Privacidad en la web, ¿cosa del pasado?
Fortune – CNN Expansión
Claro que jamás dijo tal cosa; intentaba decir que bloguear había hecho que la gente se sintiera más cómoda al compartir información en línea, pero su mensaje se tergiversó un poco.
Los mensajes tergiversados se vuelven virales porque tienen un gramo de verdad integrada. Apenas unos meses después, Facebook dio inicio a un diluvio de privacidad con cambios en el diseño de su sitio que dejaron a casi todos confundidos sobre cómo lograr mantener su información privada. Algunos usuarios boicotearon el sitio como señal de protesta.
A finales del año todo se perdonó. Time nombró a Zuckerberg la Persona del Año, muchos de los desertores regresaron a Facebook, y Goldman Sachs compró un trozo significativo del éxito de Facebook, un éxito creado a espaldas de nuestra información personal.
Quizás, después de todo, sí terminó la era de la privacidad. Quizás Zuckerberg no lo dijo, pero hizo lo que pudo para apagar la vela de la privacidad web.
Extrañamente, si quieres ver a un presidente ejecutivo tecnológico declarar que la privacidad terminó, deberás regresar a 1999, cuando Scott McNealy, de Sun Microsystems, se mofó de que "ya tienen cero privacidad. Supérenlo". En 2011, lo impresionante de la franca declaración de McNealy no fue que la hiciera a esas alturas de la historia de la web, sino el tiempo que a la mayoría de nosotros nos tomó creerle.
Mientras colgamos el calendario nuevo a la pared, hacemos una pausa para echar un vistazo al año pasado con nostalgia y temor. Viendo a la web en 2010, me percato de dos cosas, ambas representadas en la trayectoria de Facebook a lo largo del año: las compañías web que cosechaban información personal tuvieron el mejor año de sus vidas, y la web se volvió un lugar mucho menos divertido, y de muchas formas un sitio peligroso, como nunca lo había sido.
De cierta forma estos dos eventos están relacionados. La información personal es el combustible que hace funcionar a la web social, así como a las ganancias de los gigantes web.
En los primeros días temerarios de la web, los principales riesgos provenían de personas audaces en línea, de generadores de spam, ciber-delincuentes, publicadores de contenido basura o vendedores de software maligno. Estos siguen siendo problemas crónicos, pero cada vez es más fácil evitarlos.
Ahora que la web está creciendo, su evolución hacia una plataforma diseñada para beneficiar compañías a costa de la libertad de los usuarios web es un problema más difícil de evadir.
Las ganancias web y la privacidad no tienen que ser mutuamente exclusivas. Con frecuencia, la información personal es cosechada y usada de formas inimaginables. Un ejemplo es el lanzamiento de Buzz de Google, una estrategia contra el crecimiento de Facebook que terminó siendo un problema de privacidad más grande que cualquier cosa que se haya podido imaginar Mark Zuckerberg.
Buzz absorbió a los contactos de Gmail en su red social instantánea, creando problemas instantáneos cuando la gente comenzó a recibir correos de ex esposos abusivos.
Después de que Buzz desapareció, el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, tuvo apariciones frecuentes para hablar de lo importante que era para Google proteger la privacidad. Hizo comentarios concienzudos como "no creo que la sociedad entienda lo que ocurre cuando todo está disponible, cuando todo puede ser sabido y guardado por todos todo el tiempo". Tiene un punto, pero ¿qué pasa cuando Google no lo entiende?
Para asegurarse, hubo muchas amenazas en la web que no surgieron de las compañías. Google mismo fue el objetivo de hackers chinos, que quizás trabajaban para el Gobierno chino, según cables diplomáticos estadounidenses publicados en Wikileaks.
Wikileaks tuvo problemas para recibir donativos en línea cuando el Departamento de Estado estadounidense presionó a PayPal y a MasterCard, y a otros, para que bloquearan los fondos a su cuenta. Los sitios de PayPal y MasterCard fueron atacados por Anonymous, la legión de hackers que se reúne en 4Chan.org. El mensaje de la junta de 4Chan también fue retirado de la web, y así sucesivamente.
Fue una enorme cadena de dolores de cabeza en línea, y es parte de una tendencia más amplia en la que, incluso mientras la web tiene un papel más grande en nuestras vidas, amenaza con convertirse en un fastidio más grande para todos nosotros.
El año terminó con una serie de malas noticias que sugería que 2011 no mejoraría. Los servidores de Gawker Media fueron hackeados, y los correos y contraseñas de 1.25 millones de sus lectores fueron cargados en Pirate Bay. Algunas de las aplicaciones para el iPhone más populares comenzaron a enviar a publicistas información personal, como su ubicación y números telefónicos. La Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos aprobó una serie de reglas de neutralidad que se quedaron cortas a la apertura a la que la gente está acostumbrada en la web, sobre todo en medios móviles.
En la mayoría de estas áreas (el control corporativo de información personal, el riesgo del software dañino, el robo de contraseñas, la habilidad de los proveedores de Internet de regular la banda ancha) la lucha por proteger los intereses individuales seguirá en aumento.
Pero también hay una creciente resignación al hecho de que estos problemas son el precio que hay que pagar por estar en la web. En cierto punto, cuando el precio se eleve demasiado, quizás será demasiado tarde para regresar al tipo de web abierta del que gozamos por años.
- 23 de enero, 2009
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