Túnez: La revuelta frente a la tiranía
Parecía imposible que el régimen instaurado por el presidente Zine Al Abidin Ben Ali con 23 años en el poder, con aspiración a convertirse en el nuevo dragón de África y el mundo árabe, terminara sorpresivamente con una revuelta eminentemente popular al margen de los partidos políticos, los gremios y sector sindical. Con 164.000 km2 y 11 millones de habitantes, la República de Túnez presentaba un buen desarrollo económico con el turismo, la agricultura y el petróleo. Desgraciadamente, como en muchos regímenes autocráticos, la gran riqueza quedaba en pocas manos con la corrupción en las altas esferas del poder y el círculo cercano al Presidente de la República y su familia.
Es la primera vez de un levantamiento popular exitoso en la reciente historia del Medio Oriente y con cierta similitud a la rebelión del pueblo iraní ahogada por el gobierno de Ahmadineyad. En ambos casos el Twitter, Facebook y en general las redes sociales han sido determinantes para despertar a la población especialmente los jóvenes y las mujeres. En Túnez también se encuentra la influencia de WikiLeaks cuando entre los numerosos documentos diplomáticos confidenciales estadounidenses filtrados por internet se describía la corrupción de la familia presidencial. Se daba cuenta de cómo familiares del Presidente se apoderaban de propiedades privadas como el caso del yate de un empresario francés, o la millonaria fiesta ofrecida por el yerno del Presidente quien traía los licores y los platos directamente desde St. Tropez, en Francia, el imperio familiar incluía líneas aéreas, hoteles y una fábrica de automóviles.
Ben Ali metido a político le dio un golpe de Estado al primer presidente de Túnez en 1987, Habib Burguiba. Ganó las primeras elecciones en el 89 con una gran popularidad y con la esperanza de un cambio hacia la democracia y desarrollo, pero se empalagó con el poder y reformó la Constitución en 2002 para presentarse permanente en las elecciones con la complicidad del Ejército y las autoridades electorales, su sustento político fue el CRD (Partido Único Oficialista) con una sección de milicias armadas. Clausuró medios de comunicación y persiguió a los diferentes movimientos de oposición incluyendo a sectores islamistas radicales, llegando a ilegalizar en 1991 al partido islamista En Nahda (Renacimiento) uno de los movimientos más moderados en el Medio Oriente. En 1992 el director del periódico Al Fajr, señor Jebali, fue condenado a 16 años de cárcel por atentar contra el Estado.
Exhibía un poder infalible y desafiaba la sociedad civil tunecina. La nueva burguesía política que concentraba la riqueza, dejó de lado el desarrollo nacional con una alta inflación percibida en los productos básicos, especialmente los alimentos y el deterioro de los sistemas públicos de educación, salud y vivienda, además del desempleo juvenil. Ha sido un movimiento desde abajo y al margen de la oposición partidista todo comenzó con el suicidio al estilo bonzo, de un trabajador al que se le quitaba su fuente de ingresos. El gobierno de Ben Ali no escuchó las recomendaciones ni cedió a las presiones de los grandes partidos de oposición: el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades, el Partido Democrático Popular y el Movimiento Ettajdid. Estudiantes y trabajadores mantienen la protesta en esa revuelta sin líderes. La primera acusación del presidente Ben Ali, como es habitual en los autócratas, fue culpar a la intervención extranjera del desorden interno, tratando de modificar su gabinete y permitiendo ciertas libertades, incluyendo la liberación de todos los detenidos políticos de las propuestas, además de aceptar una comisión de investigación sobre los casos de corrupción, admitiendo las denuncias de los partidos de oposición y las organizaciones sociales; pero ya era demasiado tarde, hasta su Ejército y su Policía lo habían dejado solo.
Túnez, el país más pequeño del Magreb desde su independencia de Francia el 20 de marzo de 1956, ha conocido solo dos presidentes en estos 55 años, clasificado como el segundo país desarrollado de África, el 80% de sus intercambios económicos es con la Unión Europea y a pesar de la crisis económica mundial registraba un crecimiento del 4%, por el alza de la producción agrícola y la petrolera que cubre las necesidades nacionales. Pero no basta con las riquezas y la tabla de las cifras económicas si no hay un régimen de libertades y la necesaria alterabilidad y respeto a los derechos humanos, se cerró el capítulo de la “revolución de la nueva era” proclamada por el presidente Ben Ali.
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