La nueva lógica del rockonomics
Buenos Aires ya no está en el fin del mundo. Al menos, no para los grandes músicos del rock. Si bandas como U2, Paul McCartney o Bon Jovi volvieron a incluir a la ciudad en sus giras, no es sólo por la inflación, que elevó el precio en dólares de sus tickets en la Argentina. También es porque lo necesitan: para vivir de la música ya no alcanza con vender discos.
La descarga de archivos por Internet y la venta de CD en la calle llevan más de una década poniendo contra las cuerdas al negocio tradicional de las disqueras. Sólo en EE.UU., la asociación de discográficas IFPI habla de una baja de 53% en la venta de discos entre 1999 y 2009. Para la Argentina, la cámara CAPIF estimó una caída similar: de 24 millones en 1999 a 13,5 millones de CD en 2009.
Según Fernando Moya, de la productora de recitales Time For Fun, esa caída ha provocado que disqueras y bandas exploten otras formas de ingreso, como los recitales: "Ahora salen de gira con más frecuencia. Van siempre a los mismos lugares, porque los mercados no son tantos, pero repiten más".
En su opinión, antes de Internet los discos representaban alrededor del 80% de los ingresos d e l m ú s i co. Para 2010, no cree que la venta de música enlatada supere el 50% de sus entradas, en el mejor de los casos.
Frente al nuevo escenario, las bandas empiezan a preocuparse menos por los discos y más por los recitales, con fórmulas innovadoras como la de las entradas VIP.
"Paul McCartney cobró $4.000 a cada una de las 160 personas que antes del recital asistieron a una prueba de sonido con él. A cambio de $1.600 por entrada, U2 acomodará junto al escenario a 800 personas". La banda irlandesa dará tres shows en el estadio único de La Plata a fines de marzo y principios de abril. Según Moya, la recaudación de las entradas VIP va íntegramente a los artistas.
En la Argentina también se siente la caída. Moya recuerda como de otra época aquellos tiempos "en los que las disqueras adelantaban 3 millones de dólares a los Fabulosos Cadillacs y 2,5 millones a Fito Páez para grabar sus discos". En su opinión, ninguno de esos artistas recibiría hoy más de 80 ó 100.000 dólares por el mismo concepto.
No sólo por el efecto Internet, sino porque los contratos millonarios de aquella época tenían mucho que ver con la mina de oro que fue la aparición del CD como soporte: "En los 90 había disqueras muy ricas gracias a que habían revendido todos sus catálogos en CD".
Entre las bandas menos masivas, el cambio no ha sido tan abrupto porque sus ingresos siempre fueron directamente proporcionales al número de shows que hacían. Como resume Alejandro Almada, manager de "El mató a un policía motorizado" y de "Lucas Marti", los medianos "jamás vieron un peso de los discos". Para sus bandas, la Web no representa una amenaza sino una oportunidad de promoción: "Por Internet, regalamos la música; sólo la cobramos cuando es el CD, por la mística". El recital fue y es lo único que garantiza sus ingresos: "Todo lo que sea por encima de 400 entradas, es ganancia para los músicos".
Son bandas medianas también las que están protagonizando el auge de los shows. Según Moya, con las excepciones de Indio Solari y de La Renga, ya no hay muchos músicos locales capaces de llenar estadios de fútbol como en la edad de oro del rock argentino. En su opinión, se debe a la desinversión de las discográficas y a "una falta de búsqueda artística que sí hubo en los 80 y en los 90": "Los que crecen ahora son los músicos no tan masivos, que en lugares chicos están haciendo cada vez más recitales".
La puerta digital
Con las disquerías de barrio al borde de la extinción, el futuro de la música enlatada parece digital. En la Argentina, este formato ya representa el 7% de las ventas totales. A la espera de una versión local del iTunes, que facilite el pago en pesos argentinos, los celulares siguen siendo los protagonistas, con el 66% de las operaciones.
Diego Villanueva, de Warner, confía a los portales de música de las operadoras los planes de su discográfica para llegar a "una generación que sólo consume música por celular". No todos opinan igual. Para Cristian Merchot, manager de Bersuit Vergarabat, la venta de canciones sueltas por el celular no vivirá un gran crecimiento porque es un negocio que "no termina de ayudar a los músicos": "Dos de los cuatro pesos que cuestan esas canciones van directamente a la telefónica y eso no es una salida loable; me parece que el futuro irá más por el streaming en Internet".
Mientras esperan por el modelo definitivo para vender música, las discográficas están expandiendo su actividad para sobrevivir. Si antes sólo grababan y promocionaban discos, ahora también quieren organizar los recitales, vender los derechos de autor y coordinar el merchandising: lo que se conoce en el sector como contratos 360. La movida es especialmente resistida por los managers, que desconfían de la capacidad de las disqueras para ponerse la camiseta del artista, y sienten el nuevo orden musical como una irrupción antinatura en lo que consideran su trabajo.
Damián Amato, de Sony Music Argentina, no lo cree así. En su compañía hace años que tomaron la decisión de producir sólo a músicos con los que se comparten otros derechos, aparte del disco: "El negocio de vender solamente música ya no es rentable". Según él, esto no debería generar conflicto con los managers: "La idea es agrandar la torta, no competir.
Nos juntamos con todas las partes que intervienen en la carrera del artista y diseñamos una estrategia integral. Eso hace que haya más para todos".
- 23 de julio, 2015
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