España: La derecha ya no da miedo
La derecha derriba su último muro electoral, Andalucía, que lo es por su valor simbólico y por el poder de sus votos. Aunque Extremadura y Castilla-La Mancha compartan categoría de bastiones inexpugnables del socialismo. Lo hace en cuatro encuestas. «Que son como el perfume, está bien olerlas, pero no hay que tragárselas», como nos decía Shimon Peres la semana pasada a un grupo de periodistas y analistas. Y así fue en 1996, cuando las encuestas también auguraban un triunfo del PP en Andalucía, aunque no por mayoría absoluta, y acabó ganando el PSOE con diez puntos de ventaja. Pero hay otros olores ahora, no sólo demoscópicos, que hacen altamente improbable lo del 96 y aconsejan tragarse las últimas encuestas.
Los olores del cambio de la cultura política de estos quince años, con el resultado de un contexto cultural bien diferente para la próxima disputa electoral. La derecha ya no da miedo. El voto al PP no estigmatiza, no aísla, no diferencia. Lo hace en Cataluña y aún más en el País Vasco, a pesar del gobierno socialista con apoyo del PP. Y lo seguirá haciendo, pues el dominó nacionalista ha adquirido formas evolucionadas propias, totalmente desligadas del franquismo. Mientras que el dominó cultural socialista en algunas zonas de España tiene más que ver con los restos de la cultura antifranquista y la identificación de la derecha con los males de la dictadura. Por eso han perdurado hasta hoy los tres bastiones inexpugnables de la izquierda frente a ninguno de la derecha.
Por eso el mensaje electoral más importante del socialismo contra el PP ha sido durante toda la democracia el de su vinculación con el pasado y con el extremismo. Para fijar una imagen anclada en el franquismo, en la involución, en el caciquismo, en los privilegios, en el elitismo. Que se rompió a nivel nacional en el 2000, pero perduró en algunos enclaves socialistas y prolongó su capacidad de influencia tras el triunfo electoral del PSOE en 2004. Añádase a eso la importancia de la red clientelar, sí, pero era la variable cultural la que marcaba la diferencia esencial entre las posibilidades electorales de la izquierda y la derecha en Andalucía.
Hasta que tal variable cultural se difumina y ya no puede hacer de colchón para la debacle del socialismo nacional ni para los errores, las corrupciones y la ineficacia del socialismo andaluz. Derecha e izquierda juegan ya en España en igualdad de condiciones en lo que a cultura política se refiere. Crear y mantener bastiones electorales a partir de ahora dependerá de la eficacia, de los líderes, de la unidad partidista, de las circunstancias económicas. Pero no dependerá del pasado.
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