Ecuador: cuatro años de Rafael Correa y nuevo referéndum
Madrid. – Rafael Correa acaba de celebrar sus primeros cuatro años al frente del gobierno ecuatoriano. Con el fervor y la hiperactividad que lo caracteriza ha decidido convocar un nuevo referéndum. Ya no se trata de llamar a una asamblea constituyente o ratificar con el voto popular una Constitución redactada a su imagen y semejanza. Ahora hay que abrir puertas y ventanas no previstas en el texto vigente, especialmente en materia de orden público, de modo de obtener “nuevos instrumentos” para gobernar con los menores controles institucionales posibles. Así, el presidente se preguntaba: “¿Cómo quieren que cambiemos las cosas con la misma gente de antes?”.
Correa, al igual que sus correligionarios empeñados en hacer la revolución, cualquiera sea su adjetivo, necesita grandes dosis de legitimidad para seguir gobernando en nombre del pueblo. Como ha recordado Adrián Bonilla, director de FLACSO Ecuador, la necesidad de legitimidad es mayor después de la insubordinación policial del 30 de septiembre, lo que permite comprender aún más las razones de la convocatoria.
Es curioso ver como los mayores críticos de la democracia se han convertido en verdaderos adictos de las elecciones. Las consultas electorales les permiten reivindicarse como los verdaderos intérpretes de los intereses populares. Por eso Correa insistió en que “vamos a gobernar cuantas veces sea necesario con el pueblo como lo hicimos al inicio de nuestro gobierno”. En su primer acto electoral, de cara a la consulta, arengó a las masas diciéndoles: “Ustedes pueden confiar en este compañero Presidente que nunca va a buscar nada para sí mismo; nada para nosotros, todo por la patria. Así que necesitamos esa nueva muestra de confianza”.
Según informó Correa, la consulta tendrá diez preguntas, aunque hasta que su texto no se envíe a la Corte Constitucional no quedará claro ni su número ni, sobre todo, su verdadero contenido. El referéndum, que según lo previsto por el gobierno se realizará este año, tratará temas muy variados. La idea de la consulta giró inicialmente en torno a la reforma de los códigos penales para combatir la inseguridad, pero luego se sumaron otras cuestiones más diversas y polémicas, como la reestructuración de la función judicial (comenzando por el Consejo Nacional de la Judicatura), la propiedad de los medios de comunicación, los negocios de los banqueros, la explotación del yacimiento petrolero Yasuní ITT y la vigencia del amparo constitucional.
Con todo, el énfasis se está poniendo en la seguridad ciudadana, un problema devenido en central en la gestión de Correa. El vicepresidente Lenin Moreno dijo que la consulta responde en buena medida a la alarma social generada por la criminalidad y que la seguridad “es algo en lo que estamos morosos todavía”. En este sentido, la actitud de su gobierno no difiere de otros de la región, incluyendo a los de corte más populista, que tras negar el problema finalmente han tenido que rendirse a la evidencia de un grave flagelo social. Si la presidente Cristina Kirchner creó un ministerio de Seguridad, Hugo Chávez reconoció que la seguridad es “otro tema difícil, otro tema en el que tenemos grandes deudas” y por eso convoca “a que cada día nos enseriemos más en [su] enfrentamiento”.
Entre las diez preguntas del referéndum ecuatoriano se pedirá la opinión popular sobre la caducidad de la prisión preventiva y las medidas cautelares alternativas que pueden dictar los jueces. También se propondrán enmiendas constitucionales para reestructurar la justicia y convertir en delito, “penado con prisión”, la no afiliación a la Seguridad Social. Finalmente se quiere aprovechar la ocasión para preguntar por las corridas de toros. Según Correa: “He pedido que sea el pueblo quien decida que Ecuador sea un territorio libre de espectáculos de toros, donde se martirizan animales. Esos espectáculos de violencia”.
Según todo indica estaríamos frente a un nuevo ensayo de democracia participativa, de modo de oír más claramente la voluntad del pueblo. Algunos cubanos, muy duchos en la materia, prefieren hablar de “democracia deliberativa”, ya que la participativa implica decir siempre que sí al que manda. En el mencionado acto electoral Correa llamó “A prepararse para una victoria popular más y dar un Sí rotundo a la consulta que el Gobierno va a plantear”. Resulta curioso cómo se gobierna en función de la agenda política y no de un proyecto. Al igual que en Venezuela una Constitución recién aprobada quiere ser nuevamente cambiada. Y todo por las exigencias del guión presidencial.
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