El desafío peruano
El Periódico, Guatemala
Durante una visita a Perú hace unos meses, varias personas me dijeron que el país estaba en buen camino y que –a diferencia de lo que ocurre en otros países– las próximas elecciones no serán ganadas por un candidato populista, sino por un político de centro-derecha. Al principio, tuve mis dudas, pero todo parece indicar que así será.
Esta semana, el presidente peruano Alan García dijo públicamente lo que yo había escuchado en conversaciones de sobremesa en Lima: que a diferencia de lo ocurrido en las últimas elecciones, cuando el candidato respaldado por Venezuela Ollanta Humala estuvo cerca de ganar la Presidencia, esta vez no hay ningún candidato populista entre los favoritos para ganar las elecciones del 10 de abril.
“Se acabó el peligro”, dijo García, refiriéndose a la posibilidad de que la apertura económica de Perú, que ya lleva 20 años, pudiera ser revertida. “Cualquiera de los que aparentemente tienen ventaja podrá y deberá mantener lo sustantivo del modelo exportador, descentralista, democrático y de inversión en nuestro país”.
Todas las encuestas coinciden en que más del 80 por ciento de los peruanos apoyan un “modelo de desarrollo modernizador, democrático y globalizado”, dijo García.
En efecto, las últimas encuestas revelan que el ex presidente Alejandro Toledo es el favorito, con alrededor del 30 por ciento de la intención de voto, seguido por Keiko Fujimori, la hija del ex presidente Alberto Fujimori, y el ex alcalde de Lima Luis Castañeda, con una intención del voto de alrededor del 20 por ciento cada uno. Los tres son políticos de centro-derecha.
Humala ha quedado en un distante cuarto puesto en las encuestas, con alrededor del 11 por ciento de la intención del voto. Y lo que es más significativo aún, Humala ha tenido que suavizar considerablemente su discurso desde las últimas elecciones.
¿Por qué los peruanos respaldan a candidatos de centro-derecha? En gran medida se debe a 20 años de estabilidad económica y creciente inserción en la economía global que han dado resultados, sacando a un significativo número de peruanos de la pobreza.
Ahora hay una masa crítica de votantes de clase media que se han beneficiado de las dos décadas de apertura económica, y que apuestan a la continuidad. La economía de Perú creció un 8.8 por ciento en el 2010, y tuvo una inflación inferior al 2 por ciento.
Según las estimaciones del Banco Mundial, los índices de pobreza de Perú han disminuido del 54 por ciento al 35 por ciento de la población en la última década. Y García pronosticó que el índice de pobreza disminuirá al 28 por ciento para fin de año.
La actual campaña presidencial en Perú no gira en torno a qué modelo económico debería adoptarse en el país, sino en torno a cómo perfeccionar el modelo actual. No resulta sorprendente que el eslogan de Toledo –que aparece en carteles por todo el país– sea: “Con Toledo, al Perú no lo para nadie”.
Pero lo cierto es que Perú todavía no ha salido del pozo. Aunque los recientes presidentes del país merecen crédito por haber mantenido el rumbo y mejorado las cosas, una parte de la estabilidad económica y política del país fue cuestión de suerte. Económicamente, Perú se ha beneficiado del alto precio de las materias primas. Y políticamente, los candidatos de centro-derecha se han beneficiado de la popularidad de Keiko Fujimori en las zonas rurales, que le ha quitado votos a Humala.
Más importante aún, tal como me lo señaló el empresario y escritor Ben Schneider, Perú enfrenta una nueva amenaza: la complacencia. Muchos peruanos creen, equivocadamente, que el país puede seguir creciendo y reduciendo la pobreza sin nuevas reformas económicas y educativas, explicó.
Mi opinión: Estoy de acuerdo. El crecimiento de Perú no será duradero si el país no toma medidas para mejorar sus niveles de educación, tecnología e infraestructura, para ser más competitivo a nivel mundial.
Según el Ranking de Competitividad Global publicado el mes pasado por el Foro Económico Mundial, Perú ocupa el puesto 73 entre 139 países, más de 40 puestos por detrás de Chile.
En el último examen PISA para medir la competencia de los estudiantes de 15 años en interpretación de textos, matemática y ciencia, Perú ocupó el puesto 63 entre 65 países. Entre los países latinoamericanos que participaron, Perú quedó de último.
En materia de patentes de invenciones, Perú registra apenas una patente por año en la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos. Corea del Sur, comparativamente, registra 8 mil 800 patentes por año.
Perú merece crédito –como Chile, y más recientemente Brasil– por apostar a la estabilidad económica y a las inversiones. Pero para derrotar definitivamente la pobreza, quien gane las elecciones deberá vencer el síndrome de la complacencia, y mejorar estas cifras alarmantes.
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