El año WikiLeaks
Falta menos de una semana para que finalice el 2010 y me vienen a la mente algunos momentos memorables. Episodios tristes. Personajes que se encumbraron o que se hicieron famosos de la noche a la mañana por un hecho atrevido que nos sacudió inesperadamente. Ese sería el caso de Julian Assange y su insaciable web WikiLeaks, que no es el monstruo de las galletas, sino el de las filtraciones que hacen sonrojar al versallesco mundo de la diplomacia. Pero antes de recalar en l&grave enfant terrible de internet y sus cuitas con la justicia, no quisiera despedir este año que ya se difumina en el tiempo sin rememorar otros acontecimientos que, al menos para mí, se me han quedado clavados en la memoria.
• El discurso de aceptación del Premio Nobel de Mario Vargas Llosa. El invierno de Estocolmo se deshizo en la prodigiosa calidez del más grande escritor vivo en lengua castellana. Vargas Llosa hizo un recorrido de su vida y de su trayectoria literaria donde no faltaron duras críticas a las dictaduras que azotan el planeta y una mención especial a la disidencia. La gran sorpresa fueron sus lágrimas al referirse a su esposa Patricia. Emocionado y con la voz quebrada, el autor de El sueño del celta la homenajeó con un «Ella lo hace todo y todo lo hace bien.» Era la primera vez que un Nobel lloraba y todos lloramos con él.
• Un día después de que Vargas Llosa fuese galardonado, la silla del opositor chino Liu Xiaobo se quedó vacía en Oslo a la hora de la entrega del Premio Nobel de la Paz que le habían concedido. Este líder de la trágica revuelta en la Plaza de Tiananmen permanecía incomunicado en una miserable celda mientras su esposa y familiares sufrían arresto domiciliario. Las autoridades chinas bloquearon el único acceso a Internet que controla el gobierno, para que la población no pudiese seguir la ceremonia del Nobel que reconocía la integridad y valentía de Xiaobo. Una vez más quedó claro que las relaciones comerciales y los turistas accidentales no son garantía de apertura y democracia.
• A las pocas semanas de que Vargas Llosa pidiera justicia para Xiaobo en China y Las Damas de Blanco en Cuba, otro disidente, Guillermo Fariñas, tampoco pudo acudir al Parlamento Europeo a recoger el Premio Sajarov a la Libertad. La dictadura cubana le negó el permiso de salida y en Estrasburgo su silla quedó huérfana, pero amparada por una bandera cubana que llenó la ausencia de este activista imbuido por el espíritu de Gandhi. En el auditorio se pudo escuchar el mensaje que envió al exterior: Fariñas insistió en la importancia de continuar condenando al régimen de La Habana. Su pensamiento encajaba con lo mantenido por el Nobel de Literatura en Suecia: las sanciones económicas son el único proceder decente frente a las satrapías que aplastan a los individuos.
• Mientras se premiaba a escritores y luchadores a favor de la libertad, las filtraciones de WikiLeaks en una serie de importantes diarios fascinaban a muchos y contrariaban a otros. Han quedado al descubierto unos 250,000 cables confidenciales elaborados por diplomáticos estadounidenses para consumo y análisis del Departamento de Estado. Los mensajes desprenden observaciones obvias como el peligro que supone Hugo Chávez en Latinoamérica; la pésima situación económica en Cuba a causa de un sistema incompetente y vetusto; los aires de grandeza del matrimonio Kirchner en Argentina; la amenaza global que representa la teocracia iraní, entre otros cientos de miles de informes que un militar chismoso destapó bajo el camuflaje de un CD de Lady Gaga. Ahora el soldado se pudre en una cárcel por alta traición y Assange, el depositario de tan valiosa información, es una cause célèbre, con groupies por doquier. Por mucho que los políticos pretendan convertirlo en un peligroso criminal, el creador de WikiLeaks simplemente se ha sumado al imparable poder de Internet; un territorio en el que la información campea a sus anchas como los potros salvajes en el Lejano Oeste. Hasta ahora no ha habido sheriff capaz de detener el torrente que circula en el ciberespacio.
Y es que el 2010 es el testimonio de un modo de comunicarnos que ha revolucionado para siempre las redes sociales. WikiLeaks, Facebook, Twitter, eIPhone, el IPad, Google Maps, YouTube, Formspring, Pandora, I Tunes. Y así hasta el infinito. Ya no vale quedar con los amigos para tomar una cerveza, escuchar música, montar una interminable tertulia en un café. Mark Zuckerberg y compañía han enganchado a las nuevas generaciones al exhibicionismo constante, con el estatus sentimental y los vaivenes anímicos a la vista de la aldea global. La vida transformada en escaparate. Todo es un incontenible WikiLeaks que nunca duerme. Sólo los años se nos van para no volver. Reconectamos en el 2011.
(C) Firmas Press
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