¿Por los mismos caminos?

Diario Las Américas

Allá por los últimos años del septenio trágico, de 1952-1959, cuando ya era absolutamente claro que la República de Cuba se hundía en la violencia para ahogarse en la tiranía que Castro preparaba en la Sierra Maestra, el escritor y editorialista del Diario La Marina, Francisco Ichaso, que abogaba por una solución pacífica al impase constitucional cubano provocado por el golpe del 10 de marzo, escribió una serie de artículos analizando el panorama nacional.

Eran las intenciones de Ichaso abrirle los ojos a la gente de que el camino de la violencia no era el adecuado, no sólo porque la violencia crearía un caos, sino porque el cabecilla de la violencia máxima era Fidel Castro, quien todo el mundo (se engañaron los que querían) sabían muy bien de su pasado de hamponerías y gansterías. Pocos como Ichaso vieron tan claro. Pocos los escucharon. A continuación copiamos algunos párrafos de sus artículos que fueron sin duda alguna unos verdaderos rayos equis de la situación:

“Es erróneo suponer que el 10 de marzo es la causa de la gran crisis política que sufre nuestra patria. El acontecimiento de aquella madrugada fue un factor agravante, no un hito de partida. Desde mucho antes se palpaban en el ambiente las señales de la desintegración. La oposición a los gobiernos anteriores (1944-1952) no se había conducido por cauces de la conveniencia nacional. No fue una oposición de vigilancia y de crítica constructiva, fue una oposición desabrida, frenética, de extraordinaria violencia en las palabras, en las actitudes y hasta en los hechos. Se le dio al país la impresión de que estaba dividido fatalmente en cubanos buenos y cubanos malos y que sólo el triunfo de los primeros, seguido de la exclusión de los segundos, podía salvar a Cuba. La juventud, por naturaleza vehemente, careció, bajo esta mendaz y peligrosa doctrina, de un enfoque real de la situación, y ha terminado por pensar que los segundos no caben en Cuba.”

Y ¿por qué hoy citamos esto? Lea usted lo siguiente lector y juzgue si esta nación no anda ya por esos caminos que recorrió Cuba hacia su desastre. Juzgue usted si ya no tenemos señales de una desintegración de la política. Juzgue usted si la oposición a los que no piensan como ellos no es ya desabrida, frenética y de extraordinaria violencia en las palabras. Juzgue usted si ya no estamos en el plano de que hay ciudadanos y políticos aquí que se clasifican de buenos y de malos y que éstos ya no tienen cabida ni lugar en la política. A continuación citamos los mensajes anónimos que han recibido el gobernador de Wisconsin, Walker, y los senadores republicanos que votaron por recortar los privilegios de los sindicatos (uniones) en ese estado.

“A ustedes los vamos a cazar donde quiera que estén.” “Los vamos a degollar.” “Y nos vamos a beber su sangre.”

“Yo haré que los decapiten y que pongan sus cabezas clavadas en unas picas en la plaza central de Madison.” “Nosotros sentimos que usted (Walker) y sus dictadores republicanos tienen que morir. Ya lo tenemos todo planeado para asaltarlos cuando lleguen a sus casas y meterles una buena bala en la cabeza… Pero si esto no fuera suficiente hemos hecho varias bombas para detonarlas en los lugares que usted frecuenta. Esto incluye su casa, su carro, el capitolio estatal y otros que hoy no les diré.”

Y hay muchísimas otras amenazas de muerte que no es necesario publicarlas aquí. Tan reales son que la policía y las agencias de seguridad nacional las están investigando seriamente y la información es que ya tienen varios sospechosos pero que no revelan los nombres por razones evidentes.

Cuando se llega a este plano, como bien decía Ichazo en su notable artículo, ya se hace claro que la política nacional ha empezado a recorrer caminos que a menos que se le ponga, y pronto, un punto final habrá de andar por derroteros, que como los que recorrió Cuba terminaron en un mismo charco de sangre y gobernados por la escoria y por aquellos que emergieron de las alcantarilla liderados por el “alcantarillado máximo.”