El Salvador: Las dos caras
El gobierno ha hecho una costumbre de mostrar dos caras distintas en la discusión de cualquier tema. Como es lógico esperar, esto causa contradicciones entre lo que el gobierno dice a unos y lo que dice a otros, y muy frecuentemente, con la realidad, que también muy frecuentemente no coincide con las declaraciones del gobierno.
Estas contradicciones se van acumulando hasta causar un ambiente de incertidumbre a la que no se sustraen ni siquiera los funcionarios de gobierno, que de pronto no recuerdan lo que han dicho sobre algún tema y mucho menos lo que han dicho o están diciendo otros funcionarios, o el presidente mismo, sobre el mismo tema. La costumbre se ha enraizado tanto que se ha vuelto una segunda naturaleza.
Esta costumbre comenzó con el doble planteamiento de la candidatura del ahora presidente Mauricio Funes, que se pintó hacia adentro del partido como una transición hacia el gobierno comunista que inevitablemente vendría, y hacia fuera como la transición a un régimen moderado de izquierda que podría alternar el poder con el centro derecha, sin amenazar la institucionalidad democrática del país.
Mucha gente pensó que esta contradicción tendría que resolverse al llegar el presidente al gobierno. El gobierno tendría que ser una de las dos cosas que había dicho que sería, probando la mentira de la otra. Pero la contradicción no se resolvió sino que se volvió más compleja, ya que el gobierno probó no ser ninguna de las dos cosas que había dicho que sería sino que una tercera: un gobierno fragmentado, incompetente, que cada vez gasta más mientras que los servicios públicos, las calles y carreteras y las actividades generales de gobierno se deterioran.
Para poder seguir gastando mientras los ingresos fiscales han caído, el gobierno ha recurrido a prestar dinero a manos llenas de los mercados internacionales y de las instituciones bilaterales, de tal forma que la deuda del país ha subido alarmantemente en los últimos dos años, de representar el 36 por ciento del Producto Interno Bruto en 2008 al 51 por ciento del mismo en 2010. Es como si usted subiera sus deudas de la tercera parte de su sueldo a la mitad de éste en dos años.
Un nuevo cuento es necesario para poder justificar este endeudamiento ante los que prestan el dinero. El cuento es que el gobierno necesita tomar tanto dinero prestado porque está erogando mucho en gastos sociales, llenando necesidades que habían sido dejadas sin cubrir por veinte años de gobiernos de la derecha, y que no puede generar sus propios fondos porque los empresarios privados, ogros negros, no le permiten subir los impuestos. La verdad, por supuesto, es que los enormes gastos que este gobierno no está cubriendo, gastos sociales, sino que están sirviendo para contratar partidarios del FMLN en todo el gobierno nacional.
Además, al contrario de lo que el cuento dice, el gobierno tiene asegurados los votos para pasar cualquier ley, cualquier impuesto con el apoyo incondicional y ya descontado para siempre de GANA y otros partidos que obedecen todo lo que Casa Presidencial les diga. El despilfarro se sigue financiando con deuda porque el gobierno no quiere pagar el costo político de subir impuestos antes de las elecciones de 2012. Por tanto, lo hará después de esas elecciones, antes de que cambie la legislatura, para poder aprovechar los votos de GANA que, de acuerdo a todas las encuestas, desaparecerán en la siguiente Asamblea. Para mientras, seguirá tomando dinero prestado.
Pero los problemas económicos no se reducen a la apretada situación fiscal generada por el gasto desaforado del gobierno. Hay otro problema fundamental: la economía no crece. El problema es que no crece porque la inversión ha caído estrepitosamente como resultado de la amenaza que el partido de gobierno ha seguido planteando a los inversionistas con su reafirmación de su fe marxista y su intención de convertir a El Salvador en otra Cuba. Mientras su propio partido dice esto, el presidente se enoja con el sector privado porque no invierte, diciéndole, en voz mezclada con las amenazas del FMLN, que no tiene por qué tener miedo porque él, el presidente, que se va en tres años, les va a proteger sus inversiones de largo plazo. Habiendo dicho esto, el presidente se voltea hacia los radicales e insulta a los empresarios, sin darse cuenta de que los empresarios también oyen los insultos.
Con el tiempo se ha venido volviendo claro que esta costumbre de decir distintas cosas a personas no sólo ha obscurecido la percepción de lo que está pasando en el país sino que está afectando la realidad misma, empeorando el ambiente de miedo e incertidumbre que está deprimiendo la inversión y por tanto el crecimiento económico y la recaudación de impuestos. Así como vamos, las versiones de la realidad dadas por los funcionarios de gobierno (vamos a subir impuestos; no, no los vamos a subir; si, la verdad es que si; no los vamos a subir sino a escalar, etc., etc.) van a terminar afectando su salud mental y la de todos los salvadoreños. Y van a seguir retrasando la recuperación económica.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
Artículo de blog relacionados
Diario de América “Cualquier hombre o estado que luche contra el nazismo tendrá...
31 de mayo, 2010La Escuela Austríaca de Economía ha diagnosticado en forma consistente las raíces de...
9 de febrero, 2009Por Rosendo Fraga El Diario Exterior Estados Unidos desarrolla una ofensiva diplomática para...
20 de febrero, 2007- 15 de abril, 2016