Gasolinazo y la caída del mito
El Deber, Santa Cruz
El gasolinazo, medida anunciada por el Vicepresidente Álvaro García Linera el 26 de diciembre y derogada por el presidente Evo Morales cinco días después, provocó un terremoto político que casi desestabiliza al gobierno y dejó al desnudo el falso auge de la economía boliviana, cuyo Gobierno Nacional ha malgastado los ingresos extraordinarios recibidos gracias a los altos precios internacionales del gas natural y los minerales que exportamos.
En efecto, el poder tembló en la Plaza Murillo, pues las manifestaciones de los enfurecidos habitantes de la ciudad de El Alto llegaron a cien metros del Palacio Quemado, quemando fotos del presidente Morales y exigiendo su renuncia por el impacto que tuvo el incremento de los combustibles en el costo de vida, especialmente en el costo del transporte público, de más del 100%, y en los alimentos, de entre el 20 y el 30%.
No eran manifestantes comunes. Eran representantes de las Juntas de Vecinos de El Alto, que habían sobrepasado a sus dirigentes, acusándolos de haberse entregado al Gobierno y no reclamar por el incremento generalizado de precios. En el camino, quemaron la bandera venezolana en la Plaza dedicada a dicho país e intentaron quemar un gigante monumento al Che Guevara, ambos símbolos directamente relacionados con Evo Morales y su presidencia.
El Movimiento al Socialismo sabe muy bien que gracias a las protestas de esta urbe entre los años 2003 y 2005 cayeron los anteriores gobiernos y se crearon las condiciones para que Evo llegara al poder. En un acto de alto pragmatismo político, el gobierno derogó las medidas antes de que comenzara una nueva semana de protestas, en la cual podría producirse alguna muerte, circunstancias que provocaría un conflicto difícilmente controlable. Además, las protestas también, fueron muy importantes en Cochabamba, Oruro y Potosí, ciudades que han constituido las principales bases de apoyo del MAS.
Qué paso para un cambio tan radical. Los alteños, que doce meses antes habían votado casi unánimemente por el presidente, reflejaron un sentimiento mayoritario de protesta de la población empobrecida del país por el alza en el costo de vida con unos ingresos que no acompañan el encarecimiento de los alimentos (estudios del BID indican que 72% de los ingresos de un familia pobre en Bolivia se dedican a la compra de alimentos)..
Un mito ha caído. El presidente ya no representa la esperanza de los pobres. Comienza a distanciarse de importantes sectores sociales del área andina, que hasta hoy constituían su principal sustento en el poder. La fractura con el Alto es cada vez más evidente. La economía del gobierno no está bien y la de los más pobres peor. En el fondo, Bolivia comienza a sufrir el fracaso del socialismo chavista que con tanto entusiasmo abrazó Evo Morales, perdiendo la oportunidad histórica que tuvo para integrar a los bolivianos y conducirlos hacia mejores días de bienestar y desarrollo. ¿Hasta cuando seguiremos por este camino? ¿Habrá que esperar que una vez más la pobreza explote? O el gobierno será capaz de seguir otros modelos, como por ejemplo el de Lula.
El autor fue presidente del Senado Nacional.
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