El DNI virtual de Obama
El "gran reformador" Barack H. Obama sí está dispuesto a transformar Estados Unidos. En lo referido a internet, en concreto, está empeñado en instaurar un control gubernamental sobre el ciberespacio que choca contra los principios básicos que cualquier sistema democrático. Desde que llegara a la Casa Blanca, su administración se ya ha lanzado varios planes (hasta donde sabemos, todavía no descartados) que atentan contra la libertad de la red de manera profunda.
Primero se propuso convertirse en el amo de internet al pretender otorgarse a sí mismo el poder para ordenar la desconexión total o parcial de la red en EEUU, además de para poner bajo sus órdenes los buscadores y las compañías de software. Ríase usted de la militarización de los controladores aéreos por parte de Zapatero. Después se puso como objetivo hacer obligatorio que los servicios de internet y telefonía móvil pongan "puertas traseras" que permitan a las fuerzas de seguridad "pinchar" las comunicaciones de sus usuarios sin problema alguno.
La última idea surgida de la Casa Blanca es, ni más ni menos, crear un sistema de identificación en internet para todos los estadounidenses. Desde el entorno presidencial se han dado prisa en asegurar que no se terminará con el anonimato en la red, pero no por eso deja de ser preocupante. Resulta llamativo que en un país en el que a ningún gobernante se le ha ocurrido tratar de imponer nada parecido al Documento Nacional de Identidad que tenemos los españoles, y muchos otros europeos e iberoamericanos, a un presidente le pase por la cabeza que sea la Administración quien genere su equivalente para internet, por mucho que desde su Administración se afirme que no se trata de eso. Los grupos de derechos civiles ya han dado la voz de alarma y han advertido que quien debería crear algo así, y de uso estrictamente voluntario, son instituciones privadas.
También desde el Gobierno estadounidense han hablado de colaboración con las empresas privadas, pero dentro de un sistema que sería controlado por él. Defienden desde el entorno de Obama que se trata de un paso destinado a aumentar la seguridad en internet (la seguridad es una excusa constantemente utilizada por todos los gobernantes para aumentar el control sobre la sociedad) y acabar con la incomodidad de tener que recordar muchas contraseñas. Además, aseguran, su uso no será obligatorio y se podrá seguir navegando de forma anónima. En definitiva, pretenden hacer creer que se trata de un simple dispositivo para poder relacionarse de forma ágil y segura con las empresas de internet.
Sin embargo, no puede tratarse de algo tan poco peligroso. En primer lugar, la idea surge después de las anteriores iniciativas destinadas a controlar la red desde la Casa Blanca. Además, si es para garantizar la seguridad en transacciones privadas, deberían ser empresas u organizaciones no relacionadas con el Estado quienes las ofrecieran. Y para terminar, la propuesta se presenta cuando todavía están calientes las revelaciones de documentos diplomáticos por Wikileaks, lo que hace que todo suene muy sospechoso.
Es cierto que el equivalente a lo que pretende crear, o al menos la parte que reconoce, Obama ya existe en otros países. Pero eso no significa que sea algo positivo. En España tenemos, por ejemplo, el DNI electrónico y siempre ha estado bajo sospecha por los riesgos que conlleva para la intimidad de los ciudadanos.
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