Mujeres y fútbol
Este es un artículo dedicado a lectores masculinos, principalmente. Las razones son dos.
En primer lugar, en el Instituto Juan de Mariana el predominio masculino es abrumador (nota: animaros las escasas chicas que leáis este artículo, los liberales austriacos tenemos un lado sexy cuando se nos conoce…).
En segundo lugar, el mismo título de este artículo, señalando dos de las grandes aficiones masculinas, aunque no por ese orden, hará que los lectores XY se interesen más en el mismo, mientras que los lectores dotados de doble X, ya desde el mismo encabezamiento, mostrarán menos interés por su contenido.
Una vez aclarado el sexo del lector al que me voy a dirigir de forma mayoritaria, y que sin duda va a influir en el propio estilo del artículo, directo y sin historia romántica paralela, vayamos a la pregunta clave que constituye su eje.
¿Por qué el deporte femenino interesa menos, mucho menos, que el masculino?
Algun@ dirá que no es cierto, pero las pruebas a favor del deporte masculino son abrumadoras. Un ejemplo: mientras que la Liga de Fútbol Profesional mueve cifras millonarias y arrastra multitudes a los estadios, su equivalente femenino sobrevive en un precario semiprofesionalismo. Otro: todos conocemos el equipo que ganó la NBA, los Angeles Lakers. Por el contrario, el nombre del equipo ganador de la WNBA, Seattle Storm, es un completo desconocido para el aficionado medio…
Y no solo a nivel de deporte espectáculo. Como practicantes, el dominio masculino vuelve a ser muy superior, teniendo mayor número de licencias en la gran mayoría de los deportes, excepto en algunas especialidades muy concretas como la gimnasia rítmica (en España, solo hay un chico que la practica y se enfrenta a las reglas de la propia Federación que excluyen a los hombres… Sic).
Así, mientras que en los colegios es relativamente fácil sacar equipos masculinos de cualquier especialidad y en cualquier categoría de edad, en el caso de equipos femeninos es un tema mucho más complicado. Incluso desde la propias federaciones, en muchos casos se reconoce dicha disparidad, creando competiciones por equipos en las cuales el número de jugadoras requerido para participar es menor que el número de jugadores.
Se pueden buscar muchas razones, sociales, culturales, educativas, pero finalmente la raíz de esta disparidad es puramente biológica, evolutiva.
Somos mamíferos y, como tales, somos herederos de un linaje evolutivo que ha generado una diferenciación sexual que hace que en el 99% de las especies (las hienas manchadas son el único ejemplo de lo contrario) los machos segreguen mayores cantidades de testosterona y sean más grandes, más fuertes, más agresivos, es decir, más dotados para la lucha, la violencia… y para la mayoría de los deportes.
De paso, mencionemos que en nuestra especie, esta diferencia intersexual no es muy marcada si la comparamos con la que se da en nuestros parientes antropoides más cercanos y, ridículamente pequeña, si nos fijamos en otras especies más alejadas evolutivamente como los elefantes marinos… (luego, no os quejéis tanto chicas… peor estaríais en una playa de las Georgias del Sur).
Y, aunque somos animales hiperculturales, dicha cultura se ha creado sobre un sustrato biológico que fija intereses, estrategias y comportamientos muy diferentes para cada sexo.
Así, el juego, preludio del deporte y básicamente una forma de adiestramiento para los requerimientos biológicos del futuro, es marcadamente diferente en machos y hembras, y el interés social hacia él también responde a dicha dicotomía.
Efectivamente a las mujeres también les gusta el fútbol, pero mira tú por dónde, insolidarias ellas y con poca conciencia de género, prefieren asistir a partidos de fútbol masculino que a partidos femeninos. Así, el glorioso Bernabéu acoge en sus gradas cada domingo a más mujeres jaleando a Cristiano que espectadoras hay en todos los estadios de primera división femenina en una jornada entera. Y no solo porque el futbolista masculino tenga más calidad absoluta, corra más, salte más, chute más fuerte… sea mejor atleta, en resumen, sino porque el fútbol y la gran mayoría de los deportes requieren una serie de aptitudes, digamos masculinas, muy valoradas por el sexo contrario.
Pero veamos deportes en los cuales el desequilibrio en interés y seguimiento es menor, por ejemplo, el tenis. Aquí, de nuevo el interés de las propias mujeres hacia los Nadal, Federer & Djokovic es muy superior al seguimiento que hacen respecto a sus equivalentes femeninas. Incluso, cuando una niña que está empezando a jugar elige a una jugadora como ídolo, suele fijarse en aquellas que, además de jugar bien, tienen cierto atractivo como patrón femenino. Y esto lo saben muy bien las marcas. Así, Anna Kournikova, una jugadora que nunca ganó un torneo profesional, tuvo unos contratos de patrocinio que jugadoras con mejor récord tenístico solo pudieron soñar… y se hinchó a vender zapatillas y modelitos. Por su parte, Martina Navratilova, posiblemente la mejor jugadora del tenis moderno, nunca tuvo un gran respaldo publicitario.
A continuación hay una pequeña serie de deportes muy seguidos por las mujeres y absolutamente olvidados por el público masculino, en los cuales se valoran unas aptitudes físicas como la elegancia, la agilidad, la sensibilidad artística, que las mujeres admiran y en las que los hombres… ni caen. De nuevo, hablaríamos aquí de la gimnasia rítmica, de la natación sincronizada o del patinaje artístico.
Finalmente habría que señalar los deportes femeninos que interesan a los hombres. Y sin duda el primero que nos viene a la cabeza es el voley playa… Pues en él se ponen de manifiesto unas características femeninas irresistibles para el sexo opuesto e independientes del marcador…
Y si esto es así. ¿Cómo se puede luchar contra ello? ¿Cómo podríamos conseguir que un Rayo Vallecano vs. Atlético de Madrid en chicas interese lo mismo que su equivalente masculino? ¿Que a los hombres les interese la natación sincronizada y se vayan todos los domingos a un bareto a verla con sus colegas? ¿Que Larissa Riquelme muestre sus encantos no solo cuando juegan los chicos de Paraguay?
Como todo, es una cuestión de educación. Siguiendo la loable labor de Consejería de Educación e Igualdad de Andalucía con su catálogo de juegos no sexistas, si desde Educación para la Ciudadanía se impartiesen a cada alumn@ 400.000 horas de clase de identidad de género, con aplicación de electrodos genitales si sus respuestas no son las correctas, las cosas empezarían a cambiar…
Y si desde Igualdad se promoviese un movimiento eugenésico que restringiese la reproducción humana a aquellos individuos que presentasen caracteres sexuales menos marcados (y en España tenemos una pareja que es el ejemplo ideal…), iríamos en la correcta dirección y en unas cuantas generaciones, aproximadamente 50.000, habríamos conseguido la igualdad real entre los sexos.
Sin duda es un largo y doloroso camino, pero ¿qué quieren? ¡¡Hay que desandar 225 millones de años de evolución mamífera políticamente incorrecta!!
PD. Feliz Año… y disculpas a Reme por haberme metido en su campo.
- 28 de diciembre, 2009
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