Egipto, petróleo y la economía de EE.UU.
La revuelta egipcia ha puesto a temblar a muchos en Estados Unidos. No sólo a los políticos, militares y diplomáticos de todos los ámbitos ideológicos. También a los inversionistas, economistas y los comunes como nosotros.
¿Por qué? Hay un miedo que se repita la historia.
Aunque para muchos en Estados Unidos lo de Egipto pareciera distante, para aquellos que vivieron o estudiaron los eventos a finales de la década del 70 saben los efectos que desataron en medio oriente. La revolución Iraní y la guerra iraní-iraquí tuvieron una seria influencia en los precios del petróleo afectando la economía norteamericana que estaba en plena producción después de haber salido de una recesión en 1975.
¿Las revueltas en Egipto pudieran afectar económicamente a Estados Unidos como lo hizo la revolución iraní a principios de los ochenta? Aunque es muy difícil de precisar con certeza, lo cierto es que el "horno está listo para el pan". ¿Por qué? Tres factores.
Débil ambiente económico en Estados Unidos. Estamos saliendo lentamente de la recesión (2007-2009). Se estima que la economía crecerá entre un 3% a un 3.5% por año. ¿Qué quiere decir esto? Más consumo y producción. Ya no hay ese miedo que el sistema financiero colapsará; las compañías están reemplazando sus maquinarias y equipos viejos por nuevos; la banca está más dispuesta a prestar dinero; la confianza entre los consumidores y negocios en general está aumentado, etc.
El problema es que sigue habiendo un alto nivel de desempleo. Para poder crear más empleos la economía tiene que seguir a un ritmo de crecimiento por encima del 3% por varios años. Esto implica que no existan grandes "shocks" económicos que descarrilen la economía. Aunque la economía no está operando a toda máquina – existe margen para soportar una subida en los precios del barril-, un disparo considerable en los precios del petróleo – más $120 en el WTI- pondría en serios problemas la recuperación.
Riesgo en la oferta de petróleo. Dos preocupaciones: que haya una irrupción en la distribución del petróleo y que disminuya la producción en países como Arabia Saudita.
Egipto no es un jugador importante en la producción de petróleo. Pero, si lo es en la distribución. Tanto el Canal de Suez como el oleoducto Suez-mediterráneo (SUMED) pasan por territorio egipcio. Más de 2 millones de barriles de petróleo diario pasan por el canal y oleoducto para ser distribuidos a Europa y Estados Unidos. Para que tengan una idea, el Canal de Suez acorta el tiempo de entrega de Arabia Saudita a Texas en 12 días. Una irrupción en el canal implica que el suministro se atrasaría, mientras que la demanda sigue su ritmo.
Aunque está en el interés de cualquier gobierno entrante mantener la estabilidad en el Canal de Suez -el gobierno egipcio es dueño mayoritario del canal y el gaseoducto -, no deja de existir una preocupación de una irrupción en las operaciones (pasó con Nasser en el 1956 cuando nacionalizó el canal y recientemente sabotearon un gasoducto en el norte de Sinaí que provee gas a Israel y Jordania).
El otro problema es que la revuelta egipcia se expanda a otras regiones como Arabia Saudita, Angola y Argelia creando un segundo Irán. Los tres producen cerca de uno de cada cinco barriles de los que compramos en Estados Unidos.
La revolución iraní en 1979 y la siguiente guerra Irán-Irak (1980-1988) afectaron la producción mundial de petróleo. En un periodo de dos años el precio del barril de petróleo se disparó en más de un 200%. Esto llevó los precios de todos los productos hacia arriba. Los precios generales incrementaron en Estados Unidos. Para empeorar la situación, el gobierno impuso un control de precios en la producción de petróleo nacional. Todo esto llevo a que la inflación se disparara un promedio del 12% en 1981 (la inflación histórica en Estados Unidos es del 2%-3% anual).
Petróleo y la dependencia comercial. Es aquí que entra el precio del petróleo en el proceso de producción. De cada cuatro btu (= unidad de energía) que se consumen en los Estados Unidos, uno se importa en forma de petróleo. Cierto que sólo una cuarta parte se necesita del petróleo para producir la energía que consumimos. Pero, el 94% de la energía que consumimos en transportación (avión, auto, camiones, etc.) y 41% de las industrias que operan en el país gracias al petróleo. El problema está que si el precio del petróleo se dispara debido a una disminución en la oferta, entonces la transportación y la producción se verían afectadas. Si afecta las ganancias de las compañías ellos pudieran pasar el costo a nosotros o cortar personal para afrontar la subida. Si nos pasan los costos, los precios aumentan y más dinero de nuestro ingreso se iría para cubrir ese costo. Aquellas empresas que no pueden pasar los costos a los consumidores, cortarán personal. En ambos casos afectaría la demanda poniendo un freno en la recuperación económica.
Algunos creen que el escenario de una irrupción en la oferta y consecuente disparo del precio del petróleo es poco probable. Por ejemplo, Mohamed El-Erian, CEO de PIMCO que administra cerca de $1.2 billones de dólares en el mundo, dice que la teoría de que Egipto sería otro Irán es exagerada. El argumento es que en Egipto hay una clase media moderada y secular que busca una democracia no teocrática -contrario a Irán en 1979-. Esto evitaría que exista una irrupción en la distribución y que se propague la revuelta a otros países afectando la producción.
Mientras tanto nosotros no podemos descartar que el medio oriente está volátil, más países están demandando más petróleo para alimentar una creciente clase media – piensa en China e India-, una Europa débil, inflación en los países emergentes, los precios de los alimentos en alza y Estados Unidos necesitando petróleo para mover la transportación y las fábricas en plena recuperación, las revueltas en Egipto seguirán trayendo el fantasma de Irán y la crisis petrolera.
Al final tú decides.
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