La educación en Argentina: Aprendamos de nuestros vecinos
La OECD ha dado a conocer los resultados de la ronda 2009 del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) que analiza hasta qué punto los alumnos próximos a culminar su escolaridad secundaria han adquirido los conocimientos necesarios para su inserción en la actual sociedad del conocimiento.
Participaron 65 países, la Argentina ocupó el puesto 54 en matemáticas, 57 en ciencias y 58 en lectura, muy lejos de la media de alrededor de 500 puntos, de los países miembros de la OECD. Más, si comparamos nuestro rendimiento con el de los restantes países latinoamericanos participantes, Chile, Uruguay, México, Brasil, Colombia, Panamá y Perú, los resultados son perturbadores. Chile encabeza el ranking en ciencias y lectura, seguido por Uruguay, intercambiando posiciones en matemáticas. Argentina solamente supera con claridad a Perú y Panamá. Comentando estos resultados, el Ministro de Educación, Alberto Sileoni señaló, “Chile encabeza en la región porque hace 20 años que viene invirtiendo en Educación, aún con las tensiones que esto le significa”. Tiene razón, la educación Argentina sufre un proceso de deterioro hace largos años, no es responsabilidad del gobierno. Sin embargo, es evidente que es necesario no tomar estos resultados a la ligera, la educación es una inversión de largo plazo y resulta impostergable enfrentar el problema. Sin educación no se genera capital humano y sin este no hay crecimiento económico y movilidad social.
Por ello, si bien comparar a Chile con la Argentina no es agradable, puede ser de gran utilidad. Argentina, que durante el siglo XX fue líder en educación en América Latina, se encuentra entre los países que más retrocedieron en la década, cayendo 20 puntos en lectura. No se discrimina escuelas públicas de privadas, dado que la caída se verifica en ambos segmentos. Chile es uno de los países que más progresaron.
A principios de diciembre publiqué un artículo en el cual ponía a consideración del lector un sistema de vouchers para la educación mediante el cual el Estado mantiene su rol indelegable de asegurar la educación primaria y secundaria de la población, pero no la provee por sí mismo. En este sistema, propuesto por el Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, en 1955, el Estado cumple su rol ya no administrando las escuelas, sino financiando la educación a través de un sistema de transferencias a los padres de los estudiantes para que sus hijos concurran a las escuelas que prefieran, ya sean públicas o privadas. En Chile el voucher se instauró en 1980, se mantuvo, con diversas modificaciones, durante los gobiernos de la Concertación, y seguramente será intensificado durante la actual administración de Sebastián Piñera. El diseño del sistema es en muchas formas similar al propuesto por Milton Friedman. Coexisten escuelas públicas y privadas, el gobierno entrega a la escuela el valor del voucher correspondiente al alumno que la ha elegido y monitorea la calidad de la educación. Los estudiantes rinden exámenes estandarizados, los promedios de cada escuela son publicados anualmente y los padres pueden compararlos con los de otras escuelas cercanas, así la competencia entre las escuelas garantiza la calidad de la educación.
Es posible, como remarcó Sileoni, que si persistimos en la inversión en educación seguramente Argentina seguirá mejorando, pero la sola inversión podría no resultar suficiente. Como bien señalaba Einstein, si buscamos un resultado distinto no es posible hacer siempre lo mismo. Un sistema de vouchers es una alternativa distinta y digna de ser considerada.
Edgardo Zablotsky es Profesor de Economía Universidad del CEMA.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 10 de febrero, 2014
- 7 de septiembre, 2020
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