Argentina: Incertidumbre a nueve meses de las elecciones
Hoy, 23 de enero, faltan exactamente nueve meses para las elecciones presidenciales, que en principio se realizarán el penúltimo domingo de octubre.
Analizando las últimas realizadas en América del Sur, cabe recordar que un año antes de los comicios, en Brasil no se sabía quién iba a ganar, pero sí cuáles eran los dos candidatos que podían hacerlo: Dilma y Serra. En Colombia, tampoco se sabía, pero estaba claro que el duelo era entre Santos y Mockus. En Uruguay, había dudas, pero competían Mujica y Lacalle. En Chile, ya un año antes era indiscutible que el tercer candidato (Ominami) había sido relegado y que la competencia se reducía a Piñera y Frei.
Es así como 12 meses antes de las elecciones estaba definido entre quiénes se planteaba la contienda electoral, en cuanto a fuerzas o coaliciones y en lo que hace a los candidatos.
En cambio, en la Argentina, a nueve meses, no está claro quiénes serán finalmente los dos candidatos que competirán polarizando los votos, ni tampoco cuáles serán las dos alternativas políticas o ideológicas que finalmente confrontarán.
Lo lógico es que Cristina sea la candidata del oficialismo. Si un presidente puede ganar y tiene la posibilidad constitucional de presentarse a la reelección, como es este caso, cabe pensar que lo hará. Además, el kirchnerismo necesita retener el poder, dado que si lo pierde, seguramente le sucederá lo mismo que al menemismo, habrá sido una expresión transitoria de un fenómeno político más permanente, como es el peronismo. Además, Cristina es la única candidata con la cual hoy puede retener el poder el kirchnerismo como tal.
Pero en la política argentina no siempre ocurre lo lógico y nueve meses es mucho tiempo. Volviendo a los ejemplos sudamericanos, Serra al iniciar la campaña llevaba 20 puntos de ventaja sobre Dilma y un mes antes de las elecciones, era ella quien aventajaba por el mismo porcentaje y el día de la elección, esta diferencia se redujo a 10. En Colombia, meses antes de la elección, Mockus proyectaba un empate con el 45% y de mantenerse la tendencia parecía que se imponía sobre Santos, pero el día de la elección, éste se impuso por 24 puntos.
El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, es un candidato presidencial que, si disputara el poder, también podría ganar.
El peronismo sigue siendo un fenómeno político muy particular. Si Cristina es la candidata, articula una coalición que incorpora a figuras como el líder piquetero Luis D'Elía y a Hebe de Bonafini, expresión de los sectores duros de las organizaciones de derechos humanos. Es decir, representa una definida coalición de centroizquierda. En cambio, si Scioli fuera el candidato del oficialismo, podría llevar a Francisco de Narváez como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, sin descartar una eventual alianza con Mauricio Macri en la Capital.
Es que el peronismo hoy puede construir un amplio espectro de alianzas, de acuerdo con quién sea el candidato, ya que por un lado llega hasta Bonafini y por otro hasta Macri, ocupando todo el espectro político-ideológico.
Cada vez hay menos peronistas. Menos gente se afilia al partido, concurre a las unidades básicas y se siente identificada con su simbología. Pero, al mismo tiempo, cada vez obtiene más votos. En 1999, perdió las elecciones presidenciales con el 38% de los votos. Cuatro años después, la suma de los tres candidatos a presidente afiliados al PJ (Menem, Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá) alcanzó el 63%. En las últimas elecciones presidenciales, los tres candidatos a presidente afiliados a este partido (Cristina, Lavagna y Alberto Rodríguez Saá) tuvieron en conjunto el 74%. Si hipotéticamente en 2011 hubiera una segunda vuelta entre dos justicialistas, alcanzarían el 100%.
Quizá la cuestión sea que hay menos peronistas, pero también hay menos antiperonistas, y ello hace que los no peronistas hoy puedan votar candidatos de dicho origen, lo que no sucedía en el pasado.
El peronismo seguro llevará más de un candidato, lo que no está claro es cuáles serán las magnitudes electorales de ellos.
En cuanto a Mauricio Macri, si del peronismo terminan surgiendo candidaturas como las de Scioli y Reutemann, sus posibilidades presidenciales se reducirían, pero tenderían a ampliarse si el PJ se mantiene mayoritariamente unido detrás de Cristina con un discurso de centroizquierda.
El radicalismo, que en 2007 por primera vez en su historia no pudo presentar un candidato a presidente, tras haber logrado sólo el 2,6% en la elección anterior, con el voto no positivo de Cobos, volvió a tener un candidato con posibilidades de disputar el poder.
Esta fuerza suele anteponer las internas al poder. Cuando el vicepresidente era el principal candidato de la oposición, Alfonsín surgió y creció a costa de él. Cuando éste se consolidó como candidato contra el oficialismo, la postulación de Sanz comenzó a complicarlo.
En la política moderna lo que más cuesta es instalar un candidato, es decir que la gente lo conozca. Tras instalar candidaturas con posibilidad ganadora, el mismo radicalismo fue reduciendo sus posibilidades sucesivamente. Pero es la alternativa política hoy más sólida fuera del peronismo y dividiéndose éste, podría disputar en la segunda vuelta.
A ello se agrega que el sistema electoral argentino acentúa la incertidumbre. En la región, países como Brasil, Chile, Perú, Colombia y Uruguay, han adoptado el ballottage francés, por el cual hace falta el 50% para ganar en primera vuelta. Es un sistema que facilita el pronóstico.
Pero la Argentina comparte con Ecuador y Nicaragua el sistema de porcentajes menores al 50% para ganar sin segunda vuelta. En el caso argentino, si el primero llega al 40% y tiene 10 puntos de ventaja sobre el segundo, ya gana en la primera y si alcanza 45% se impone por una diferencia de sólo un voto.
Elisa Carrió ya ha comenzado su campaña, dejando las posibles alianzas para el segundo turno. En 2003 obtuvo el 16% de los votos y en la última elección presidencial el 23%. Sus votantes hoy se nutren fundamentalmente de quienes podrían optar por el partido radical. La candidata de la Coalición Cívica eventualmente podría impedir que un candidato radical llegue a la segunda vuelta.
En cuanto a "Pino" Solanas, quien capta el voto progresista no kirchnerista, sus votantes, sea el 5, el 10 o el 15%, bien pueden impedir que el kirchnerismo gane en la primera vuelta.
Una candidatura del peronismo disidente, sea de Eduardo Duhalde o de Alberto Rodríguez Saá, difícilmente pueda ganar hoy, pero también puede impedir un triunfo oficialista en la primera vuelta, al restarle votos peronistas.
La economía, como factor electoral, no genera un pronóstico definido. En 2011, se espera que la Argentina crezca como Brasil en 2010. Con ese crecimiento es difícil perder una elección. Pero también se espera una inflación similar a la de Venezuela del año pasado, con la cual Chávez perdió la elección, al quedar sin los dos tercios de la Legislatura y obtener la oposición el 52% de los votos.
Es así como al combinarse la inexistencia de un verdadero sistema de partidos, la atomización de la oposición, la ambigüedad del peronismo y las incertidumbres sobre las internas abiertas y una economía contradictoria, existe incertidumbre electoral a nueve meses de las elecciones, no sólo respecto de quién ganará, sino también acerca de cuáles serán las dos opciones que realmente competirán por el poder.
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