El Salvador: El retroceso al populismo
El viernes 14 de enero Standard & Poor's, una de las tres principales agencias calificadoras de riesgo, degradó la deuda pública de El Salvador de una calificación de BBB a BBB menos. Predeciblemente el gobierno negó lo innegable, y atacó a Standard & Poor's diciendo que desconoce lo que está pasando en el país. También predeciblemente, dijo que en todo caso, esta degradación no importa.
El lector puede juzgar si es importante o no considerando los hechos. Podemos comenzar por algo que el gobierno no ha dicho: que él mismo ha contratado a Standard & Poor´s para que califique la deuda del país, porque se está preparando para emitir bonos por 635 millones de dólares y el contar con las opiniones de las calificadoras de riesgo es un requisito esencial para vender bonos en los mercados internacionales. Para los compradores de bonos las agencias calificadoras de riesgo son como los departamentos de créditos para los bancos: son los que evalúan los riesgos de prestarle a alguien, en este caso al gobierno de El Salvador.
En el caso de los bancos, la evaluación de estos riesgos frecuentemente resulta en una decisión de prestar o no. En los mercados de bonos siempre hay alguien dispuesto a prestar, de tal forma que, excepto en algún caso muy extremo, cualquier país que quiera emitir bonos los vende. La diferencia que hace la evaluación de riesgos es la tasa de interés a la que le prestan el dinero.
Esto funciona de acuerdo a una regla de hierro: mientras más altos son los riesgos, más baja es la calificación, y más altos son los intereses que ellos demandarán. Es muy fácil entender entonces que la degradación que nos ha hecho Standard & Poor´s es muy importante: resultará en que tendremos que pagar más intereses para vender los bonos. Es decir, además de que el gobierno está aumentando la deuda con una rapidez increíble, también está manejando las cosas de tal manera que tendremos que pagar más intereses por esa nueva deuda.
Esta degradación desmiente al presidente, que dice a todos los vientos que las dificultades económicas del país se deben a las malas administraciones de los últimos veinte años de ARENA. En realidad, en los años de ARENA el país no sólo tenía una mejor calificación sino que tenía lo que se llama grado de inversión, que colocaba a El Salvador en un grupo privilegiado de países con alto prestigio, que pagan mucho menos intereses que los demás. El país ganó el grado de inversión en 1997, sólo cinco años después de haberse terminado la guerra. En ese año, sólo había cinco países con ese grado en Latinoamérica: El Salvador, Chile, Colombia, Panamá y Uruguay. En la crisis de 1998, tres lo perdieron, y quedamos sólo Chile y El Salvador hasta 2004. Nosotros perdimos el grado de inversión en 2009, bajo el presidente Funes. Ahora estamos cayendo aún más.
Pero esto es sólo un aspecto de la degradación que el país está sufriendo. En los años noventa llegamos a estar en el puesto 9 de libertad económica en el mundo entero. Ahora estamos en el puesto 39, para una diferencia de 30 puestos. La libertad económica es importante porque está ligada a la competitividad, en la que hemos caído de una manera igualmente violenta, del puesto 47 en 1999 al 80 actualmente, 33 puestos también.
Desde que el presidente Funes está en el poder hemos caído 6 puestos en la facilidad de conducir negocios, cinco puestos en competitividad, 13 puestos en libertades. Con respecto a 2005, hemos caído 22 puestos en transparencia, 16 en índice de desarrollo humano. La pobreza en El Salvador, que había caído de 60 por ciento de la población en 1991 a 31 por ciento en 2006, está hoy en 38 por ciento otra vez, el nivel que tenía en 2001.
Estas realidades son muy diferentes de lo que el gobierno quiere que creamos. Hay dos cosas, sin embargo, en las que el gobierno tiene razón. La primera es que lo más probable es que sus funcionarios estén siendo sinceros cuando dicen que no les importa que el país pierda sus calificaciones y retroceda en todas las dimensiones del desarrollo. La segunda es que este gobierno heredó la tendencia al deterioro de ARENA, aunque no de los gobiernos de los primeros dieciséis años de ese partido, sino del último período, el del ex presidente Saca, que es cuando la mayor parte de los indicadores comenzaron a decaer y la pobreza comenzó a subir otra vez.
Estas dos verdades están relacionadas. La falta de interés en las cosas que son realmente importantes para el país es una de las características esenciales de un régimen populista, y el retroceso en todas las dimensiones del progreso es uno de los resultados de un régimen de este tipo. Llevamos dos regímenes de este tipo al hilo en El Salvador, el del ex presidente Saca y el del actual presidente, y estamos pagando las consecuencias. Quizás teníamos que pasar por dos regímenes populistas, uno de derecha y el otro de izquierda, para que nos diéramos cuenta de que la irresponsabilidad no tiene signo ideológico. Habrá mucho que reconstruir cuando este período populista se acabe.
El autor es Master en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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