radicales han seguido fijando sus miras en los estadounidenses, los lugares musulmanes de culto han proliferado en Estados Unidos. Y cada vez que el prejuicio anti-islámico sin paliativos ha hecho acto de presencia, "ha sido denunciado por colectivos cristianos, judíos y seculares". (Ejemplo: el rechazo integral al pastor de Gainesville).
Estados Unidos es muchas cosas, pero "islamófobo" patentemente no es una de ellas. Como la propia Time reconoce: "Los sondeos han demostrado que la mayoría de los musulmanes se sienten más seguros y libres en Estados Unidos que en ninguna otra parte del mundo occidental".
Esa opinión está claramente respaldada por las estadísticas de delitos de odio en Estados Unidos recién difundidas por el FBI.
En 2009, según datos reunidos por más de 14.000 agencias del orden a nivel nacional, se produjeron 1.376 delitos de odio motivados por prejuicios religiosos. De ellos, sólo un 9,3 por ciento – menos de 1 de cada 10 – se cometieron contra los musulmanes. Por el contrario, el 70,1% se cometieron contra los judíos, el 6,9% contra los católicos o los Protestantes, y el 8,6% contra el resto de religiones. Los delitos de odio movidos por los prejuicios anti-musulmanes son superados holgadamente por los delitos antisemitas por un margen de casi 8 a 1.
Año tras año, los judíos estadounidenses son objetivos de los delitos de odio mucho más probables que ninguna otra minoría. Tal fue el caso hasta en el año 2001, el peor año de delitos de odio anti-musulmán con diferencia, en el que se denunciaron 481 — menos de la mitad de los 1.042 delitos de odio contra judíos recogidos por el FBI ese mismo año.
¿Todo esto significa que Estados Unidos es, en realidad, un semillero del antisemitismo? La revista Time se habría acercado más a la realidad de haber planteado: "¿Es Norteamérica judeófoba?"
Por supuesto que no. Un solo delito de odio es demasiado, pero en una nación de 300 millones de habitantes, todos los delitos de odio juntos no suponen sino una gota en el mar. No voy a restar importancia a los 964 delitos de odio perpetrados contra los judíos el pasado año, ni los perpetrados contra los musulmanes (128), los católicos (55) o los Protestantes (40). Algunos de esos ataques fueron especialmente impactantes o destructivos, todos ellos merecen ser castigados. Pero sin duda, la conclusión más evidente de las estadísticas del FBI no es que los delitos de odio con base religiosa sean muy frecuentes en Norteamérica. La conclusión es que son muy infrecuentes.
En una columna publicada hace unos años, escribí que Norteamérica ha sido para los judíos "un puerto franco virtualmente sin parangón". Ha sido lo mismo para los musulmanes. Por supuesto, hay tensión y hostilidad a veces. ¿Cómo no podría haberla, cuando Norteamérica está en guerra con yihadistas violentos que han hecho tanto daño en nombre del Islam? Pero para los musulmanes americanos como para los judíos americanos, la tensión y la hostilidad son la excepción. La tolerancia ejemplar de los Estados Unidos es la regla.
- 23 de enero, 2009
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