¡Qué desastre!
La Vanguardia, Barcelona
La lista de decisiones judiciales que amparan comportamientos islamistas radicales resulta cada día más alarmante. La última es la decisión del Tribunal Superior de suspender la prohibición del burka en edificios municipales de Lleida. Alega que esta suspensión se mantendrá hasta resolver el recurso de una asociación musulmana. La decisión llega pocos días después de que el Supremo redujera las penas que había impuesto el juez de la Audiencia Gómez Bermúdez contra los miembros del Tabligh que querían atentar en el metro de Barcelona.
A pesar de considerar probado que integraban una célula radical y que querían imponer sus ideas “mediante la violencia terrorista”, el Supremo les rebajó las penas por considerar que el plan tenía un “carácter embrionario”. Un mazazo judicial para la lucha contra este tipo de terrorismo. Y finalmente, aún cuece la sentencia de la Audiencia de julio pasado que absolvió a dos radicales islámicos. Gracias a esa decisión, quedaron impunes las acciones del zaragozano Gonzalo López Royo (convertido en admirador del yihadismo) y del marroquí Fath Allah Sadaq, que habían escrito miles de comentarios a favor de la yihad en internet, habían colgado vídeos de actos terroristas y pedían que los jóvenes magrebíes se hicieran mártires. Los actos se consideran probados, pero la “fuerza expansiva del derecho a la libertad de expresión” los absolvió de culpa. La pregunta es de cajón: ¿la Audiencia Nacional habría absuelto a dos radicales vascos que hubieran escrito miles de comentarios a favor de ETA y hubieran colgado vídeos de actos terroristas?
Parece bastante improbable. Son tres ejemplos recientes, pero la lista es mucho más amplia, lo cual resulta un serio motivo de preocupación. ¿Qué pasa con la judicatura respecto al islamismo radical? ¿Tenemos leyes aún demasiado débiles ante este nuevo fenómeno que nos tiene más desconcertados que protegidos? En cualquier caso, son pésimas noticias.
Por supuesto, lo del burka no es terrorismo. Lo venden como “religión”, “tradición”, “derecho”, y otros sustantivos al uso de la retórica radical, siempre deseosa de utilizar la palabra libertad cuando se trata de segregar a las mujeres. Pero detrás de la exigencia de taparlas integralmente no existe ninguna tradición espontánea, sino organizaciones radicales estructuradas que intentan trasladar la sociedad del siglo XXI al siglo VIII. Es el síntoma de un ataque frontal a los principios occidentales intentado imponer un islam fanático, enloquecido y asfixiante. También estaría, en el tema del taparse, la cuestión de la seguridad, que no es menor. Pero lo que queda de todo ello es una brutal, lacerante y trágica conclusión: que aquellos que quieren cercenar los derechos de las sociedades libres usan esos derechos para proteger su persistente viaje hacia la edad media. Es decir, usan la libertad para intentar destruirla.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
Artículo de blog relacionados
El autor presentará su último libro "El atroz encanto de ser argentinos 2"...
5 de mayo, 2007Por Armando Ribas Diario Las Americas Las próximas elecciones en Estados Unidos, en...
31 de octubre, 2008Por Kathryn Westcott BBC Mundo A las doce en punto del mediodía de...
1 de marzo, 2007- 18 de enero, 2013