España aún puede evitar la catástrofe financiera .
Y por eso estamos a la espera. Esperamos al aluvión de nuevos datos macro sobre la salud de las economías de eurolandia, esperamos a que los responsables de las políticas monetarias encuentren algún mecanismo que satisfaga a los mercados y les convenza de que la eurocracia ha dado con una estructura que controle los presupuestos nacionales para satisfacción de Angela Merkel, canciller de Alemania, el país que más aporta a las facturas en eurolandia.
La espera de los datos terminará esta semana, al menos de momento; la espera de una decisión sobre política monetaria podría no terminar nunca. Mientras tanto, todo depende de España, la quinta mayor economía de Europa. Grecia ya pasó, Irlanda ya pasó y Portugal está pasando: todos tendrán que reestructurarse de un modo u otro. Si España, mayor que las tres anteriores economías juntas, logra sobrevivir a la presión de las subastas en el mercado de bonos, los responsables de políticas monetarias tendrán tiempo para mantener su ritmo habitualmente lento de toma de decisiones.
Hay varios motivos para creer que España escapará al destino de sus colegas endeudados más pequeños. Goldman Sachs Global Economics, en un nuevo informe titulado "España: ¡sostenible!", considera que la deuda pública española "probablemente no superará el 90% del PIB en su punto álgido: lo cual no justifica una insolvencia". Existe, admiten los economistas de Goldman Sachs, la posibilidad de una crisis de liquidez que podría obligar a España a buscar "ayuda externa", es decir, un rescate, pero los responsables de la eurozona pueden gestionarlo, ahora que ya deberían tener alguna experiencia en solucionar este tipo de situaciones.
Empecemos comparando la situación financiera con las del trío en problemas. The Economist informa de que la deuda pública bruta de España alcanza el 64% del PIB, muy por debajo de los niveles de Portugal (83%), Irlanda (97%) y Grecia (140%). La rentabilidad de los bonos estatales a 10 años es cerca de la mitad de la de los griegos, al igual que la previsión de The Economist sobre los niveles de deuda estatal bruta en 2015: 85% del PIB frente al 165%. (Irlanda y Portugal están en el 125% y el 100%, respectivamente). "España probablemente es solvente" concluye The Economist, con una "perspectiva del coste de la deuda (…) similar a las de las hoy 'seguras' Francia y Alemania".
La palabra clave es "probablemente", quizá no tan categórica como el "¡sostenible!" de Goldman Sachs.
Todo dependerá de cuatro cosas. La primera es la atmósfera macroeconómica general en el conjunto de la eurozona. Ahora mismo, el futuro está bien equilibrado entre una continuación del crecimiento liderado por los alemanes y una desaceleración causada por la decisión del Banco Central Europeo de endurecer la política monetaria para atajar las presiones inflacionarias, que ahora están en niveles que el BCE no está preparado para aceptar si se prolongan. A corto plazo, el nivel del euro debería seguir engrasando la máquina exportadora alemana y el nuevo interés en gastar de los consumidores alemanes debería dar a toda la eurozona un ligero estímulo. También a corto plazo, Jean-Claude Trichet, máximo responsable del BCE, debería mantener a raya todo aumento de los tipos de interés y toda retirada del mercado de bonos hasta que los responsables de las políticas monetarias lleguen a un acuerdo sobre una solución permanente para la crisis creada por la debilidad de los países de la periferia. Todo lo cual probablemente es un plus para España.
Un segundo factor que determinará la capacidad de España para evitar una crisis será el comportamiento de sus altamente endeudados consumidores. Los hogares han reducido sus deudas significativamente (y aumentado sus ahorros), y así han reducido el peso de los pagos de intereses, por lo que actualmente son receptores netos de pagos de tipos de interés. Éste es un buen augurio para, a menos que –y es un "pero" muy grande– los ingresos de los hogares sigan bajando. Los economistas de Jefferies Fixed Income informan de que la renta disponible real de los hogares bajó casi un 6% en el ejercicio que terminó en el tercer trimestre del año pasado. Si sigue habiendo un descenso a un ritmo similar a ése, España no sólo tendrá que pedir ayuda a sus socios de la eurozona (o sea, Alemania), sino abandonar su posición de que los acreedores de los bancos emergerán del proceso sin perder un ápice de atractivo.
Un tercer factor positivo para las cuentas es el crecimiento de las exportaciones, que, junto con el descenso de las importaciones, ha reducido el déficit por cuenta corriente del 15% de 2008 al 4,3%. Que es un motivo por el que la actividad económica ya no está descendiendo y parece en una tendencia de moderado avance.
Por último, está la cuestión de los bancos españoles, que podría calificarse de verdadero lío. Las cajas de ahorros han prestado unos 189.000 millones de euros a promotores inmobiliarios que se dice que probablemente no lograrán devolver esos créditos. El Gobierno está obligando a las cajas a fusionarse –las 45 que existían han quedado en 17– y a ampliar capital, y ya ha inyectado de 11.000 millones de euros a 15.000 millones de euros en el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, o FROB. Dice que inyectará cerca de 100.000 millones de euros en el fondo si se viera obligado si los bancos no logran ampliar capital recurriendo al sector privado, lo cual el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, insiste en asegurar que sí pueden hacer.
Y que es la razón por la que los inversionistas piden primas por prestar dinero a España. Después de todo, hasta que Irlanda decidió rescatar a sus bancos, los inversionistas no se dieron cuenta de que el país había implosionado. España tiene que conseguir unos 93.000 millones de euros este año y ya ha huido hacia la relativa seguridad de un sindicato de bancos, que cobra una comisión y luego separan los bonos en paquetes más pequeños para revenderlos, en lugar de arriesgarse a vender obligaciones a 10 y 15 años en el mercado.
A largo plazo, todo dependerá, como no, de si Zapatero logra sacar adelante sus reformas, como la del mercado laboral, para aumentar la competitividad y la tasa de crecimiento de su economía. Las encuestas sugieren que no sobrevivirá a las próximas elecciones, por lo que tendrá que ver el final de la película desde el patio de butacas.
Irwin Stelzer es director de estudios de política económica en el Hudson Institute.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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