El Mito del «Pleno Empleo» (I): Aumento de población
EL DILEMA INICIAL: Imaginemos a Robinson Crusoe solo en su isla. Tiene muchas más cosas que desea hacer que la cantidad de recursos disponibles, ayuda de otras personas y/o tiempo para hacerlas.
Ciertamente, en jerga económica diríamos que el país Crusoelandia (Población: 1 habitante) tiene pleno empleo. ¿Qué pasa sin embargo cuando llega Viernes, el nativo de una isla vecina, a vivir a la misma isla? En la medida en que ambos encuentren beneficios de comerciar entre sí, dejarán de hacer cosas que ambos hacían antes. En eso consiste la división del trabajo y el intercambio: dejar de hacer lo que podemos obtener de otros, y hacer por ellos lo que demandan en el mercado.
No porque vienen (o nacen) más personas tiene por qué haber “desempleo”. Crusoe y Viernes, en virtud de su naturaleza humana, son seres creativos y transformadores de su entorno. No sólo eso, sino que su capacidad de idear formas mejores de trabajo y de disfrute es virtualmente infinita. La situación es que ahora Crusoelandia tiene una población de 2 habitantes con pleno empleo. Siguiente etapa ¿qué ocurre si llegan de pronto otras 5 personas a la isla y pueden hacer mejor y/o más barato lo que Robinson y Viernes venían haciendo? Hay viviendas por construir, sistemas para obtener y almacenaragua fresca, alimentos y muebles por tallar. Siempre habrá más cosas con las que quisiéramos contar, con la colaboración de los demás (vía especialización e intercambio), que gente para hacerlas (o si no, pregúntese usted amable lector, si no tendría un nutricionista, entrenador deportivo, chofer y asistente personal si pudiera permitirse ese lujo). En otras palabras, hay más necesidades humanas que personas.
Cada habitante adicional –nacido o emigrado- trae consigo no sólo su aporte como consumidor (una boca que alimentar) sino también su aporte único e irrepetible a la división del trabajo.
Cada habitante adicional –nacido o emigrado- trae consigo no sólo su aporte como consumidor (una boca que alimentar) sino también su aporte único e irrepetible a la división del trabajo. Crusoelandia tiene ahora 7 habitantes y pleno empleo. Una sociedad con más personas hace posibles cosas que antes eran imposibles desde el punto de vista de la capacidad para ahorrar recursos para financiarlas (o el costo humano era altísimo como en las pirámides de Egipto) y también para consumirlos (un computador personal a precio razonable requiere de un mercado grande que la antigua Atenas jamás tuvo). Las economías poco desarrolladas tienen sirvientes, empleadas domésticas y mayordomos trabajando por todas partes. Las desarrolladas han vuelto tan productivo el trabajo humano (usando capital) que se vuelve prohibitivo para la inmensa mayoría de habitantes contratar a otros para ese tipo de tareas, debido a que compiten con grandes empresas, fábricas y negocios que también tratan de seducirles con altos salarios y prestaciones. Una sociedad con más gente (y por eso las ciudades son
grandes centros de cultura y comercio) permite el descubrimiento y creación de más elementos que se suman a nuestra calidad de vida. Eso es: nuevos proyectos, más empleos.
Una sociedad con más gente (y por eso las ciudades son grandes centros de cultura y comercio) permite el descubrimiento y creación de más elementos que se suman a nuestra calidad de vida.
Un caso contemporáneo es el de Suecia, que en 1870 tenía 7 de cada 10 de sus habitantes dedicados a la agricultura –era como algunos creen erróneamente del Ecuador actual: un “país agrícola”- pero ahora en 2010 sólo el 3% de suecos produce alimentos. ¿Eso significa que los suecos comen peor que hace 140 años? Todo lo contrario: comen mucho mejor en cantidad y calidad de los alimentos. ¿Y a dónde se fue ese 65% de suecos que “perdió” su trabajo en el agro? ¿Tuvo que emigrar? De ninguna manera. A medida que el ser humano se fue liberando –mediante mejores herramientas, formas de organización empresarial y conocimientos- del trabajo físico, más personas fueron teniendo en Suecia la posibilidad de hacer carrera en las artes, la ciencia, el deporte, la moda, la educación y un largo etcétera.
Y el ejemplo de Suecia, es uno entre decenas de casos similares
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