Guatemala: Muy poco, muy tarde
Cuando Álvaro Colom se dio el lujo de calificar a su antecesor como “el peor gobierno de nuestra historia”, debió haber tenido cuidado de no lanzar piedras cuando se tiene techo de cristal. Las encuestas señalan que 60% de la población reprueba su gestión. Colom está peor calificado que Berger. Este mes “nos tocó” oír el informe anual del presidente. Un ejercicio propicio para la práctica de la propaganda y demagogia oficial, el “acarreo” de gente y el despilfarro de fondos públicos en una abusiva campaña electoral oficial.
Este último no fue la excepción. Todo ello para minimizar el fracaso del gobierno de la UNE, producto de la improvisación, incompetencia e indolencia con la que este gobierno ha enfrentado los problemas nacionales.
¿Lo mejor y lo peor que ha hecho el gobierno? Esa era la pregunta inevitable de los periodistas. Haciendo eco a los supuestos cables de la Embajada de EE. UU., muchos coincidieron en que la gestión de Cohesión Social, bajo la dirección de la esposa del presidente, ha sido “eficiente”. Si usted cree las estadísticas oficiales, la cantidad de estudiantes o pacientes atendidos es uno de tantos logros. La calidad del servicio… es otra historia.
Redistribuir el presupuesto público realmente no es meritorio. Cualquiera puede tomar el dinero producto del sudor de la frente de los guatemaltecos y repartirlo de manera “eficiente”. Otra cosa es ser capaz de una gestión pública que cumpla con la más básica (y la única legítima) función del gobierno: brindar seguridad física y jurídica a sus ciudadanos. Dadas esas circunstancias, no extraña que más del 80% de los ciudadanos crean que vamos por “mal camino”.
Aún así, el presidente Colom se esforzó por enumerar los “logros” de su gobierno en seguridad: capturas, policías graduados, etcétera. Muy poco, muy tarde. La indolencia con la que el Gobierno asumió el tema de la seguridad ha hecho que el 82% de los ciudadanos piense que la delincuencia ha aumentado. Casi tres mil millones de quetzales transferidos del presupuesto del Ministerio de Gobernación y Policía son evidencia de esa indolencia que hoy cumple tres años.
La guinda del pastel: dice el presidente que es “impostergable” un nuevo aumento de impuestos. Si algo ha quedado demostrado en tres años es la incapacidad oficial por una gestión eficiente y transparente. ¿Con qué autoridad moral pretende exigir más dinero de los ciudadanos? Pedir que sea el Congreso, aún peor calificado que el Ejecutivo, para que se encargue de dicho aumento es doblemente inmoral.
Así que el “informe de Gobierno” demostró que hay dos Guatemalas: la de los políticos que siguen creyendo que son parte de la solución y la de los ciudadanos que, cada vez más, ven a los políticos como parte del problema. Tienen razón los segundos.
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